Actualmente se sospecha que la economía sumergida equivale a cerca
del 21,5% del Producto Interior Bruto (PIB) de España. De esta cifra,
entre 50.000 y 56.000 millones se escapan por el agujero del fraude fiscal, según el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, Gestha.
Aunque España no está en la lista de países con más evasión
(encabezada por EEUU, Bolivia, Rusia, Italia, Grecia e Irlanda, según el
Banco Mundial) el Gobierno está reforzando su batalla contra el fraude.
A la lista con los mayores defraudadores que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quiere hacer pública, o a la amnistía fiscal, que pretendía regularizar parte del dinero negro en circulación y por la que se han recaudado 1.200 millones de euros, se suma el anuncio de la contratación de personal especializado para acabar con ello.
Pero ¿cuáles son los mecanismos más comunes para rebajar la factura fiscal en nuestro país?
José María Mollinedo, secretario general de Gestha, afirma que pasan
desde ocultar ventas hasta evadir impuestos a paraísos fiscales. Van
desde las más burdas prácticas de personas no asesoradas, a las más
complejas que son las que llevan a cabo las grandes multinacionales.
Pequeñas empresas
El fraude más común y más fácil de realizar en España tiene que ver con ocultar ventas para ahorrarse pagar el IVA. Es una práctica llevada a cabo por autónomos o pequeñas empresas
(aquellas que facturan hasta 12 millones al año), que consiste en
declarar menos operaciones de venta de las realizadas en realidad.
Aunque se han producido, no se contabilizan en las cuentas de la
compañía con lo que no se registra el tipo impositivo que soportan.
En concreto, de un estudio de la consultora i2 Integrity se desprende
que el Estado deja de ingresar unos 18.000 millones por impago del
impuesto sobre el valor añadido.
Además, este tipo de empresas tiende a aumentar artificialmente sus gastos.
Es muy común llevar costes de la actividad personal del empresario o
autónomo a las cuentas de la compañía, para obtener una ventaja fiscal.
Es el caso, por ejemplo, de quien pasa el recibo de la compra de un
ordenador personal a la compañía y obtiene una mayor desgravación final
por ello.
Medianas empresas
Las empresas de tamaño medio (facturan entre 12 y 45 millones de euros al año) se caracterizan por estructuras de tramas más complejas que van desde no prestar los servicios contratados hasta realizar facturas falsas o falseadas
como método más común para obtener algún tipo de beneficio fiscal.
Recibos falsos que muestran una operación que no se ha producido y
falseados en los que alguno de sus elementos es irreal.
Para este método fraudulento tienen mayor facilidad las comapñías que
manejan mucha mano de obra irregular, dispuesta a aceptar indicaciones
para anotar en las facturas diferentes irregularidades a cambio de una
rebaja y recibir en negro. O las que crean una o un grupo de sociedades interpuestas,
normalmente, domiciliadas en provincias o regiones distintas a la
principal, que facturan recíprocamente, con el fin de rebajar el IVA.
En base a esto, el Gobierno aprobó en abril limitar el pago en efectivo a 2.500 euros al menos en las que intervenga un empresario profesional para tratar de acabar con este tipo de operaciones.
Grandes empresas y fortunas
Los españoles o empresas que amasan las mayores fortunas en el país
también utilizan diferentes técnicas para engordar su dinero y evitar
ciertas cargas fiscales.
La evasión fiscal es la práctica preferida por las
compañías de mayor tamaño y las grandes fortunas. En este sentido, los
técnicos de Hacienda apuntan que el 71% de la evasión fiscal es obra de este colectivo,
frente al 10% de los autónomos y el 17% de pymes. Los expertos
califican estos métodos como "abusivos o agresivos", que consisten en
utilizar artificios para no pagar impuestos en nuestro país.
La clave para las multinacionales es la ubicación especial de sus
filiales o la creación de sociedades pantalla en las que figuran
testaferros para ocultar los nombres de sus principales. Según Gestha,
las mayores 5000 empresas españolas tienen delegaciones en paraísos
fiscales o en países con menor tributación que la española, como
Irlanda, Países Bajos, Luxemburgo o las Islas Vírgenes Británicas, para
derivar sus beneficios.
Utilizan prácticas comúnmente conocidas como el 'sandwich holandés' ó el 'doble irlandés'
que reduce los impuestos gracias al envío de ganancias a través de
filiales holandesas o con sede en Irlanda que luego se trasladan al
Caribe.
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