Los primeros ensayos del ambicioso programa espacial chino están siendo un éxito. A la 1:36 hora local del jueves (18:36 del miércoles, hora peninsular española), la 'Shenzhou 8' (que en mandarín significa barco divino, o sagrado), se acopló al módulo 'Tiangong 1' (palacio celestial), en órbita desde el 29 de septiembre, cuando ambas sobrevolaban el centro norte de China.
Se trata del el primer acoplamiento no tripulado que el gigante asiático ensaya de cara a establecer su propio laboratorio espacial.
El despegue de la nave 'Shenzhou 8', a bordo del cohete 'Larga Marcha', se produjo desde la base de lanzamiento de misiles de Jiuquan, en el noroccidente del país. Exactamente diez minutos después, se separaba de su propulsor para completar en solitario, una vez desplegados sus paneles solares y sistemas de comunicación, la última parte del acercamiento al 'Tiangong 1', el modulo experimental que se lanzó a finales de septiembre.
Orbitarán juntos durante aproximadamente 12 días, antes de separarse y de que el 'Shenzhou 8' de media vuelta para aterrizar, si todo va bien, en las estepas de Mongolia Interior.
El acoplamiento de dos vehículos, y el delicado regreso a tierra de la nave, son las dos operaciones clave para poner en marcha un laboratorio espacial que pueda albergar una presencia de científicos y taikonautas, o astronautas chinos, por largos periodos.
Una portavoz del programa espacial chino había explicado que el principal objetivo era evitar una colisión en órbita de los dos vehículos. "Resulta difícil y arriesgado acoplar dos vehículos que viajan a gran velocidad en órbita con un margen de error no mayor a 20 centímetros", señaló Wu Ping antes del lanzamiento.
Una vez ensayado este procedimiento, el programa espacial chino continuará con dos misiones similares el próximo año, con el objetivo de pulir la capacidad técnica y humana de maniobrar en órbita.
Al menos una de las dos naves, la 'Shenzhou 9' y la 'Shenzhou 10', irá tripulada, y posiblemente dirigida por una mujer, puesto que al menos dos de ellas forman parte de la nueva generación de taikonautas que el país viene entrenando.
Revancha de Pekín por su exclusión de la ISS
Establecer un laboratorio espacial a pleno rendimiento para el año 2016 representa un objetivo clave del ambicioso programa espacial de China. Los planes incluyen ampliar este laboratorio a una estación para 2020, creando un complejo de 60 toneladas y varios módulos para la investigación y residencia de taikonautas.
El plan es la respuesta de la segunda potencia económica mundial a la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés), un proyecto del que Pekín resultó excluida por los recelos de Washington a compartir tecnología con el régimen autoritario chino.
Aunque la estación china ocupará una séptima parte del volumen de la ISS, representa un gran logro para el país. Sus responsables presumen de que su puesta en marcha y mantenimiento resulta más económica, cuestión clave que pone en entredicho el futuro de la estación internacional.
China apuntala su carrera espacial
Desde que Rusia y Estados Unidos protagonizasen una dura carrera en el espacio durante la Guerra Fría, la cantidad y calidad de aventuras espaciales de los países se ha convertido en parámetro para medir su peso e influencia en el mundo.
Para algunos expertos, la geopolítica espacial ha dado todo un vuelco. Estados Unidos puso fin este año a su programa de transbordadores, echando el freno a su desarrollo y anunciando que no realizará experimentos con nuevos vehículos hasta el año 2017.
Por otro lado, para Moscú, que también sufre retrasos y problemas en su desarrollo espacial, las misiones tripuladas han dejado de ser una prioridad.
Y si los socios de la ISS -Rusia, EEUU, Japón, Canadá y la Agencia Espacial Europea- no se ponen de acuerdo para financiar y extender la vida de su estación más allá de 2020, la china podría ser la única plataforma de exploración en órbita dentro de una década.
La emergencia de china viene subrayada por los planes de alunizar con un vehículo-oruga de diseño y tecnología propios en la superficie de nuestro satélite para 2015, y posiblemente alcanzar la Luna con taikonautas para el final de la década.
Administrativamente, el programa espacial depende de las autoridades militares del país aunque Pekín defiende su papel científico y de "desarrollo pacífico".
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