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viernes, 8 de julio de 2011

Descubrir el antiguo Egipto a través del paladar

El mundo culinario se reinventa día a día, pero lo que ignoramos es que muchas de las cosas que hoy comemos ya eran degustadas por los egipcios.

La gastronomía era muy importante en el antiguo Egipto, de hecho los difuntos debían de tener comida eternamente, por eso en muchos murales hay representados platos de comida. A diferencia del tópico que recae sobre esta civilización, no veneraban el más allá, no creían en la muerte, pensaban que la vida era un ciclo y por eso la comida había de perdurar.

¿Sabían que la lechuga es afrodisíaca y que en el antiguo Egipto había más de 50 tipos de pan? Éstas y otras muchas curiosidades se pueden descubrir en El banquete eterno, una ruta guiada que se celebra todos los viernes a las 20.30h hasta octubre en el Museo egipcio de Barcelona.

Una egiptóloga muestra los lugares más recónditos del museo que hacen referencia a la alimentación, de manera que se puede descubrir que el río más largo del mundo, el Nilo –de 6671 km–, bañaba las plantaciones y convertía la tierra en un terreno muy fértil para cultivar, aunque no cítricos, ya que sólo aparecieron en la sobremesa cuando los trajeron los griegos y los romanos, al igual que el aceite.

Dátiles con miel.

Dátiles con miel.

La alimentación en el Antiguo Egipto ha sido uno de los temas más investigados por los expertos, ya que hay un gran desconocimiento sobre los hábitos en la comida. Es por eso, que el mundo culinario se convierte en uno de los más interesantes para los amantes del país del Nilo.

El perfume de la boca, nombre con el que los egipcios hacían referencia al primer aperitivo del día, era una de las comidas más importantes. Aunque sin duda, los productos por excelencia eran la cerveza, que incluso los niños consumían, y el pan, que siempre aparecía en las comidas. Pero llama la atención descubrir que en el país no se comiera mucho pescado, ya que una vieja leyenda cuenta que el pez oxirrinco se comió el falo de Osiris tras el desmembramiento de su cuerpo producido por su hermano Set.

También podrán observar que tanto los platos más exquisitos –como la oca–, como la comida diaria se servían en una vajilla de piedra confeccionada con total perfección.

Después de hacer un recorrido –de unas dos horas de duración– se hace una parada en la terraza del museo donde se ofrece una pequeña degustación típica del país. Se puede elegir entre una tapa de habas, soja frita, ensalada de lentejas con manzana, rábano, conejo, mojama con almendras o dátiles con miel, lo que se acompaña de un vino especial, vino de pasta de dátil diseñado únicamente por el museo, una bebida que todo visitante recuerda.

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