La inflación sigue sin dar señales de vida. En febrero, según el avance que ha publicado este viernes
el Instituto Nacional de Estadística, bastó un moderado descenso en los
carburantes para descontar tres décimas a la tasa anual del índice de
precios de consumo, que volvió a territorio negativo. El IPC ha pasado
de reflejar un incremento del 0,2% en enero a retroceder un 0,1% en febrero, según el avance que el propio INE tendrá que corroborar en dos semanas.
La evolución de la cotización internacional del petróleo (el barril del brent
ronda los 110 dólares, un 10% menos que un año atrás) por las dudas
sobre la expansión de los emergentes, y un nuevo descenso en la demanda
de combustibles en el arranque del año ha propiciado la caída del precio
de los carburantes, y en última instancia del IPC. Los expertos ya
habían anticipado que esa circunstancia, dado el débil empuje del consumo privado
a la salida de la última recesión, devolvería al índice a tasas
negativas en febrero, como ya ocurrió en octubre pasado (también -0,1%).
Solo en 2009, tras la Gran Recesión, se registraron retrocesos mayores.
La predicción de los analistas del Instituto Flores de Lemus o de la
Fundación de Cajas de Ahorros es que la inflación apenas registre, de
promedio, un avance del 0,5% en 2014. Expertos y organismos oficiales
siguen descartando el riesgo de deflación (una caída persistente y
generalizada de precios que incentiva postergar el consumo), pero una
inflación tan baja también tiene un coste notable para economías
endeudadas y con expectativas de crecimiento muy limitadas, como la
española.
Una inflación tan exigua minimiza la pérdida de poder adquisitivo de los millones de trabajadores españoles que sufren recortes salariales,
o de los pensionistas cuyas prestaciones apenas crecerán este año. Pero
hace más difícil aún el desendeudamiento (la deuda no crece con la
inflación, pero las rentas con qué pagarla sí suelen hacerlo), o la
generación de ingresos fiscales. Y en cualquier momento puede poner en
marcha una espiral deflacionista, que lleve a los consumidores a
posponer sus planes de gasto, lo que daría al traste con la
recuperación. “Un poquitín de inflación es bueno porque significa que la
economía está viva y creciendo”, subrayó el portavoz de Economía del PP
en el Congreso, Vicente Martínez Pujalte, en Antena 3.
La inflación baja en los países periféricos es también resultado de
las políticas de ajuste establecidas para recuperar competitividad. Pero
la contención de precios en los países centrales del euro (Alemania o
Francia), que son también los principales socios comerciales de España,
reduce a su mínima expresión las supuestas ventajas que se persiguen. Si
en España el índice armonizado que se usa para la comparación europea
se moderó del 0,3% al 0% en febrero, en Alemana esa tasa anual bajó del
1,2% al 1%.
Tasa del 0,8% en la eurozona
Pese a ese nuevo frenazo en los precios de dos grandes economías,
Eurostat, la agencia estadística europea, avanzó ayer que el índice
armonizado de la zona euro marcó, por tercer mes consecutivo, un avance
del 0,8%. Los analistas esperaban una tasa algo menor, del 0,7%,
coherente con los datos de España y Alemania. Solo un repunte en los
precios de Francia e Italia, países que han introducido subidas del IVA
en los últimos meses, podría explicar el avance de Eurostat. De nuevo,
habrá que esperar dos semanas al dato definitivo.
En todo caso, una inflación del 0,8% es muy baja (solo en octubre del
año pasado, y en 2009 se registraron tasas menores), y se mantiene muy
alejada del objetivo de estabilidad de precios del Banco Central Europeo
(BCE). Su Consejo de Gobierno se reúne la próxima semana y ya contará
con datos suficientes para sopesar si dispara otra salva de medidas
extraordinarias.
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