.

.

miércoles, 20 de junio de 2012

Mubarak, 'totalmente inconsciente y con respiración artificial'

El ex presidente egipcio Hosni Mubarak se debate entre la vida y la muerte en el hospital militar al que fue trasladado este martes tras sufrir una trombosis cerebral. Aunque en un principio la agencia estatal de noticias Mena informó de que el dictador depuesto se hallaba "clínicamente muerto", fuentes militares señalaron más tarde que se encuentra "completamente inconsciente y usa respiración artificial".

"Hablar de que está clínicamente muerto es un sinsentido", declaró a Reuters el general Said Abbas, miembro del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que administra el país desde la caída de Mubarak. Otro de los generales que integran la Junta Militar, Mamduh Shahin, afirmó a la televisión estadounidense CNN que "no está clínicamente muerto pero su salud se está deteriorando y se encuentra en estado crítico".

El ex mandatario, de 84 años, fue trasladado al hospital militar de Maadi, en el sureste de El Cairo, desde la prisión de Tora tras sufrir una trombosis cerebral y ser atendido sin éxito durante dos horas por médicos de la cárcel, que tuvieron que usar un desfibrilador después de una parada cardíaca causada por el accidente cerebrovascular.

Tras su ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica militar, triunfó la confusión. Su abogado, Farid el Dib, aseguró en la televisión local Al Hayat que Mubarak seguía vivo gracias a la reanimación. El canal también difundió unas imágenes que corresponderían a la llegada del ex presidente a bordo de una ambulancia y en camilla.

Según la versión inicial de la agencia estatal, Mubarak alcanzó la clínica "clínicamente muerto" y los médicos no lograron reanimarle. "Su corazón dejó de latir y fue sometido a una reanimación con desfibrilador pero no hubo respuesta", agregó el citado medio. La clínica en la que se encuentra ingresado es la misma a la que fue trasladado su predecesor Anuar el Sadat tras un atentado perpetrado por un soldado islamista.

Las primeras informaciones recordaron a algunos el caso del ex primer ministro israelí Ariel Sharon, que sufrió una hemorragia cerebral en enero de 2006 y permanece desde entonces en coma profundo.

Salud en decadencia

La salud de Mubarak comenzó a deteriorarse tras su entrada en prisión el 2 de junio. Aquel día el último faraón fue condenado a cadena perpetua por complicidad en la muerte de manifestantes durante las revueltas que forzaron su ocaso en febrero de 2011.

Este martes, al trascender la noticia, las miles de personas que se congregaban en Tahrir contra la Junta Militar lanzaron vítores y cantaron el himno nacional. Durante estos 16 meses de transición su salud se ha convertido en un incómodo asunto nacional para los militares que administran el país. Como reconoció a ELMUNDO.es hace unos meses el destacado miembro de los Hermanos Musulmanes, Mohamed el Beltagui, su muerte será un alivio para la ya de por sí caótica y compleja transición: "A lo mejor el juicio de Dios llega antes y podemos descansar todos en paz".

En caso de fallecer, Mubarak –despojado de honores militares tras la condena- solo tendría derecho a recibir un funeral familiar al que podrían asistir sus dos hijos Alaa y Gamal, encarcelados a la espera de un nuevo juicio por corrupción en el mercado de valores egipcio. El entierro se celebraría en una mezquita cercana al cementerio familiar en el barrio cairota de Heliópolis. Allí sus restos descansarían junto a los de su nieto mayor, que murió en 2009 a los 12 años por un infarto cerebral.

El calvario de Mubarak se inició en abril de 2011 cuando fue interrogado y detenido. Entonces un oportuno ataque cardíaco le mantuvo en un centro médico de la localidad costera de Sharm el Sheij, en la península del Sinaí. A pesar de los achaques de salud esgrimidos por su letrado, el ex presidente tuvo que comparecer el 3 de agosto en la sesión inaugural de su juicio. Lo hizo enjaulado y postrado en una camilla.

Desde la primera vista del proceso, permaneció en el Centro Médico Internacional, un lujoso hospital a las afueras de la capital egipcia. El pasado 2 de junio el tribunal le condenó a cadena perpetua a pesar de que la fiscalía había solicitado para él pena capital. La decisión de no condenarle a muerte levantó de nuevo una ola de indignación entre los egipcios, que volvieron a la plaza de Tahrir, epicentro de la revuelta, para manifestar su descontento.

Su agravamiento de salud coincide con una semana marcada por los resultados de las elecciones presidenciales, que deben ser anunciados oficialmente el jueves. Sin embargo, las campañas de ambos candidatos –el islamista Mohamed Mursi y el ex general Ahmed Shafik- se atribuyen ya la victoria.

No hay comentarios: