En el mundo de Mariano Rajoy,
gran amante del ciclismo, los triunfos se cuentan por etapas. Y lo
único importante es llegar, acabarlas. El presidente termina el año,
según varios de los marianistas consultados, con una gran sensación de
tranquilidad. Está convencido de que ha hecho lo más difícil, superar la
durísima crisis del verano, cuando el rescate era inminente, llegar a
final de año sin pedirlo, y aguantar dos huelgas generales y la creciente crítica social por los durísimos recortes sin perder el feudo de Galicia
y sin que la oposición haya levantado cabeza, al menos según las
encuestas. “Lo peor ha pasado, hemos tocado fondo”, es la frase más
escuchada entre los colaboradores del presidente. Y con ese espíritu
afrontan el segundo año del mandato. Sin embargo, todos son conscientes,
aunque en público busquen eufemismos, de que los datos del balance son
pésimos, sobre todo en empleo. Y lo peor: lejos de mejorar, van a seguir
empeorando al menos durante la primera mitad de 2013. Por eso el
presidente se prepara de nuevo para su gran especialidad, aguantar, en
un año en el que se da casi por segura la temida cifra de seis millones
de parados. Probablemente llegará en la primera Encuesta de Población
Activa del año, en febrero. A eso se refiere Rajoy cuando dice que el año “terminará mejor de lo que [el próximo] va a empezar”.
La sombra del rescate
Rajoy está muy contento porque ha acabado 2012 sin pedir el rescate.
La prima sigue alrededor de 400 puntos, pero no pasa de ahí. Las
empresas, ahogadas por unos costes de financiación inasumibles, le
presionan para que lo pida. Cualquier complicación internacional, la
crisis de EEUU, las elecciones en Italia o la recesión que se
avecina en el corazón de Europa lo puede precipitar. Y si los datos de
la economía española no mejoran algo para el verano es casi seguro que
llegará. Por tanto, esa sombra le va a perseguir de nuevo en 2013, pero
el presidente confía de nuevo en resistir.
La rivalidad con Italia. Monti cae y hay elecciones en febrero
El marianismo miró desde el primer día de su mandato a Italia. Rajoy y
Mario Monti llegaron al poder casi a la vez, de formas muy distintas.
Rajoy presumía de su mayoría absoluta frente al tecnócrata no elegido
por las urnas, pero Monti le ganó la partida, logró que la prima
italiana bajara muy por debajo de la española. Y toda la presión europea
se fue a La Moncloa. La gráfica de las dos primas de riesgo es uno de
los datos más demoledores para el presidente. Y en el prestigio en los
medios internacionales, también. Pero Rajoy es hombre paciente y en su
entorno siempre lo decían: el italiano tiene fecha de caducidad. La caída de Monti, a pesar de que era un buen y fiel aliado para presionar a Angela Merkel,
les sirve a los marianistas para exhibir ese gran valor de su mayoría
absoluta y su estabilidad política. El viernes en La Moncloa el
presidente dijo que esa estabilidad “tiene un gran valor económico”. Y
esa es su gran fuerza en Europa: todos van cayendo poco a poco, Sarkozy
incluido, mientras que él tiene tres años por delante con una comodísima
mayoría absoluta para aprobar los recortes que sean necesarios. Ese es
el mensaje que todos los negociadores españoles repiten en Bruselas.
Al fin, Rajoy como alumno aventajado del sur de Europa.
Las elecciones en Italia serán en febrero. Rajoy confía ahora, con la
debilidad e inestabilidad italiana, en convertirse en el alumno
aventajado de los recortes en el sur de Europa que aspiró a ser desde el
principio. De hecho, su primera estrategia fue acercarse a Merkel, ser
su socio más fiel frente a la inestable Italia, de la que intentaba
alejarse. Esa maniobra salió muy mal. Rajoy confiaba en que Merkel fuera
flexible con España. Ella no lo fue, le forzó al rescate bancario y
poco a poco se fueron distanciando. Hasta que en junio, harto de su
inflexibilidad y agobiado por la recesión española, Rajoy se colocó con
Monti y François Hollande frente a la alemana.
