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domingo, 3 de junio de 2012

Otro puntazo de Venezuela. Uruguay jugó mal y, además, no pudo conservar la ventaja

Primero: ensuciaron el juego, establecieron un récord de simulaciones y cortaron con faltas tácticas. Después: tocaron mejor, se arrimaron al arco y empezaron a tirar centros amenazadores. Así, con un libreto cumplido a rajatabla y demostrando ser un equipo sólido y bien armado, Venezuela se llevó de Montevideo lo que vino a buscar.

Ya es una historia de nunca acabar. De esas que alteran los nervios o generan fastidio. Otra vez Venezuela sumando de visitante. Un punto más del Centenario, para confirmar que se han convertido en la sombra negra de Uruguay, para ratificar que la búsqueda de su sueño mundialista es sustentable por muchas razones. Y para dejar en claro que cada vez que vienen aquí son la "Vinoagria", más que la "Vinotinto".

Lo peor es que los números respaldan su condición. Lo que afecta más es que en esta ocasión hubo una sorpresiva colaboración del equipo uruguayo, porque jugó uno de los peores partidos que se recuerden de la era Óscar Tabárez.

El gran problema es que la muralla que Venezuela levantó para impedir que los laterales de Uruguay tuvieran la posibilidad de acelerar para sacar ventaja de su habilidad, fue difícil de superar porque no hubo buena sucesión de toques, porque Diego Forlán no garantizó control del balón y porque el equipo se equivocó al tomar la decisión de tratar de entrar con pases largos y aéreos.

El tema se agravó, en lo que respecta a la búsqueda del arco adversario, por la poca asistencia que tuvieron Luis Suárez y Edinson Cavani. En algún momento llegó a hasta convertirse en irritante la poca visión que se tuvo para intentar aprovechar la capacidad del "Pistolero" para desnivelar en el mano a mano.

Entonces, a Venezuela, que en principio le salió bien el negocio de tirarse al césped, simular y demorar el juego, le quedó siempre un partido a mano. Sobre todo porque a Uruguay no se le presentaron más oportunidades de gol que esa que posibilitó que Forlán sacudiera el marcador (38 minutos) y el cabezazo de Diego Lugano que atajó muy bien yendo abajo el arquero Vega.

Con un marcador corto y teniendo mejor manejo de la pelota, Venezuela se dio cuenta que podía llegar a fabricar una jugada de gol. Con una sola era suficiente.

Creció Juan Arango, que probó de lejos con la intención de meter el latigazo mortal. Lo buscaron mejor a Salomón Rondón y lo que se veía venir llegó. Falla de Álvaro González en una entrega, Uruguay mal parado atrás y centro para el cabezazo del delantero, que rebotó en Godín y se fue a la red.

El 1-1 pegó en el alma y en el corazón, especialmente porque faltaba muy poco. Aunque debe establecerse con claridad que las señales de que ese final podía darse se habían emitido con fuerza desde mucho antes.

Uruguay quiso reaccionar. Tabárez mandó a Abreu a la cancha y los muchachos se acordaron de dársela a Suárez. El delantero intentó, se llevó la pelota como pudo y terminó rematando desviado. Ya era tarde.

La sombra negra ya había aterrizado otra vez en el Centenario. De no creer.

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