"Se trabajó mucho para llegar aquí", comenta satisfecho Scott Fancher, responsable del programa B787, a la vez que asegura que "el público va a sentir este avión". "Es más que un avión eficiente. Los viajeros van a querer volar en el Dreamliner, porque la experiencia es mejor que en otros aviones", comenta Suzanne Fletcher, responsable de turismo del Estado de Washigton.
Esto va a ser posible gracias a las cosas que se pueden ver y tocar en cabina, como el sistema de entretenimiento interactivo al que se puede conectar el ordenador y sus grandes maleteros y ventanillas electrónicas. Aunque como señala Kent Craver, responsable de satisfacción del pasajero en Boeing, "lo importante es la combinación con las cosas que no se ven".
Con las nuevas ventanillas, el personal de vuelo podrá regular la luminosidad en cabina. Incluso cuando están oscuras, si hay luz fuera puede verse el exterior. Y la nueva estructura en materiales compuestos permiten jugar con la humada y rebajar el efecto altitud, con lo que se evitan síntomas de sequedad o de dolor de cabeza. "El viajero se sentirá mejor", comenta Craver.
"Lo importante era buscar el punto más confortable para el pasajero", explica Blake Emery, estratega en la división comercial de Boeing. Esta sensación de comodidad, señala, crea seguridad en el pasajero. Sin embargo, los primeros Dreamliner no dispondrán de conexión inalámbrica a Internet durante el vuelo. Son las aerolíneas las que deben decidir si lo integran.
"Avión muy flexible"
El nuevo diseño del Dreamliner y sus motores Rolls-Royce permiten a la vez reducir el ruido y las vibraciones. "Es una parte esencial en el conjunto", señala Bill Boyd. El bautizado como Trend 1000 está diseñado solo y para el B787. Es más eficiente que sus predecesores, más ligero y fácil de instalar. Y va por delante en el cumplimiento de la regulación medioambiental.
Como explica Mark Jenks, supervisor del programa, el Dreamliner es una "avión muy flexible" y por eso el motor debe estar diseñado para un amplio número de misiones y para dar potencia a las futuras versiones de la familia B787. Además, está sometido a un análisis en tiempo real que permite anticipar cualquier degradación en rendimiento.
Boeing promete a las aerolíneas un 20% de ahorro en el consumo de combustible y del 30% en mantenimiento para atraer clientes. Mike Carriker, piloto jefe de Boeing, con 1.000 horas de vuelo en el B787, explica que es "un avión que siente" gracias a su sofisticada tecnología. La puesta en servicio del Dreamliner permitirá avanzar más en cuestiones cómo las turbulencias.
William Hunt, empleado en la planta de ensamblaje en Everett, dice que la entrega del primer avión a ANA es como "mandar a tu hijo a la universidad". Unos 270 de sus compañeros tuvieron la oportunidad de volar hace un mes durante seis horas, pulsando literalmente todos los botones. Pero para que el viajero pueda disfrutarlo, antes debe llevar a las aerolíneas.
Saturo Fujiki, responsable de ANA en EE UU, explicó que el momento de la entrega coincide con la modernización de su flota y lo utilizará para aprovechar el crecimiento en el mercado asiático, dominado por Japan Air Lines. "Nos ayudará a ser pronto el número uno". El primer vuelo con pasajeros será el 26 de octubre y en enero llegará a Frankfurt desde Haneda.
El B787 puede transportar entre 210 y 250 pasajeros, y tiene una autonomía de hasta 15.200 kilómetros, suficiente para enlazar Tokio y Nueva York sin necesidad de hacer escala. El 50% de la aeronave es de materiales compuestos, incluido el fuselaje y las alas son compuestos. Y le diferencia de anteriores modelos porque utiliza menos sistemas hidráulicos, para reducir peso.
Primer cliente
ANA es el cliente de lanzamiento de este primer nuevo avión que Boeing desarrolla en 16 años, desde el B777, y que espera sea la base para el desarrollo de futuras aeronaves. Pero en la industria la eficiencia y la innovación son claves. Y cuando se trata de estos ingenios, el desafío es mayor para que sea rentable. En eso es en lo que se fijan los inversores, tras los problemas vividos.
Los primeros detalles de Dreamliner se presentaron en 2003. Pero pasar del boceto en el ordenador a la cadena de producción fue más complicado de lo anticipado. La previsión original es que el primer vuelo de pruebas se hubiera realizado en agosto de 2007. Y que tras un intenso programa de certificación, se pretendía que el primer avión entrara en servicio pasado un año.
En este momento, en la planta de Everett se producen dos Dreamliner al mes. Para dentro de dos años se espera lleguen a la decena. Todo un reto, porque Boeing externaliza la producción de las partes de este avión de largo recorrido por varios países. Y para conseguirlo, la cadena logística de esta empresa global debe estar "sincronizada" para que lleguen las partes a tiempo.
Dan Mooney, vicepresidente a cargo del desarrollo del B787, habla de antes de dar acelerar la producción hay que asegurarse que la cadena de producción es estable y mantiene un ritmo consistente. "Estamos cerca de conseguirlo", señaló, "puedo decir que ahora duermo mejor por las noches". Los socios en el proyecto están mejorando en calidad y en el ritmo.
En este momento, el gigante aeroespacial cuenta con 821 pedidos en cartera por valor de 145.000 millones de dólares, una docena de ellos para usar como aviones privados. Sus ejecutivos no dicen cuándo será rentable. Los analistas no lo ven posible hasta que llegue supere el millar de entregas. Y todo esto sucede mientras su rival Airbus se prepara para dar en dos años el primer A350.
"Siempre hay desafíos técnicos en el desarrollo de un avión", concluye Fancher, "pero al final ha ido todo bien". El alto directivo de Boeing asegura que el Dreamliner marcará el camino en la aviación comercial durante tres décadas, por su avanza tecnología y diseño. Y lo compara a la introducción del B747, el mítico Jumbo. "Estás inversiones rendirán".
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