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sábado, 24 de septiembre de 2011

Los paraísos sumergidos


¿Quién no ha oído hablar de maravillas naturales como el Gran Cañón, las cataratas de Iguazú o la cordillera del Himalaya? ¿Quién no se ha quedado sorprendido con la compleja biodiversidad de lugares como la selva Amazónica o con la aridez de desiertos como el del Sahara? ¿Quién no ha visto alguna vez imágenes de un animal extraño como el ornitorrinco, de un vegetal de extraordinario tamaño como la secuoya o de un fenómeno tan impactante como puede ser el de una erupción volcánica? Casi todo lo que nos asombra está sobre el nivel del mar. Bajo el agua existen cordilleras que dividen en dos los océanos, se encuentran los volcanes más activos del planeta, las planicies más extensas, los cañones más espectaculares o los espacios con mayor biodiversidad, pero ¿quién los ve?

Este desconocimiento de los fondos marinos no afecta a sólo a parajes remotos e inaccesibles, sino al mar que rodea nuestras costas; porque ¿quién conoce la existencia del pico de Emile Baudot o del de Ausías March –montañas submarinas de Baleares en el Canal de Mallorca–? ¿del Cañón de Son Bou o de los densos bosques de laminarias del Canal de Menorca?.

Protegidos por su 'invisibilidad'

Son paraísos cercanos que la invisibilidad no está ayudando a conservar. En la actualidad sabemos que los mares son una pieza clave en el funcionamiento de la biosfera pero, con todo, en materia de conservación todavía continúan siendo la hermana pobre –en España solo una parte ínfima del medio marino está protegido–. Acabar con este desconocimiento es el objetivo principal del proyecto LIFE+ INDEMARES “Inventario y designación de la Red Natura 2000 en áreas marinas del Estado español”, una iniciativa que busca contribuir a la protección y uso sostenible de la biodiversidad en los mares españoles mediante la identificación de áreas naturales de alto valor ecológico a nivel de la Unión Europea.

Para poder proponer la inclusión de dichas áreas en la Red Natura 2000, se está llevando a cabo la recopilación y análisis de información relacionada principalmente con el conocimiento de hábitats y especies en diez espacios marinos que se encuentran distribuidos en las regiones Atlántica, Mediterránea y Macaronésica y, entre ellos, está incluido el Canal de Menorca, un corredor marino de unos 36 km de amplitud mínima que va desde Cala Ratjada (Mallorca) a Cap d’Artrutx (Menorca).

Durante 24 días, científicos del Centro Oceanográfico de Baleares (COB), dependiente del Instituto Español de Oceanografía (IEO), junto con investigadores de otras instituciones, exploraron a bordo del buque oceanográfico Miguel Oliver este ‘pasillo’ que separa Mallorca y Menorca. «Los estudios realizados –explica Joan Moranta, investigador del COB y director de esta campaña–, se enmarcan dentro de dos proyectos; uno denominado El Canal, financiado por la Conselleria d’Agricultura i Pesca del Govern, que busca determinar los valores medio-ambientales de este área, así como los impactos de la pesca en sus ecosistemas; y el otro es el citado proyecto LIFE+ INDEMARES, coordinado por la Fundación Biodiversidad»,

«En ambos los objetivos concretos son realizar una cartografía de los hábitats marinos de interés comunitario, inventariar su biodiversidad, estimar la actividad pesquera y su impacto, y elaborar una propuesta de elementos clave para la conservación y de las zonas vulnerables de este área».

Las Baleares son la parte emergida de una vasta placa submarina conocida como Promontorio Balear. Una de las principales características de esta elevación es que en ella se diferencian dos grandes bloques: el del sur que corresponde a las Pitiuses (Eivissa y Formentera); y el del norte, con Cabrera, Mallorca y Menorca. El área objeto de este estudio abarca el corredor marítimo que separa a estas dos últimas islas y que se caracteriza por poseer fondos de plataforma someros –de escasos 100 metros de profundidad– de naturaleza mixta, bien conservados, de extraordinario valor ecológico y elevada productividad.

