Buen marcador, pero apurado con el balón entre los pies. Un pecado capital en el Barça, que exige a todos sus zagueros un buen trato a la pelota y facilidad a la hora de superar líneas con los pases. Este concepto se le atragantó a José Martín Cáceres (Montevideo, Uruguay, 1987), tan querido dentro del vestuario azulgrana como poco utilizado por el entrenador Pep Guardiola. Ya no cuenta; ayer se entrenó por primera vez con el Juventus, italiano, que ha logrado su cesión y pagará íntegramente la ficha del central por un año. Se guarda, además, una opción de compra de 11 millones más otro por variables.
Cáceres siempre hizo lo posible por integrarse en el equipo. "Hablas muy rápido y apenas se te entiende...", le dijeron miembros del cuerpo técnico, los compañeros e, incluso, los medios de comunicación. "Y se esforzó por cambiar", destaca Piqué, central que compitió con el uruguayo por el puesto; pero, lejos envidias o rencillas, se llevaron la mar de bien. "Es un fenómeno. No se queja y siempre tiene una sonrisa en la cara", le elogió Xavi. "Nunca ha puesto una mala cara y siempre se ha mostrado optimista", subrayaron en el cuerpo técnico. "Estoy para lo que se me pida", solía argumentar el futbolista. "Le echaremos mucho de menos porque era un parte importante en el vestuario", conviene ahora Piqué.
La plantilla recuerda con alborozo los primeros días de Cáceres en el equipo. No podían contener la risa. "¡Agua, agua!", gritaba el uruguayo cuando quería que le pasaran la pelota. También sorprendió su hiperactividad. No paraba. "Es un auténtico torbellino", le definió Sylvinho. "Sí, se parecía un poco a mí...", bromea Piqué. Y tampoco se enfadaba, por más que Guardiola no le diera minutos (1.524); fue el que menos jugó de la plantilla oficial, por detrás de Gudjohnsen (1.549) y Hleb (1.703). "Cuando se gana, uno no puede quejarse", reflexionaba entonces Cáceres, un tanto resignado.
Le faltaba continuidad para sentirse lleno. "No estoy decepcionado porque sé que es difícil jugar", susurraba con la boca pequeña. Mientras, Guardiola se esmeraba en insistirle en los conceptos tácticos y en enseñarle los secretos de la defensa zonal. Pero no fue suficiente. Así se aclaró al final del curso, cuando contra el Chelsea y en las semifinales de la Champions el equipo se quedó sin más centrales que él y Piqué, por diversas lesiones y sanciones. Guardiola, sin embargo, reconvirtió al medio Touré.
"Por temperamento, técnica y características, debería acoplarse rápido al fútbol italiano", anuncia Alessio Secco, director deportivo del Juve. Así lo cree Luis Suárez, delantero del Ajax y compañero de la selección. "Es fuerte y decidido, además de un futbolista excepcional. Seguro que se ganará el sitio en el Juventus". Allí gritará "¡agua!" y, manteniendo su manía exhibida en el Barça, se mojará las dos medias hasta empaparlas antes de jugar. Le aguarda el calcio; le disfrutará la plantilla juventina.
Cáceres siempre hizo lo posible por integrarse en el equipo. "Hablas muy rápido y apenas se te entiende...", le dijeron miembros del cuerpo técnico, los compañeros e, incluso, los medios de comunicación. "Y se esforzó por cambiar", destaca Piqué, central que compitió con el uruguayo por el puesto; pero, lejos envidias o rencillas, se llevaron la mar de bien. "Es un fenómeno. No se queja y siempre tiene una sonrisa en la cara", le elogió Xavi. "Nunca ha puesto una mala cara y siempre se ha mostrado optimista", subrayaron en el cuerpo técnico. "Estoy para lo que se me pida", solía argumentar el futbolista. "Le echaremos mucho de menos porque era un parte importante en el vestuario", conviene ahora Piqué.
La plantilla recuerda con alborozo los primeros días de Cáceres en el equipo. No podían contener la risa. "¡Agua, agua!", gritaba el uruguayo cuando quería que le pasaran la pelota. También sorprendió su hiperactividad. No paraba. "Es un auténtico torbellino", le definió Sylvinho. "Sí, se parecía un poco a mí...", bromea Piqué. Y tampoco se enfadaba, por más que Guardiola no le diera minutos (1.524); fue el que menos jugó de la plantilla oficial, por detrás de Gudjohnsen (1.549) y Hleb (1.703). "Cuando se gana, uno no puede quejarse", reflexionaba entonces Cáceres, un tanto resignado.
Le faltaba continuidad para sentirse lleno. "No estoy decepcionado porque sé que es difícil jugar", susurraba con la boca pequeña. Mientras, Guardiola se esmeraba en insistirle en los conceptos tácticos y en enseñarle los secretos de la defensa zonal. Pero no fue suficiente. Así se aclaró al final del curso, cuando contra el Chelsea y en las semifinales de la Champions el equipo se quedó sin más centrales que él y Piqué, por diversas lesiones y sanciones. Guardiola, sin embargo, reconvirtió al medio Touré.
"Por temperamento, técnica y características, debería acoplarse rápido al fútbol italiano", anuncia Alessio Secco, director deportivo del Juve. Así lo cree Luis Suárez, delantero del Ajax y compañero de la selección. "Es fuerte y decidido, además de un futbolista excepcional. Seguro que se ganará el sitio en el Juventus". Allí gritará "¡agua!" y, manteniendo su manía exhibida en el Barça, se mojará las dos medias hasta empaparlas antes de jugar. Le aguarda el calcio; le disfrutará la plantilla juventina.
EP-E
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