La gestión de la tragedia del Madrid Arena
ha causado preocupación en el PP nacional y ha puesto el foco en la
alcaldesa de la capital. La irrupción en escena de la ex presidenta de
la Comunidad y lideresa del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, ha levantado sospechas en la sede de la Alcaldía. Ana Botella y su equipo se han sentido acorralados estos días en el Palacio de Cibeles.
La alcaldesa no entiende muy bien las críticas de falta de
sensibilidad que se le han hecho por haber viajado a un hotel de lujo de
Portugal horas después del suceso que causó a muerte a cuatro jóvenes
madrileñas en un concierto. En su entorno aclaran que se trataba de una
celebración familiar, pero ella no ha querido explicarlo públicamente y
tampoco cree haber hecho nada malo. Muchos analistas se han
preguntado esta semana si Ana Botella carece de asesores que le
adviertan de que hay cosas que no se pueden hacer. La respuesta es que sí tiene asesores capaces, aunque ninguno de ellos se metería nunca en su vida privada. Sería peligroso.
Su condición de alcaldesa no le ha hecho cambiar los hábitos
familiares. Ana Botella sabe que había mucha gente esperando que tuviera
un patinazo para cuestionar su gestión al frente de la Alcaldía. Gente
que no está precisamente muy lejana al PP de Madrid. Seguramente a ella
le gustaría ser considerada como cualquier otro político, al margen de
su condición de esposa de José María Aznar, pero lo tiene difícil y se está dando cuenta.
No se puede analizar lo ocurrido sin tener en cuenta que el PP de
Madrid, ahora mismo, es un lío. Demasiadas personalidades para una sola
organización. Esperanza Aguirre, Ignacio González, Ana Botella y la rutilante delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, componen un cóctel que puede resultar explosivo.
El día que presentó su renuncia como presidenta de la Comunidad,
Esperanza Aguirre dijo que dejaría también la Presidencia del PP de
Madrid. Pero no lo ha hecho y en la última semana ha salido a la
palestra para criticar al Gobierno de Rajoy por no aceptar el euro por receta aprobado por su delfín y para pedir responsabilidades por el Madrid Arena.
Nadie sabe si es que su trabajo en el Ministerio de Industria y
Turismo es poca cosa para su capacidad de trabajo, que es mucha, o si se
está arrepintiendo de la decisión de retirarse. Aguirre ha aclarado que
antes no le gustaban las bicefalias, pero que ha cambiado de opinión y
ahora está a gusto compartiendo la cabeza del PP de Madrid con Ignacio
González como presidente de la Comunidad. La sucesión de Esperanza
Aguirre amenaza con convertirse en otro dolor de cabeza para el PP de
Mariano Rajoy.
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