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viernes, 20 de julio de 2012

Los recortes del Gobierno sacan a las calles a decenas de miles de catalanes


Los últimos recortes del Gobierno de Mariano Rajoy, sentidos por duplicado entre la ciudadanía catalana, ha espoleado una movilización masiva, de las mayores de los últimos años, por las calles del centro de Barcelona.

Decenas de miles de personas –un mínimo de 40.000 según la Guàrdia Urbana, hasta 400.000 según los convocantes– colapsaron el centro de la capital catalana desafiando al temido hastío veraniego y a los 28 grados de temperatura que registraba Barcelona al inicio de una protesta que se ha prolongado durante más de dos horas.

El éxito de la convocatoria ha sido de tal magnitud que ha animado a los líderes autonómicos de UGT y CCOO, Josep María Álvarez y Joan Carles Gallego, respectivamente, a dejar correr la euforia y bautizarla como un mero aviso para navegantes. Según han repetido a lo largo del recorrido, el músculo mostrado por la oposición ciudadana a la política de austeridad es únicamente la antesala «a una huelga general» con la que esperan «coger al Gobierno por sorpresa».

Tampoco se han olvidado las leyendas impresas en sábanas y carteles de los diputados del PP en el Congreso que la semana pasada aplaudieron el tijeretazo, con especial protagonismo de Andrea Fabra y su ya legendario «que se jodan» en cánticos y camisetas.

Tampoco ha resultado sorprendente que más de un centenar de personas –convocadas por el sindicato anarquista CGT–, han aprovechado la jornada para recordar ante la sede de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) que el partido nacionalista debe pagar más de tres millones de euros de fianza por el caso del saqueo del Palau de la Música.

Sin embargo, la concurrencia que ha saturado por completo la Via Laietana, lejos de reflejar el perfil del sindicalista tradicional, se ha colocado la careta del indignado. Por las calles aledañas a la céntrica plaza Urquinaona, desde la Ronda de Sant Pere hasta Fontanella, marcharon miles de profesores indignados, bomberos indignados, policías indignados y médicos que, con las batas hechas jirones, quisieron ir unos peldaños más allá: "Nos tienen puteados".

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