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miércoles, 18 de junio de 2014

Una alianza poderosa contra el espionaje de EE.UU.

Cumbre poderosa: la presidenta Dilma Rousseff, ubicada cuarta entre las mujeres más influyentes del mundo, recibió a la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel, primera en ese ranking elaborado por la revista Forbes, para refrendar la coalición formada por ambas en 2013 con el propósito de repeler el espionaje de la norteamericana Agencia Nacional de Seguridad (NSA, según la sigla en inglés). “Estamos frente al desafío de asegurar los derechos individuales y democráticos de la sociedad del conocimiento; son temas que requieren una mirada estratégica y la atención creciente de la comunidad internacional”, sostuvo Dilma ante el gesto de aprobación de su invitada.
Rousseff y Merkel –quien ayer asistió en Salvador de Bahía a la goleada de la selección alemana 4-0 sobre Portugal (ver páginas 29 y 30)– se reunieron en el Palacio de Alvorada, residencia oficial en Brasilia, donde mantuvieron una reunión de trabajo y compartieron una cena. Los documentos hechos públicos el año pasado por Edward Snowden –el ex consultor de la NSA con orden de captura en su país, que está asilado provisoriamente en Rusia– revelaron que Dilma y Merkel fueron objeto de seguimiento electrónico, al igual que la petrolera estatal brasileña Petrobras y varios ministerios, de donde se extrajo información posiblemente sensible hasta hoy desconocida.
Frente a esa “violación de la soberanía”, en septiembre del año pasado, Rousseff denunció a Wa-shington en la Asamblea de Naciones Unidas, y un mes después elaboró y presentó junto a Merkel un proyecto de resolución contra esa política del Estado norteamericano. La iniciativa conjunta también contemplaba la posibilidad de sancionar un marco global sobre las comunicaciones en Internet. El proyecto germano-brasileño fue respaldado desde un principio por la Argentina y varios países latinoamericanos, y luego obtuvo un voto prácticamente unánime en la ONU, con lo cual se estableció como una demanda legitimada por la comunidad internacional, aunque vista con reservas por las corporaciones.
“Considero sumamente importante la resolución sobre protección de la privacidad en la era digital propuesta por Brasil y Alemania, y aprobada por la ONU el año pasado. Este fue un paso importante”, enfatizó Rousseff en Brasilia. A lo que Merkel acotó: “Estamos muy contentos de haber iniciado en la ONU la discusión sobre los derechos de las personas, como el derecho a la privacidad. Y pienso que podemos continuar con esta cooperación”.
Desde el año pasado, Rousseff escogió la batalla en defensa de la “soberanía” comunicacional como una de las prioridades de su política externa, y en abril pasado organizó un foro mundial sobre Internet al que se refirió durante su encuentro con Merkel. “Coincidimos en estrechar nuestra cooperación y agradezco (a Merkel) la participación de Alemania en la reunión multisectorial global sobre el futuro de la gobernanza de Internet”, afirmó Dilma el domingo por la noche.
Por cierto, las revelaciones de Snowden, quien hace dos semanas manifestó su intención de asilarse en Brasil, estremecieron el rumbo diplomático del Palacio del Planalto al punto de congelar la aproximación entre Rousseff y Barack Obama, quien la había invitado a realizar una visita de Estado a Washington en octubre de 2013. Luego de una ronda de consultas que incluyeron al menos dos conversaciones con Obama, Dilma suspendió el viaje a Estados Unidos y congeló el diálogo con el entonces embajador Thomas Shannon, un peso pesado en el Departamento de Estado que fue reemplazado por Liliana Ayalde, una diplomática de segundo rango sin la influencia de su antecesor.
Además de estremecer la comunicación entre el Planalto y la Casa Blanca, el affaire hizo volar por los aires el incipiente acercamiento en las áreas de defensa y energía. La fuerza aérea brasileña descartó la compra de 36 cazabombarderos F-15 Super Hornet fabricados por EE.UU., y las petroleras estadounidenses desistieron de participar en la subasta para la explotación de las gigantescas reservas de crudo en las costas de Río de Janeiro y San Pablo, vencidas por un consorcio liderado por Petrobras junto a compañías de China, Francia y Gran Bretaña.
En ese contexto, Dilma recibe hoy en Brasilia al vicepresidente norteamericano Joe Biden, en lo que será el primer encuentro de alto nivel de ambos gobiernos desde hace poco menos de un año. El enviado de Obama procurará restañar las heridas, y no se descarta que renueve el convite para que Rousseff viaje a Estados Unidos. “El presidente y yo aguardamos la oportunidad de recibir a la presidenta Rousseff en Washington. Brasil es un importante socio y actor global”, elogió Biden en una entrevista publicada ayer por Folha de Sao Paulo, tratando de desmalezar el campo antes de aterrizar en Brasilia. “Reconocemos que las revelaciones (de Snowden) sobre programas de inteligencia de Estados Unidos generaron preocupación en los gobiernos de todo el mundo, incluyendo el gobierno y el pueblo brasileños”, admitió Biden, quien antes de ir a Brasilia hizo una escala en Natal para ver el partido entre Estados Unidos y Ghana por la Copa del Mundo.

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