
Aunque
inicialmente la esperanza de la juventud española se centraba en
nuestros primos ricachones europeos, nada. Los franceses están igual de
jodidos pero lo disimulan mejor y los alemanes son unos cabezas
cuadradas que nos piden cosas raras como trabajar.
Así que, ni cortos ni perezosos (bueno, un poco de ambos sí que somos), nuestros jóvenes han puesto su mirada más allá de las estrellas y
la búsqueda de curro ha dado el salto a un nivel interestelar. Cada
noche, en zonas de conocida afluencia de OVNIS (Montserrat, Canarias, el
parking de Masía...) se amontonan decenas de licenciados vestidos con traje, currículum en mano, mirando a la bóveda celeste; a la espera, quizás, de un rayo tractor hacia un nuevo curro.
“A mi me pilló un rayo de esos” - comenta Andrés, estudiante de sociología - “muchas
pruebas, preguntas incómodas, test psicotécnico, sondas anales. Vamos,
lo normal de una entrevista en España. Pero nada. Los cabrones sólo me
enviaron un mensaje en letras raras. No sé lo que ponía, pero olía a la milla a “Gracias, ya le llamaremos” ”.
Desde la mesa de la Comisión Española para el Empleo Interestelar,
presidida por Iker Jiménez y Lolo –gerente del Bar-Brasería Lolo, sede
central de la comisión– aseguran que, en estos casos, la burocracia es
lenta. La demanda, escasa y el desconocimiento por parte de los aliens
sobre nuestras capacidades es todavía alto, por suerte.
Por otro lado, entre los esperanzados jóvenes existe la leyenda de alguien que consiguió un curro fijo, digno y bien pagado. Pero, como todos sabemos, eso pasó “hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana”.
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