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domingo, 18 de julio de 2010

Los insectos, fieles aliados y confidentes de la Policía

No sólo Gil Grissom, de C.S.I, resuelve investigaciones criminales gracias a los insectos. La Policía española también cuenta con estos artrópodos como sus principales aliados a la hora de resolver delitos, lo que le ha ayudado a esclarecer más de 150 casos.

Estos parásitos pueden aportar datos esenciales para identificar a un fallecido, aunque su cuerpo no haya sido localizado o para determinar si una persona murió envenanada o por arma de fuego. "Del estómago del insecto se puede extraer el ADN humano y así podemos identificar el cadáver de una víctima. También sabemos si la persona murió envenenada o por arma de fuego. Los insectos van a los orificios naturales y se posan en la herida, por lo que averiguamos si ha habido restos de pólvora", aseguró un portavoz de la Policía.

De entre todos los insectos, la familia de la Calliphorida, entre las que ese encuentra la conocida como la mosca de la carne, es la primera en llegar a la escena del crimen y se convierte en un testigo mudo fundamental. Sus datos son estudiados en el laboratorio de Entomología de la Policía Nacional, creado hace 10 años, y el único existente actualmente en las Fuerzas de Seguridad del Estado, según ha informado la institución en un comunicado.

Los primeros pasos de la entomología se remontan a un manual de medicina chino del siglo XIII. Así, en un principio, los insectos eran utilizados para fijar el momento exacto de la muerte y el lugar de la comisión del crimen, gracias al estudio de los ciclos vitales del parásito.

Pero, con los medios tecnológicos actuales, los dípteros y coleópteros puedan aportar mucha más información como determinar las rutas de laboratorios clandestinos destinados al narcotráfico o detectar los pasos de los secuestradores o terroristas, analizando los insectos adheridos a sus vehículos.

Larvas criadas en el laboratorio.

Larvas criadas en el laboratorio.

Por ejemplo, en una ocasion la Policía localizó el origen de un laboratorio de narcotraficantes, ya que habían encontrado bolsas repletas de un coleóptero procedente de China y del Sudeste asiático. De esta especie, se extrae un principio activo llamado cantárida, que, en pequeñas dosis es terapéutico, pero que en grandes cantidades es letal.

Gracias a ellos, los agentes también pueden determinar el consumo de sustancias estupefacientes en personas fallecidas o averiguar casos de maltrato de menores y ancianos al detectar insectos que aparecen en organismos vivos.

Los entómologos que trabajan en el laboratorio de la Policía intentan averiguar la temperatura, el lugar del hallazgo, el estado de descomposición del cadáver, la altitud, la latitud o el tipo de vegetación, factores que influyen en el estado del cadáver y en el número de insectos que acuden a colonizarlo.

En el laboratorio también se experimenta con cadáveres de cerdos -animales anatómicamente similares a los seres humanos- para estudiar su proceso de descomposición modificando las variables del medioambiente. Además, los biólogos del Cuerpo de Policía crían ejemplares de insectos recogidos durante sus inspecciones oculares para poder tener una base de datos más amplia.

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