Las elecciones alemanas: La Moncloa espera la gran coalición CDU-SPD
En La Moncloa tienen apuntada otra fecha clave en el calendario político,
mucho más relevante que la italiana: las elecciones alemanas de otoño.
Están convencidos de que ganará Merkel otra vez, pero habrá gran
coalición con los socialdemócratas del SPD y no con los liberales, como
ahora. Eso presionará a la canciller para suavizar su política de
austeridad a toda costa, confían en La Moncloa. Curiosamente, a Rajoy le
interesa más un buen resultado del centro-izquierda, como pasó en
Francia con Hollande, para defender los intereses españoles. Con los
liberales alemanes la relación del Gobierno español ha sido muy difícil
desde el principio. De hecho, muchos les culpan de la inflexibilidad de
Merkel en algunas cuestiones. Aunque el verdadero problema alemán, para
Rajoy, está en el Bundesbank, el que más se opone al rescate español.
Visita a Obama en la Casa Blanca y viaje a China
Rajoy tiene este año una agenda internacional cargada, que incluye un
probable viaje a China a la búsqueda de inversores, pero sobre todo el
primer viaje a la Casa Blanca a ver a Obama. El presidente no tiene aún
un gran perfil internacional y buscará consolidarlo. También tiene su
segundo G-20, esta vez en San Petersburgo (Rusia). En el último G-20, en
Los Cabos (México), España fue protagonista negativa —la prima se
disparó por encima de 600— y el propio Obama trató de hacer pinza con
Hollande, Monti y Rajoy para flexibilizar las posiciones de Merkel, que
en esa cumbre se quedó muy sola, aunque ganó la batalla y resistió. El
jefe del Gobierno, cada vez más centrado en las cuestiones
internacionales, sigue estudiando inglés y hace esfuerzos para usarlo
cada vez más, aunque sigue con su intérprete a todas partes. Antes de
ver a Obama, Rajoy hará un viaje importante a Latinoamérica: acudirá en
Chile a la cumbre UE-Latinoamérica, en la que podrá ver también a Merkel
y a los principales líderes europeos. También este año 2013 se vivirá
una efeméride que sin duda reanimará otro conflicto larvado. Se cumplen
300 años del Tratado de Utrecht, por el que España perdió Gibraltar. Es un asunto muy sensible para el votante del PP y muy querido por el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo.
España también completará en 2013 su retirada de Afganistán, un asunto
clave, aunque Rajoy acaba de viajar allí para prometer que seguirá de
alguna manera en el país después de esta retirada pactada.
Confianza en que Europa flexibilizará el déficit.
Lo que más le va a concentrar en 2013 es Europa. Las cumbres seguirán
siendo claves. El Gobierno confía en que Merkel y sus socios del Norte
flexibilicen las exigencias de reducción del déficit a los países del
sur en el próximo encuentro, en febrero. Europa está girando, insisten,
poco a poco, pero en el sentido que interesa a España. El hecho de que
la recesión se acerque ya al corazón de la UE ayuda, aseguran en el
equipo económico.
Cataluña: el gran problema político
La gran preocupación política para 2013 es Cataluña. Artur Mas ha
pactado con Oriol Junqueras, líder de ERC, un calendario muy claro. En el primer pleno de enero se aprobará en el Parlamento autonómico una “declaración de soberanía del pueblo de Cataluña”.
Es una declaración formal. Pero enseguida se iniciará la tramitación de
una ley de consultas y después se abrirá “un proceso de diálogo con el
Estado español para el ejercicio del derecho a decidir que incluya la
opción de convocar un referéndum”, se lee en el acuerdo CiU-ERC. Y a
finales de 2013 se dejará preparada la consulta.
