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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cuando los hijos piden regalos caros

Quiero un iPhone! ¡Para mí, una consola Nintendo Wii! ¡Deseo un robot transformer o una lancha a control remoto!

Al llegar la Navidad, muchos niños y adolescentes demandan regalos muy caros o desproporcionados a los ingresos de una familia. Nuestra cultura ha internalizado la importancia de entregar obsequios, especialmente a los niños quienes esperan ilusionados la llegada de Papá Noel. ¿Qué hacer frente a esto? Según la psicóloga infanto-juvenil de la Universidad Andrés Bello (Chile), Miriam Pardo, no se trata de reprender al niño por su pedido desmedido o responderle con una tajante negativa. Es importante acompañar esta frustración con palabras que favorezcan la comprensión de esta imposibilidad.

"La familia debe estar siempre atenta a los intereses que el niño expresa para no tener que cortar drásticamente su ilusión cuando pida el objeto deseado en Navidad. Cuando los padres han estado atentos a su hijo, dispuestos a escucharlo, y el niño o el adolescente trae sus inquietudes a casa, comentando los gustos de sus compañeros, o pidiendo el último juego de Nintendo, es conveniente conversar acerca de esas inquietudes" explica la profesional. Agrega que es aconsejable descubrir los intereses de los menores preguntando, por ejemplo: ¿Por qué te gustaría ese juego electrónico? ¿Por qué deseas ese robot?... "Hay que conocer los puntos con los cuales el niño se identifica para comprender sus gustos y sus motivaciones; sin embargo, si a los padres les parece que el regalo es inaccesible, será necesario explicarle las razones de estos límites", sostiene la psicóloga.

Añade Miriam Pardo que es fundamental brindar las explicaciones dentro de un clima afectivo. No se debe hacer sentir culpable a un hijo quien, inocentemente, pide algo desproporcionado. "Por el contrario, es vital brindarle sostén poniéndose en su lugar, para que se sienta comprendido, y luego darle a conocer los propios puntos de vista".

Si bien la frustración puede ser mal vista en nuestra sociedad es importante tener presente que tanto la frustración como el sentido de la propia carencia son fundamentales para el enriquecimiento del ser humano. En caso de que a la persona siempre se le hiciera el gusto, y se desarrollara sin conocer lo que es tener una frustración, nunca podría aprender a resolver los problemas que aparecen en la vida. Lejos de propiciarse la salud mental del sujeto, habría muchas posibilidades de aparición de problemas psicológicos.

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