La “pelagia noctiluca” es la variedad que más se está
extendiendo, aseguran los científicos, que arrastradas por ola y
corrientes han sido la pesadilla de los bañistas en los centros
turísticos, pero ahora además están costando fondos importantes a
los Estados costeros debido a los daños materiales que causan y a su
distorsión de la pesca.
Como referencia de la situación, la Cruz Roja Española afirma haber tenido que atender hasta 400 pacientes por día, debido a las consecuencias del contacto con los filamentos de las aguas-vivas.
La invasión es cada vez mayor y más frecuente
Además de que el número parece haberse multiplicado exponencialmente,
en las temporadas anteriores la presencia de estos invertebrados era
aleatoria: nadie sabía porqué pero había años con muchas y años con
pocas. Ahora desde 2010 en adelante la tendencia ha sido constante al
aumento y la Unión Europea ha comenzado a financiar un proyecto para
estudiar lo que ocurre. Los técnicos ya hablan de redes
protectores para la playa e incluso aplicaciones en los smartphones para
que los asistentes a la costa denuncien situaciones de mayor riesgo.
Además del Mediterráneo, la invasión alcanza ahora al Mar Báltico y
el Mar del Norte, ambos por lo general libres del fenómeno, pero ahora
con abundancia letal para los peces. El fenómeno tampoco es solo
europeo, China y Japón denuncian similares proliferaciones, y la ciencia
ya estudia en las costas africanas de Namibia la desaparición de su
mayor riqueza ictícola, las sardinas, debido al fenómeno.
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