Rajoy está preparado para responder a esa ofensiva. Sin embargo, muy
en su estilo, insiste en que esperará a que se mueva el Gobierno
catalán. Cuando este apruebe algo, Rajoy y los suyos recurrirán al
Constitucional. Ya lo han hecho con el euro por receta y el impuesto a
los bancos. La ley de consultas o cualquier otra iniciativa seguirán el
mismo camino.
Y mientras, Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda, utilizará los
mecanismos para hacer la vida muy difícil a un pacto CiU-ERC, que el
Gobierno quiere ver roto cuanto antes. 2013, un año en el que Cataluña
tendrá que recortar mucho más y seguirá necesitando la ayuda del Estado,
será una prueba de fuego para ese pacto. Y el Gobierno maniobrará para
dinamitarlo. Si el pacto aguanta, la consulta ilegal en 2014 es casi
segura. Rajoy recibirá a Mas al principio de 2013 —aún no hay fecha— y
tratará de rebajar el soufflé. Sin embargo, en La Moncloa no tienen muchas esperanzas y ven a Mas muy lanzado.
Completamente distinta es la situación del País Vasco. A pesar de la
irrupción de Bildu y la derrota en las urnas de los constitucionalistas
—el Gobierno vuelve a ser nacionalista tras cuatro años de pacto
PSE-PP—, Rajoy está relativamente tranquilo. Se entiende bien con Iñigo
Urkullu, el lehendakari, a quien probablemente recibirá antes
que a Mas. Él no plantea referéndums ni nada problemático para Rajoy, e
incluso parece haber cierta sintonía en los pasos a dar para el fin de
ETA, aunque el presidente de momento rechaza el acercamiento de presos
que pide el PNV.
Madrid, siempre fuente de conflictos
Madrid seguirá generando problemas políticos a Rajoy.
Ya no está Esperanza Aguirre, pero la comunidad sigue siendo
protagonista y un quebradero de cabeza para el marianismo. El presidente
ya lanzó un golpe a Ignacio González, el sucesor de Aguirre, y descartó
reformar la ley de huelga, como él pedía. Sus estilos son muy
distintos, pero también sus políticas. González ha decidido hacer
cualquier cosa para no subir impuestos, ni siquiera a los más ricos.
Mientras Rajoy los sube, él presume de no hacerlo y le deja en
evidencia. González privatiza la gestión de la sanidad de 1,2 millones
de madrileños para ahorrar 200 millones de euros, pero se niega a
recuperar el impuesto de patrimonio, como acaba de hacer Cataluña, con
el que ingresaría más de 300 millones. De manera que Madrid se está
convirtiendo en una especie de paraíso fiscal de todos los ricos de
España, que están trasladando allí su residencia, para gran enfado de
todos los presidentes autonómicos, incluidos los del PP, que ya se lo
trasladaron a Esperanza Aguirre y ahora a González.
¿El año de la primera intervención de una autonomía?
En el flanco nacional, Rajoy también tendrá que tomar decisiones
difíciles. El próximo año será el primero en que el Gobierno podrá
intervenir una comunidad autónoma. Así figura en la Ley de Estabilidad
para aquellas que incumplan los objetivos de estabilidad (límite de
deuda y déficit). Algunos territorios —por ejemplo Cataluña— ya asumen
que suspenderán y no podrán reducir el desfase entre gastos e ingresos
presupuestarios al 1,5% del PIB, como se habían comprometido este año.
Este incumplimiento pondrá en marcha un mecanismo que podrá concluir con
la intervención el próximo año. Es una decisión que solo puede tomar el
presidente.
