En Durango, un montañoso Estado al noroeste de México, hace unos tres
años comenzaron a aparecer cuerpos. El 11 de abril de 2011 las
autoridades descubrieron 89 cadáveres en una fosa común. Hallarían 22 más.
Para febrero de 2012, los muertos eran 331. Ahora la cuenta ronda los
350. El Gobierno mexicano atribuye esas víctimas, de las que solo 37 han
sido identificadas, a Mario Núñez Meza alias M-10 o El Mayito, detenido esta semana en Ciudad Juárez, Chihuahua, en la frontera norte del país.
Núñez Meza es, según las autoridades, un cercano colaborador de Joaquín El Chapo Guzmán, el líder del cartel de Sinaloa. Un informe de la inteligencia norteamericana de 2010
califica la organización como “la red de narcotráfico más grande del
mundo”. En los últimos 10 años, ha introducido 200 toneladas de cocaína a
EE UU. La fortuna de Guzmán está calculada en mil millones de dólares y
el capo ocupa el sitio 65 de la lista de Forbes.
Un testigo protegido del Gobierno de Estados Unidos señaló a Núñez
Meza, de 39 años, como el que inició y encabezó la ofensiva del cartel
de Sinaloa para apoderarse de Ciudad Juárez, la principal entrada de narcóticos a Estados Unidos. La lucha entre carteles causó más de 8.000 muertes entre 2008 y 2011. El detenido es, según las autoridades, también sospechoso de ordenar el asesinato de al menos cuatro agentes de policía.
Las autoridades mexicanas han detallado que Núñez fue encontrado en
una casa de seguridad en Juárez donde guardaba una ametralladora, varias
armas y 14 explosivos del mismo tipo de los que se utilizaron para detonar un coche bomba en la ciudad en 2010. El arresto ocurrió sin que se detonara un arma.
El portavoz del gabinete de seguridad, Eduardo Sánchez, dijo este
jueves que Núñez Meza es uno de los 122 “objetivos relevantes” que el
Gobierno de Peña Nieto se ha marcado en la ofensiva contra el
narcotráfico. Hasta el momento han capturado a 63, detalló. No se ha
difundido una lista con los nombres de los perseguidos.
Desde el inicio de su Gobierno, el 1 de diciembre del año pasado, Enrique Peña Nieto ha marcado distancia de la estrategia mediática del expresidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012),
que solía presentar a los capos detenidos en ruedas de prensa que se
emitían en horario de máxima audiencia. El nuevo Gobierno ha optado por
un mensaje mucho más discreto. El supuesto delincuente no es expuesto
ante las cámaras y las autoridades se limitan a informar de la
operación.
La sangrienta lucha contra el narcotráfico, emprendida por Calderón
al inicio de su Gobierno, ha dejado al menos 70.000 muertos y cerca de
30.000 desaparecidos en los últimos siete años.
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