Una compañía canadiense, Energy Fuels Resources, quiere reabrir una
mina de uranio a tan solo 9,6 kilómetros del Gran Cañón del Colorado, un
impresionante espacio natural que atrae a unos 4,5 millones de
visitantes al año. La empresa ha obtenido la aprobación del Servicio
Forestal Federal, a pesar de que existe una ley firmada por el
presidente Barack Obama en 2012 que prohíbe abrir cualquier explotación
de este material en un área de un millón de acres (más de 400.000
hectáreas) alrededor del parque nacional en los próximos 20 años. Sin
embargo, según la compañía, esta regulación no les afecta, ya que obtuvo
un permiso inicial en 1986. El portavoz de la empresa, Curtis Moore,
dijo en un comunicado que “el Servicio Forestal ha estudiado la revisión
del permiso con una perspectiva actual y ha resuelto que es adecuada su
apertura”.
La fecha de esa autorización es uno de los argumentos en contra de
los ecologistas, preocupados por que contamine el acuífero Muro Rojo,
“la mayor fuente de suministro de agua al Gran Cañón aparte del río
Colorado”. Grupos como Grand Canyon Trust, Sierra Club y el Centro para
la Diversidad Biológica tienen previsto pedir una revisión del permiso,
ya que lo consideran obsoleto. “En la actualidad contamos con datos
nuevos que indican que las operaciones mineras alrededor del Gran Cañón
tienen un impacto adverso para el medio ambiente”, aseguró en un
comunicado la ONG Sierra Club.
La firma argumenta que poco ha cambiado. “1986 tampoco está tan lejos. Además, estas son minas pequeñas, de no más de 20 acres (poco más de ocho hectáreas)”, ha dicho su portavoz.
Entre las cuestiones que sí han variado desde entonces está la regulación del gas radón —producto que resulta de la desintegración del radio—, una sustancia que, según los ecologistas, va a contaminar la zona si la apertura de la mina sigue adelante. Mientras que el uranio y el radio son materiales radiactivos que se producen de forma natural, cuando estos se concentran en las galerías crece su radiactividad, lo que puede contaminar el suelo y el agua alrededor de la mina, según la Agencia de Protección Ambiental de EE UU (EPA, por sus siglas en inglés) en su web. Desde 1879, la EPA informa de que los trabajadores de las minas de uranio tienden a padecer problemas pulmonares, como el cáncer de pulmón.
Los recursos de uranio en la llamada Franja de Arizona representan el 40% de las reservas de todo EE UU, según la revista digital mining.com. Tras el final de la guerra fría, la demanda de uranio se redujo y lo mismo hizo su precio, explica The Wall Street Journal. Ahora, con el mercado mundial en auge, y con esta resolución en la mano, puede que muchas empresas de la zona aprovechen esta resolución para reabrir sus minas. En la región del Gran Cañón existen 3.000 minas que sostienen estar en las mismas circunstancias.

La firma argumenta que poco ha cambiado. “1986 tampoco está tan lejos. Además, estas son minas pequeñas, de no más de 20 acres (poco más de ocho hectáreas)”, ha dicho su portavoz.
Entre las cuestiones que sí han variado desde entonces está la regulación del gas radón —producto que resulta de la desintegración del radio—, una sustancia que, según los ecologistas, va a contaminar la zona si la apertura de la mina sigue adelante. Mientras que el uranio y el radio son materiales radiactivos que se producen de forma natural, cuando estos se concentran en las galerías crece su radiactividad, lo que puede contaminar el suelo y el agua alrededor de la mina, según la Agencia de Protección Ambiental de EE UU (EPA, por sus siglas en inglés) en su web. Desde 1879, la EPA informa de que los trabajadores de las minas de uranio tienden a padecer problemas pulmonares, como el cáncer de pulmón.
Los recursos de uranio en la llamada Franja de Arizona representan el 40% de las reservas de todo EE UU, según la revista digital mining.com. Tras el final de la guerra fría, la demanda de uranio se redujo y lo mismo hizo su precio, explica The Wall Street Journal. Ahora, con el mercado mundial en auge, y con esta resolución en la mano, puede que muchas empresas de la zona aprovechen esta resolución para reabrir sus minas. En la región del Gran Cañón existen 3.000 minas que sostienen estar en las mismas circunstancias.
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