Campaña de investigación

En el canal de Menorca existe una amplia distribución de hábitats y especies de interés para su protección, como son los fondos de coralígeno, detrítico costero con rodolitos, maërl (formaciones de concreciones de algas rojas calcáreas), y el alga Laminaria rodriguezii. «Hasta el momento, destaca Moranta, se han inventariado alrededor de 600 especies de algas, invertebrados y peces. Además, estos hábitats coexisten con diversas biocenosis (comunidades bióticas) ligadas al detrítico costero con algas blandas (Osmundaria volubilis, Phyllophora, Peyssonnelia sp.). En general, –añade este investigador–, son fondos de elevada biomasa y biodiversidad, principalmente en algas e invertebrados, y también se consideran hábitats esenciales, ya que actúan como áreas de reclutamiento y puesta de especies comerciales».

La valoración ambiental del Canal de Menorca ha sido muy elevada, ya que, según Moranta, todo el área estudiada presenta elementos clave para su conservación, y han encontrado lugares –coinciden con los espacios de mayor biodiversidad–, como son la parte central del canal y las que están frente a la costa oeste de Menorca y a la costa de Cala Rajada, en las que el estado de conservación es excelente.

Para llevar a cabo esta investigación se diseñó una red de estaciones en las que se realizó simultáneamente un estudio del fondo mediante técnicas acústicas (sonar de barrido lateral, multihaz y sonda topas) y muestreos de sedimento, biológicos y de la columna de agua. Para la caracterización del tipo de fondo se realizaron observaciones directas mediante un vehículo submarino de operación remota (ROV) y una cámara sumergible. Toda esta información fue georreferenciada mediante GPS, y se integró en una serie de mapas que han permitido definir, en base a diferentes criterios ambientales y socio-económicos, las zonas más vulnerables y de interés para su protección.

La principal amenaza en los fondos circalitorales –zonas que abarcan profundidades que van desde los 30 hasta los 100 m donde la luz llega atenuada– es la pesca de arrastre, que coincide en su mayor intensidad con la existencia de hábitats especialmente vulnerables como son el maërl, el detrítico costero con rodolitos y el coralígeno. Moranta subraya que, aunque la importancia de estos ecosistemas ya ha sido reconocida por las administraciones pesqueras –los consideran hábitats protegidos–, la prohibición de la pesca de arrastre afecta sólo a profundidades menores a 50 metros, por lo que en esta campaña con el cartografiado se ha dado un primer paso para su conservación.

«Tras los resultados de este estudio, continúa, se recomienda la inclusión de estos fondos (coralígeno, detrítico costero con rodolitos y maërl) en los hábitats prioritarios de la Directiva Hábitat. Al tiempo que se plantea la necesidad de realizar acciones concretas dirigidas a la investigación del efecto de la pesca de arrastre y trasmallo en este tipo de ecosistemas, así como estudios específicos sobre el papel ecológico de hábitats poco conocidos, como son los fondos de detrítico costero con el alga Osmundaria volúbilis».

Hasta el momento, la superficie marina integrada en la Red Natura 2000 no llega al 0,5% del total de aguas jurisdiccionales españolas. Un porcentaje que dista mucho de cumplir las directrices de la CE, por lo que se requiere un mayor esfuerzo. La declaración de nuevas zonas marinas protegidas mediante esta designación contribuirá a conservar la biodiversidad y a asegurar unos recursos pesqueros sostenibles que garanticen la competitividad presente y futura del sector.

En el caso concreto del canal de Menorca sería una herramienta de conservación muy útil para todas estas comunidades tan vulnerables al impacto de la actividad humana, regulando los usos en esta zona, desde la navegación marítima hasta las actividades industriales y pesqueras.

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