SE llama Aitor Durán López y
es de Gasteiz. Acaba de volver a Pekín procedente de un viaje a un
destino muy peculiar: una semana en Corea del Norte en medio de las
amenazas nucleares. Recomienda el viaje a ojos cerrados para que la
gente pueda conocer una cosa muy diferente, que no van a conocer en
ninguna otra parte del mundo, y también para ver, "una sociedad
organizada de forma única y que además funciona perfectamente".
Antes este geólogo, que trabaja en Madrid desde que se
trasladase allí en 1999 para terminar sus estudios de Geología en la
Universidad Complutense, tenía el concepto de que en cualquier sistema
político comunista o relacionado con el comunismo, al final la gente
pasaba hambre o terminaba sufriendo la pobreza, por lo que, al final el
comunismo no era un buen sistema.
Ahora no lo tiene tan claro y se pregunta si quizá es lo que
nos han vendido, o quizás si es a lo que han tendido otros sistemas
porque han acabado por corrupción. "Pero en el caso de Corea del Norte
la corrupción tampoco existe, ya que el que se atreve a robar aunque
sean cinco euros tiene que reconocerlo en público, ante sus compañeros y
su familia, y esto supone una vergüenza absoluta, y además se despide
de un buen futuro laboral".
Para Durán, así se da un buen ejemplo a la población y los
dirigentes cumplen con lo que están vendiendo y esto hace que los
ciudadanos confíen más en el sistema, mientras que en otros países no
ves así las cosas y sólo se percibe a los líderes viviendo a un nivel de
vida diferente.
Lo que ha visto en Pyongyang es que, "allí no se estila tanto
el tema de qué es cada uno y se piensa más en el bien común del país. Si
el país va bien, pues entonces todos van bien. Es una organización de
la sociedad diferente, que nos ha sorprendido y realmente vemos que
funciona muy bien, probablemente no funcionaría en muchos otros sitios,
pero en Corea del Norte es un gran ejemplo de que es un comunismo de
este tipo y lo tienen muy bien".
De padre extremeño y madre gasteiztarra, este vasco explica en
la entrevista a DEIA que el viaje a Corea del Norte es sobretodo
sorprendente porque "te esperas un poco lo que vienes viendo y oyendo
por todas partes y no se parece mucho, la verdad".
"una sociedad bien organizada" Se
sorprendió de encontrarse con una sociedad absolutamente normal y
tranquila. Normalidad en el sentido de que "por las calles ves a la
gente que va a trabajar o a estudiar, todo muy ordenado, todos trabajan
en común, todo muy bien organizado y nada como me imaginaba", argumenta.
Hoy regresará a Madrid, a donde se lleva "un poco todo". Les
han enseñado desde hospitales, a monumentos, la frontera con Corea del
Sur, zonas de ocio como un gimnasio con más de 150 máquinas, una pista
de patinaje nueva, un espectáculo musical y también un espectáculo en un
delfinario.
Hasta han podido salir por las noches a dar un paseo, pero
siempre en compañía de un guía. "Quieren tener todo controlado, sobre
todo a un occidental, por el temor al qué puede estar haciendo, qué
puede estar fotografiando", comenta.
Le gusta explicar con detalle cada dato o curiosidad que ha
aprendido o vivido en el viaje organizado por Alejandro Cao de Benós, el
delegado español especial honorario de Corea del Norte y delegado
especial del Comité de Relaciones Culturales con el Extranjero.
"Allí vienen de una crisis importante y aparte de recuperarse
de las guerras que han pasado, también están recuperando muchas zonas,
construyendo muchas cosas nuevas a un ritmo muy elevado porque esperan
un crecimiento importante en los próximos años", explica Durán.
Con su grupo de veinte turistas extranjeros en total,
comprobaron que se estaban haciendo muchos monumentos al padre del líder
actual, Kim Jong-un, porque en vida no quería los monumentos.
En Corea del Norte, la gente al principio le miraba un poco
extrañada por el mero hecho de que no están acostumbrados a ver a
occidentales, lo cual ocurre en la mayoría de los pueblos y algunas
ciudades de muchos países asiáticos, ya que les llama la atención las
caras occidentales con ojos y narices grandes, pero tras un primer
saludo, le recibieron con muchas sonrisas y amabilidad.
Durán no hace una sola crítica a Corea del Norte en toda la
entrevista, ni a su gasto en el programa nuclear, y se asemeja a un
norcoreano más por su tranquilidad y serenidad.
Explica que la comida norcoreana es más parecida a la
occidental que a la china, con una dieta rica en arroz y kimchi, hecho a
base de verdura fermentada y con sabor salado y picante. Durán
considera que en Corea del Norte el problema es que no tienen muchas
zonas donde cultivar, ni donde puedan pastar y tener animales, por lo
que tampoco tienen leche, por lo que suelen tomar yogur de cabra, ya que
la cabra come cualquier cosa del campo. Y en agricultura, por ejemplo,
les falta fruta porque no tienen frutales. "El problema de este país es
que al tener un bloqueo tan fuerte desde fuera pues les es complicado
adquirir estos productos. Tienen que buscar acuerdos muy específicos con
países y no es tan sencillo", comenta.
no existe el paro "Hambre
no se pasa", añade, ya que según ha visto él, a cada persona se le
asigna medio kilo de arroz al día, además de huevos y tofu, incluso
cerveza, y con ello toda la alimentación básica está garantizada.
Además, subraya la ausencia de paro, ya que la población elige entre la
educación, el trabajo o el Ejército y así siempre cuenta con un salario.
Este joven cree además, que la sociedad norcoreana apoya
incondicionalmente a su líder Kim, en el que confían para dejar en sus
manos tanto las decisiones militares, como la forma de tratar el
conflicto nuclear. "Me parece que es el sitio de donde más mentiras se
cuentan por los intereses", recalca Durán, para quien los norcoreanos
"están un poco aislados, pero tienen un sistema que funciona muy bien y
lo quieren preservar del capitalismo, no quieren que el capitalismo
entre y corrompa esta sociedad tan bien creada que tienen".
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