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jueves, 6 de junio de 2013

Tienda No todos los banqueros merecen ir a prisión. Algunos merecen ser condenados a galeras

Últimamente pasan cosas rarísimas en España. Como si hubiese algún fallo en Matrix. Monjes budistas que se vuelven psicópatas. Aznar con más músculos que Rafa Mora. El Barça ficha un jugador con el estilismo de Cristiano y la ganas de fiesta de Guti. Y encima ahora van y encarcelan a un banquero. Y no a cualquiera, sino a Miguel Blesa, que dirigió Caja Madrid y es amiguito íntimo de Aznar. Probablemente, el expresidente ya le ha llamado para que no se preocupe. Si no puede sacarle del trullo con sus influencias, siempre le queda la posibilidadad de abrir las rejas con sus descomunales músculos de superhéroe neoliberal.
¿De qué se acusa a Blesa? Básicamente, de dirigir Caja Madrid con mayor temeridad que un farlopero jugando al Monopoly. Entre sus lindezas, destaca la de comprar un banco ianqui cuando en EEUU despuntaba la crisis (eso que aquí llamábamos “ligera desaceleración”). O realizar acciones bancarias arriesgadas sin consultar a expertos. Ni lanzando un cóctel molotov contra las reservas de billetes de Caja Madrid se podría causar mayor daño que el provocado por Blesa. Por eso, el juez ha definido su gestión como “aberrante” y “sin la más mínima diligencia”. Blesa no sería insultado así ni que entrase en una acampada del 15M conduciendo un Hummer chapado en oro.
La sentencia del juez ha sido igual de conundente: prisión incondicional. Esta vez, sin fianza, ya que la anterior vez estuvo en prisión menos de 24 horas. Le pidieron 2,5 millones de fianza, pero en el bolsillo solo llevaba 2 millones y pico en calderilla, y le costó un poquito reunir el resto. Blesa era un hombre que le gustaba vivir al límite, arriesgarlo a todo, surfear el peligro. Por eso, imaginamos que nada le reconfortará más que agacharse a recoger el jabón en las duchas del trullo.

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