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sábado, 30 de enero de 2010

Florianópolis: uruguayos lo eligen para pasear y trabajar


Pese a la fortaleza de la moneda local -tomando como referencia las divisas de los dos países vecinos- miles de argentinos y de uruguayos disfrutan de las 42 playas de Florianópolis, la capital de Santa Catarina, en Brasil.

"Por Uruguay pasamos de largo, para nosotros los precios son elevados", señaló a El País un turista argentino. El viajero explicó que sale a las 8 de la mañana de Buenos Aires y a las 8 de la noche llega a Livramento, frente a Rivera. "Dormimos ahí y al otro día, temprano, seguimos viaje, recorriendo los 1.080 kilómetros que separan la playa de la frontera", sostuvo.

Además de las playas, los turistas sucumben ante la belleza e imponencia de Florianópolis. Recorren sus centros comerciales, incluyendo la tradicional visita a la plaza 15 de noviembre, donde una centenaria higuera concentra la atención de los visitantes. Del otro lado de la plaza está la catedral, recientemente remodelada. En la puerta del templo, un discreto cartel recuerda a los guías que deben alertar a "los pasajeros" ya que "antes de monumento histórico", se trata de un templo, donde "los fieles vienen a rezar y encontrarse con Dios".

En consonancia con el desarrollo comercial, decenas de compatriotas eligen Florianópolis para ganar unos pesos en el verano. Se encuentran uruguayos que trabajan en bares, restaurantes y también quienes venden productos en las distintas playas. Tal es el caso del edil frenteamplista (de Rivera) Lucio Miguel Branca, quien, al igual que todos los años, dejó en el armario su condición de docente de Matemática e informática y se puso el traje de mozo, trabajando en uno de los tantos centros gastronómicos. Esta vez, el dirigente de izquierda viajó junto a sus dos hijos. "Quiero se vayan conectando, asegurando de esa manera trabajo en el futuro", dijo, al tiempo que aclaró que piensa repetir la experiencia.

Canasvieiras es una de las playas preferidas, y la más movida. No obstante ello, en todas las playas se observan cientos de matrículas de vehículos argentinos, muy pocas de uruguayos y algunas de Paraguay y Chile. Además de los viajeros que llegan por sus propios medios, se cuentan por decenas los buses de excursión que provienen de los países vecinos.

PRECIOS. La calidez de las aguas y de los lugareños -muchos de ellos descendientes de italianos y alemanes- son marca registrada en una isla donde el turismo se explota con criterio empresarial. En las tiendas, supermercados, apart hoteles y en el resto del circuito comercial impera la cordialidad y el buen trato. También, se observa un fuerte -no obstante discreto- patrullaje a cargo de la brigada militar. Tampoco, pasan desapercibidas las rejas; cercas eléctricas y otros sistemas de seguridad en edificios y viviendas individuales.

El costo de vida en Canasvieiras y otras playas de Florianópolis es muy similar al que rige en las demás ciudades brasileñas. Quien va al supermercado o a la frutería, tiene calidad y variedad a precios accesibles.

En la playa, en tanto, el alquiler de una sombrilla cuesta $ 50 uruguayos y otro tanto la silla playera. Los vendedores ofrecen queso de cabra asado al instante ($ 25); choclo cocido ($ 25); agua de coco ($ 30); jugo de frutas o caipirinha ($ 50). A una pareja, un día en la playa, sin resistir a las tentaciones puede costarle más de $ 1.000. Esta cifra si terminan almorzando o cenando en uno de los tantos barcitos instalados sobre la costa, con platos elaborados con productos de mar que oscilan entre $ 300 y $ 900.

Las cifras

$ 50 Uruguayos es lo que cuesta en la playa de Florianópolis alquilar una sombrilla o una silla. Al mismo precio ofrecen caipirinha.

$ 300 Desde ese precio en pesos uruguayos hasta $ 900 cuesta comer en un restaurante un plato elaborado con mariscos.

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