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lunes, 2 de mayo de 2011

Software Libre: Cuando pagar ya no tiene sentido

Si bien la digitalización de la sociedad tiene un amplio rango de usuarios, desde quienes manejan un computador a nivel experto hasta los que luchan por aprender cada detalle por fácil que se vea, Chile es un país privilegiado a la hora de analizar la expansión de computación e Internet. Es por ello que la séptima versión del Flisol, sigla del Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre, en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile (Beaucheff 850), no debiera sorprender. En esencia, el desarrollo de tecnologías digitales tiene en nuestro país un nicho promisorio.

Los softwares son los programas que instalamos en nuestros computadores que permite escribir documentos, escuchar música, navegar por internet, entre otras funciones. Conforme a la legalidad, es necesario comprar cada programa y pagar por su licencia, lo que muchas veces excede el costo mismo de un computador. En este escenario, el software libre es una alternativa gratuita, legal y profesional que acerca las herramientas al usuario sin desembolsar dinero, una opción más que rentable para compañías o empresas que cuentan con decenas o incluso miles de computadores.


No pagues por el oficial ni por el pirata, simplemente no pagues

El software libre no guarda relación con “piratear” un programa pagado, ni versiones mejoradas de ello. El asunto corre a la inversa, tal como explica Yerko Montenegro, organizador de Flisol: “Los nuevos productos de Microsoft nacen a partir de proyectos similares de software libre, siendo las redes sociales el ejemplo por excelencia. Open Office ha sabido instaurar un sistema paralelo a Microsoft Office, no con afán de mejorar el modelo Microsoft sino de construir un producto y filosofía comunitaria, que se pueda compartir, modificar, hacer lo que quieras con el programa”.

Respecto al desarrollo de software libre, Montenegro explica que “Chile es uno de los países que más aporta a las comunidades mundiales de software libre. GNOME3 es un entorno gráfico mundial que cuenta con muchos programadores voluntarios que colaboran desde acá”.

La jornada de Flisol para este sábado contempla stands con programadores que explicarán sus creaciones, funciones y la posibilidad de instalarlo sin costo en el computador de quien lo desee. Además, distintas aulas albergan a especialistas que darán charlas respecto a Derechos de Autor, Internet 3.0, aspectos legales y éticos del software libre y otros temas. Como dato, podemos adelantar que la ponencia “Mozilla, mucho más que Firefox” es una charla que abarca la compañía del popular navegador gratuito que se instaura como el favorito de internautas. La charla estará a cargo de Sebastián Becerra, quien con 12 años (sí, 12 años) demuestra el interés que esto genera en nuevos públicos.

Software libre en Chile: una explosión silenciosa

Respecto a las características del software libre, el organizador de Flisol señala que “se recibe una retroalimentación importante que exceden de lo técnico, construyendo herramientas en base al feedback de programadores con personas comunes, quienes establecen parámetros de acuerdo a las opiniones y requerimientos de quien solicita un programa específico. Todo el mundo tiene acceso a los programas y es libre de mejorarlos, personalizarlos”.

Si bien en Chile existe una amplia cobertura académica sobre el tema, traspasar esta tendencia hacia los usuarios comunes ha sido una batalla diaria. A través del Parlamento son escasos los intentos por legislar al respecto, con apenas un par de proyectos del senador Alejandro Navarro que no han sido acogidos en Valparaíso. Aunque en Flisol explican que algunas reparticiones de Gobierno, como Segregob, funcionan con programas de software libre, pero no por privilegiar su eficacia y el libre costo, sino por la propia intención de los programadores que ahí trabajan. Pensar en cuánto se ahorraría el Estado en gasto de licencias de cada computador estatal significa un monto que bien podría costear una real modernización del sistema educacional. “Y sobraría plata” aseguran los expertos.

Hay un aspecto que no debemos olvidar en esta área. Durante el gobierno de Michelle Bachelet, el ministro de Economía, Alejandro Ferreiro, firmó junto a Craig Mundie, Jefe de Investigación y Estrategia de Microsoft Corporation, un “Acuerdo Marco de Colaboración entre Gobierno de Chile y Microsoft Corporation”. En la práctica, el gobierno chileno “amarró” su aparataje digital al gigante Microsoft, arrastrando consigo las bases de datos del Registro Civil y otras informaciones personales de todos los chilenos.

Respecto a las incidencias de este acuerdo, Montenegro explica que “Chile ha hipotecado su libertad con el acuerdo con Microsoft, esto amarra al ministerio de Educación a usar productos y patentes de Microsoft, lo que traba un acercamiento educacional de la comunidad hacia el software libre. Los niños aprenden computación en el colegio y se priva de mostrar las ventajas que tiene el software libre y los contras que sí tiene la industria Microsoft”.

Lo cierto es que Internet ha cambiado el modo de relacionarse en sociedad. La industria musical es una de sus primeras víctimas y así cada rubro ha debido analizar su futuro entre modernizarse o morir. En esta dirección, la gratuidad de los servicios digitales es el nuevo esquema que regula el consumo digital, lo que explica el ferviente uso de redes sociales liberadas, las que son el nuevo escenario donde la gente se expresa. En ello, el aporte del software digital es garantizar al usuario, independiente del costo, contar con cada herramienta que necesite.

Los organizadores de Flisol se mantienen expectantes, cada nuevo integrante es un triunfo de un proceso que, aseguran, terminará modificando el comportamiento social. Yerko Montenegro cita ejemplos recientes y destaca que “las redes sociales son expresiones de política en el mundo, podemos ver levantamientos sociales en Asia y África relacionados a la democratización de Internet, entonces es necesario avanzar hacia un espacio más abierto e integrador que destruye el modelo de industria dueña de sus productos”, donde el precio es una limitante que lentamente se autoelimina.

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