Uno
de los problemas que más preocupaban a Bruselas sobre España a
principios de este año era la incapacidad del Gobierno para atajar el
déficit de las comunidades. Los 17 territorios autonómicos fueron
los grandes responsables de la desviación del déficit. Algunas
comunidades estaban al borde de la suspensión de pagos [la Comunidad
Valenciana necesitó la ayuda del Estado para pagar las nóminas de
enero], lo que empeoró la percepción de los mercados financieros sobre
España. Para frenar esta sangría, el Gobierno aprobó la Ley de
Estabilidad, que limitaba el déficit y la deuda pública por obligación
legal. Es una de las cosas de las que más orgulloso está Rajoy: de haber
embridado, según su visión, a las comunidades para que recorten. El
Ministerio de Hacienda se ha dotado de los instrumentos necesarios para
obligar a las autonomías a recortar y está consiguiendo una oleada de
tajos.
Obligar a las pocas comunidades que quedan a acogerse al rescate
Aun así, será difícil que Hacienda pase de las amenazas de intervenir
una comunidad. Sus responsables consideran que llegar a la intervención
supondría un enorme coste político y un deterioro para la reputación de
España en el exterior. Por eso limitan las posibles sanciones a cortar
el grifo de la liquidez que provisiona el Estado. Otra de las opciones
consiste en obligar a las comunidades manirrotas a acogerse al Fondo de
Liquidez Autonómico (FLA), el fondo de rescate estatal para ayudar a las
autonomías con problemas de liquidez (dotado con 23.000 millones en
2013), que conlleva duras exigencias de ajuste. Es una forma de
intervención indirecta. En cualquier caso, Hacienda controla cada vez
más los Presupuestos de todas las autonomías, de una manera o de otra.
Los recortes sociales van a seguir y endurecerse en 2013
En 2013, las comunidades darán una vuelta de tuerca a los recortes.
Si el año pasado se ajustaron el cinturón [aplicaron medidas por 18.000
millones], el que viene se lo tendrán que apretar al máximo. Hasta ahora
la mayor parte de los ajustes anunciados han sido recortes en
inversión, transferencias y reordenación de su funcionamiento interno
[aumento de jornada lectiva, reestructuración en sanidad], lo que ha
dejado a 130.000 empleados públicos en la cola del paro. Pero hasta
ahora los Ejecutivos regionales han evitado las medidas más polémicas,
que afectan a los servicios públicos esenciales.
Recorte de gastos del 6%: llegan los más impopulares
Pero apenas queda margen para seguir recortando gasto sin llegar al
tuétano. Las medidas más impopulares, recortes en educación y, sobre
todo, en sanidad, ya figuran en los presupuestos de 2013, que prevén
minorar los gastos más de un 6%. El año que viene llegarán los grandes
recortes al Estado de bienestar. A partir de enero comenzará una nueva
oleada de privatizaciones, recortes en la cartera de servicios públicos y
hasta cierre de instalaciones. El Gobierno calcula que las comunidades
autónomas ajustarán sus cuentas en más de 6.827 millones de euros en
2013, sobre todo por las reformas de la sanidad y la educación. Aunque
estas medidas fueron aprobadas por el Gobierno en abril, no entraron en
vigor hasta el último trimestre de año, por lo que su efecto ha sido
limitado en 2012.
Más despidos en el sector público y eliminación de empresas
Otro de los asuntos que centrarán el debate el próximo año será el
recorte del sector público empresarial. Las comunidades se
comprometieron a suprimir 675 entidades, empresas, fundaciones y
organismos públicos este año. Solo han cerrado 198. En 2013 tendrán que
eliminar las 477 empresas restantes, lo que supondrá una nueva oleada de
despidos en el sector público. Rajoy y los suyos se preparan así para
un año durísimo, con más protestas, más despidos y con un nuevo récord
de paro. Ser el presidente de los seis millones de parados no será un
trago fácil. Pero Rajoy cuenta como siempre con su enorme resistencia y
con la confianza de que 2014 será mejor y 2015, cuando llegarían las
elecciones, aún más. La fecha clave para la salida del túnel puede
coincidir con esas elecciones alemanas de otoño. Pero nada está
garantizado, y Rajoy se prepara para aguantar.
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