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domingo, 7 de noviembre de 2010

El Papa carga contra el laicismo en España PERO DEFIENDE LA PEDOFILIA

"Como peregrino entre os peregrinos". Así se presentó el Papa Benedicto XVI en Santiago en una visita que tuvo su envés en la concurrencia: pocos espectadores a pie de acera dando la bienvenida al Pontífice, que no llegó a sentir el calor ciudadano hasta que alcanzó un centro urbano tomado por los 6.000 efectivos de seguridad que blindaron el centro histórico de la capital gallega.

Las críticas nada veladas al laicismo y al aborto, la necesidad de 'reevangelizar' Europa, las alusiones al Camino de Santiago y a la peregrinación y la crisis han centrado las distintas intervenciones que Benedicto XVI ha realizado durante su primera visita a Galicia –hacía más de 20 años que un Papa no visitaba la comunidad autónoma-, donde ha sido recibido por los Príncipes de Asturias y otras autoridades en una mañana cargada de niebla.

Ya en el aeropuerto de Lavacolla mantuvo sendas audiencias privadas con Don Felipe y doña Letizia y, también, con el viceprimer ministro Alfredo Pérez Rubalcaba, con quien abordó el impacto de la crisis.

Un encuentro 'muy bonito y muy emocionante'

Con los Príncipes de Asturias. | M. Riopa

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Con los Príncipes de Asturias. | M. Riopa

Al término de la eucaristía llegó el turno del líder de la oposición, Mariano Rajoy (un encuentro televisado por la TVG). El encuentro ha sido para el líder de los populares "muy bonito y muy emocionante". "Fue muy bonito porque es el Sumo Pontífice, el Papa, Su Santidad", ha relatado en un gallego titubeante que rápidamente cambió por la lengua castellana.

El Pontífice mantuvo además una breve recepción privada con el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, que le hizo entrega de un cuadro "en nombre de todo el pueblo gallego" como señal de "agradecimiento" por su visita a Compostela.

Se trata de una obra del pintor gallego José Barreiro, en la que se ven, en la parte superior, las torres de la Catedral de Santiago, mientras que en la inferior se representa un libro con la inscripción 'Cantigas de Santa María. Ano Santo'. A propósito de regalos, Benedicto XVI también se ha ido de la capital gallega con una Virgen de la Peregrina, la patrona de Pontevedra, en cerámica de Sargadelos. Y con un facsímil del Libro de Horas de Carlos V, regalo del Gobierno de la nación.

'Europa ha de abrirse a Dios'

En su intervención en la misa celebrada en la Plaza del Obradoiro de Santiago –asistieron 7.000 personas que completaron el aforo en apenas dos horas-, insistió en que "es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa", tras apelar a que el continente "ha de abrirse a Dios y salir a su encuentro".

Al mismo tiempo, Benedicto XVI, que arrancó y cerró su discurso con unos párrafos en gallego –ya en el aeropuerto quiso saludar a "os fillos de Galicia"- ha considerado una "tragedia" que en Europa se "afirmase y divulgase sobre todo en el siglo XIX la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y enemigo de su libertad".

No obstante, el mensaje más contundente lo dejó caer en el avión, cuando se digirió a los periodistas que lo acompañaban para advertir de que España ha desarrollado en los últimos años "un laicismo, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como se vio en la década de los años 30" -etapa de la segunda República española-. Unas palabras que, a juicio de los analistas, marcan el objetivo y la finalidad primordial de su viaje a España: poner un dique al laicismo agresivo de Zapatero.

A su vez, y desde el minuto uno de su visita, el Papa no sólo ha cumplido al milímetro con el rígido guión que marca desde la Santa Sede, sino que ha llenado visita de numerosos gestos de cariño por los miles de católicos que se han acercado a verle.

De hecho, justo antes de comenzar el viaje en 'papamóvil' que lo conduciría desde el aeropuerto a la ciudad, Benedicto XVI besó y bendijo a dos bebés que le acercaron. Un gesto que repitió cuando entraba en el Obradoiro para la misa y que recuerda al estilo con que su antecesor, Juan Pablo II, solía ganarse a las masas en sus viajes. [VEA EL VÍDEO]

El abrazo al Apóstol

La imagen del abrazo. | Lavandeira Jr.

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La imagen del abrazo. | Lavandeira Jr.

Antes de la Santa Misa de la tarde, el Papa visitó la Catedral para acercarse al Pórtico de la Gloria y a la cripta del Apóstol -no hubo foto del tradicional abrazo de frente, sólo una del Pontífice abrazando la estatua por detrás-, después de rezar y ver volar el botafumeiro, al que él mismo echó el incienso ante las 700 personas que pudieron acceder al templo, entre enfermos, niños y autoridades eclesiásticas y civiles. “Qué bonito es todo, es justo como me lo imaginaba”, exclamó.

Al salir, una de las imágenes para el recuerdo: el Pontífice tocado con la esclavina de peregrino y, en la solapa, la vieira. Después, se retiró a almorzar junto a su séquito personal y un centenar de obispos y en el Palacio Arzobispal y degustó un menú a base de a quesos gallegos, empanada de bacalao con pasas, crema de grelos y jarrete con zanahorias que sirvió el Restaurante Carretas.

La lluvia finalmente no hizo acto de presencia e incluso se asomó el sol en el cielo compostelano en el momento en el que el Papa tomó la palabra para iniciar la eucaristía, con media hora de retraso. Una ceremonia a la que puso broche de hora la Escuela Naval de Marín, que interpretó la Salve Marinera.

Luces y sombras

En los aledaños de la Catedral, y pese al satisfactorio balance de Feijóo –en su comparecencia y de forma inusual no permitió a los periodistas realizar preguntas-, los hosteleros lamentaban los escasos beneficios de un acontecimiento que ha costado tres millones de euros a las arcas autonómicas.

A 17 kilómetros de la ciudad, en la localidad de Teo, un grupo no muy numeroso de personas, alrededor de 500, daba la contrarréplica a la visita y organizaba el 'Camiño A Teo'. Un acto festivo y satírico para criticar este viaje con romería, comida y 'homilía' incluida.

Tras de sí deja el mayor despliegue de seguridad en Galicia y también a nivel mediático, con más de 1.200 periodistas acreditados y unas previsiones que cifraban en 200.000 personas las que se acercarían a Compostela. Todo un ejército que hizo difícil el tránsito por las laberínticas calles del casco antiguo, que se habían vaciado de santiagueses pero que no se habían llenado en la misma proporción de forasteros. Apoteosis de un Año Xacobeo y punto final del Camino de Santiago, la ruta de las estrellas.

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