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martes, 30 de abril de 2013

Corea Democrática rechaza dialogar bajo presión

Imagen activaPor Pedro Blas García *

La Habana (PL) La República Popular Democrática de Corea (RPDC) recurre sin artificios a la memoria histórica y la larga cadena de incumplimientos de Estados Unidos con respecto a las sucesivas crisis en la península. Desde el 27 de julio de 1953, cuando se firmó el armisticio de la guerra en la región, ninguno de los gobiernos estadounidenses aceptaron concluir esa tregua como un acuerdo de paz.

Entre 1950 y 1953, tanto el entonces presidente Harry Truman como quienes le sucedieron mencionaron el posible uso de armas atómicas para "ganar" la contienda pero la candente Guerra Fría impidió ejecutarla.

La entonces Unión Soviética y China resultaron un obstáculo para el único y exclusivo interés de Estados Unidos, a lo que se sumó la cada vez mayor capacidad de la RPDC para enfrentar la agresión.

El general Douglas MacArthur, veterano de la Segunda Guerra Mundial, cuestionado por sus "dotes" militares en Okinawa y Corregidor, Filipinas, llegó a proclamar que arrojar de 30 a 50 bombas atómicas en las regiones fronterizas entre Corea y China "creará una zona de radiactividad, donde nada que tenga vida podrá sobrevivir durante 60 años, o hasta 120 años."

Tales disparatadas "opciones" obligaron a destituirlo pero sin dejar de mantener en todo el Sureste asiático la disposición de la aviación estratégica estadounidense, entre ellos los B-52, cargados con armas nucleares.

ULTERIOR A LA FIRMA DEL ARMISTICIO

Tras la firma del mencionado armisticio, Washington oficializó en el propio año 1953 un llamado "Plan venganza", destinado a la expansión de la guerra y comenzó la dislocación de tropas especializadas en lo que se denominó Grupo Atómico, integrado por la División 7 y la División Blindada número 1.

Esas dos agrupaciones fueron estacionadas en Corea del Sur y dotadas con los misiles portadores de armas nucleares Honest John, los más avanzados para la época.

En la década, se incrementaron hasta más de 50 mil los efectivos militares estadounidenses, fueron completadas cinco unidades de combate especializadas en "batallas atómicas", así como otros cohetes de mediano alcance tipo Hawk.

Entre 1960 y 1978, Estados Unidos firmó con el régimen de Seúl un convenio para el desarrollo conjunto de armas nucleares, ensayos bélicos y suministros de materiales, y ordenó vuelos de "inspección" sobre la zona desmilitarizada de Panmunjom, paralelo 38 y línea divisoria de la parte sur y norte de la Península.

Por esos años, como en ningún otro lugar del mundo, Washington ratificó su política de uso preventivo del arma nuclear e inició ejercicios militares junto a Corea del Sur y Japón, con equipamiento incluso de los nuevos misiles de capacidad nuclear Lance.

Publicaciones como la revista Defense Monitor, llegaron a mencionar que en Surcorea se habían instalado al menos 80 ojivas nucleares.

ÉPOCAS POSTERIORES

Los ejercicios militares, de fuerzas surcoreanas y estadounidenses, se hicieron habituales a partir de 1978, con incrementos y despliegue cada vez mayor de hombres y equipamiento de alta tecnología.

Tras el ascenso de William Clinton a la Casa Blanca, en 1993, hubo contacto con cierta sistematicidad entre Pyongyang y Washington, con visitas del expresidente James Carter a la RPDC en 1994, así como de Madeleine Albright, secretaria de Estado, en el 2000.

En ambos casos, hubo intentos de formalizar un acuerdo de paz y de una u otra manera, se sentaron las bases para lograrlo, las cuales quedaron sin concretarse luego de la toma de posesión de George W. Bush, en el 2002.

Pyongyang recientemente denunció los incumplimientos estadounidenses para ser consecuentes en el diálogo, incluso cuando en el 2012 se retomaron las llamada conversaciones a seis bandas, con la participación de la RPDC, China, Estados Unidos, Rusia, Japón y Corea del Sur.

Las nuevas tensiones están avaladas por esos principios denunciados por Pyongyang, cuyo Gobierno reitera una y otra vez la hostilidad estadounidense basada en el intento de desarmar a la nación del norte y destruir el socialismo.

De tal manera, el notable incremento de las maniobras bélicas y las continuas presiones políticas y diplomáticas contra la RPDC demuestran que Estados Unidos desea cerrar un círculo de presión de manera inaceptable y esgrimiendo actitudes prepotentes y humillantes.

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