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sábado, 29 de marzo de 2014

El brutal testimonio de un verdugo arrepentido

La mayoría de los invitados al estudio del programa de la BBC HARDtalk llegan con sus defensas preparadas. Allen Ault, por el contrario, sencillamente enfrentó las cámaras y desnudó su alma.
Su relato sobre la época en la que supervisaba ejecuciones en Georgia, Estados Unidos, es uno de los testimonios más dolorosos, brutalmente honestos y valientes que he escuchado jamás.
Ault es un estadounidense afable de cabello gris plomo y una mirada firme.
Al hablar sobre sus años como Comisionado de correccionales para el estado de Georgia, pareció olvidar el artificio del estudio de televisión y revivir sus experiencias en la cámara de ejecuciones.
"Todavía tengo pesadillas", me dijo.
"Es la forma más premeditada de asesinato que uno se pueda imaginar y se queda en la psique para siempre".
"Asesinato", una palabra extraordinaria en los labios de un hombre que administró el castigo máximo de EE.UU. en cinco ocasiones.
¿Qué le pasó a Allen Ault? ¿Qué hizo que pasara de ser un empleado fiel del sistema judicial a un activista apasionado contra la pena capital?

La maquinaria de la muerte

Su doloroso viaje empezó con un ascenso.
Ault era un psicólogo que trabajaba en el centro de diagnosis y clasificación del servicio de prisiones de Georgia.
El centro fue escogido para alojar la cámara de ejecuciones de Georgia y Ault se convirtió en su director.
Sin haber nunca examinado de cerca sus propios sentimientos sobre la pena capital, quedó encargado de la maquinaria de la muerte.
En el caso de Georgia, era una silla eléctrica. (...)

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