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martes, 30 de junio de 2009

Honduras. El Congreso convalidó el golpe y nombró como sucesor al titular del Parlamento

El golpe fue en "cumplimiento de una orden judicial (...) las Fuerzas Armadas, como defensoras del imperio de la Constitución han actuado en defensa del Estado de Derecho" según un comunicado del poder judicial.
Horas después, el Congreso acusó a Zelaya de "reiteradas violaciones a la Constitución" y designó como reemplazo a su titular, Roberto Micheletti ­que decretó toque de queda­, "por el tiempo que falte para terminar el período constitucional y que culmina el 27 de enero del año 2010".
Pero la legitimidad de Micheletti fue de inmediato puesta en duda desde Washington. "Reconocemos a Zelaya como el debidamente presidente electo y constitucional de Honduras. No vemos a otro", dijo un funcionario del gobierno de Barack Obama.
Poco antes, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, había condenado el golpe ya que "viola la consulta popular en procura de apoyo para buscar una reforma constitucional que le permita ser reelecto en los comicios de noviembre".
Desde San José, hacia donde fue expulsado, Zelaya dijo que se consideraba todavía el presidente y desmintió una supuesta carta de renuncia suya que había sido leída en Tegucigalpa frente al Congreso.
"Yo nunca he renunciado ni nunca voy a usar ese mecanismo cuando he sido presidente electo por el pueblo", dijo.
"Este es un crimen más contra la democracia, a mí casi me asesinan en la mañana, entraron a balazos, rompieron las puertas a balazos, entraron militares encapuchados a mi casa, me sacaron amenazado de muerte, apuntado con todos los fusiles", agregó Zelaya.
Luego "me subieron a un vehículo, me llevaron a la Fuerza Aérea y me subieron a un avión y me trajeron a Costa Rica", añadió.
Ocho de sus ministros, entre ellos la canciller Patricia Rodas, fueron detenidos por los militares, confirmó un funcionario del derrocado gobierno a la AFP.
Zelaya, un político de derecha que asumió en enero de 2006, giró luego e ingresó al ALBA, grupo de países con gobiernos izquierdistas, liderado por el venezolano Hugo Chávez, y del que también forman parte Cuba, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. En los últimos días, Zelaya había chocado con el Tribunal Supremo de Justicia, el Electoral, el Congreso, las Fuerzas Armadas y medios de comunicación, que estaban en contra del proyecto de Zelaya de buscar una reforma constitucional que permitiese su reelección.
Mientras tanto, la Casa Presidencial permanecía acordonada por decenas de soldados con tanquetas, cada vez más acosados por centenares de seguidores del presidente depuesto que exigían su regreso y amenazaban, cada vez más crispados, con romper el portón de acceso al complejo presidencial.
"Un oficial nos amenazó con lanzarnos bombas", dijo a la AFP el activista del bloque popular Isidro Portillo. A primeras horas de la mañana, aviones militares y helicópteros surcaban el cielo de Tegucigalpa, que había quedado sin luz y prácticamente incomunicada. Los canales de televisión y radios fueron totalmente silenciados durante horas, poco después de trascender la deposición del presidente.

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