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lunes, 30 de diciembre de 2013

Ruido de tripas en la escuela

Está sucediendo en Castellón, donde la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos Penyagolosa ha constatado que hay niños que buscan comida en las papeleras del colegio y maestros que llevan alimentos a clase para llenar los estómagos.
Está ocurriendo en Gerona, donde uno de los críos acudió al centro con un bocadillo sin nada dentro, pan con pan. Porque su madre le había dicho que era un bocata mágico, ya ven. Y que cerrando los ojos podría imaginar si era chorizo o salchichón del bueno.
Está pasando en La Torre de Esteban Hambrán (Toledo), donde a causa de los recortes la dirección del colegio Juan Aguado les ha pedido a los padres que hagan una aportación por cada hijo en el centro.
No ya de libros.
No ya de cuadernos.
Circular remitida este curso por el Colegio Juan Aguado a los padres pidiéndoles un rollo de papel higiénico.
No ya de bolígrafos.
Sino de un rollo de papel higiénico.
Aprender a sumar en estos tiempos es lo que tiene: que acabas restando. Crisis+recortes educativos+familias en paro-número de profesores=muy deficiente.

Los niños, las víctimas de la crisis

«No es una exageración, no, no. En el invierno de 2012 percibimos que la crisis estaba atacando directamente a los niños. No sólo en los hogares, sino también en los colegios, tanto públicos como concertados», explica Pepa Domingo, responsable del programa de acción social de la ONG Educo. «Por eso decidimos que había que ponerse a trabajar en España. Si nuestro fin es mitigar la infancia vulnerable, ésta está aquí ahora mismo, en el portal de casa. Resultado: en 2013 hemos dado 220.000 comidas entre alumnos que apenas tienen ya qué comer».
«Los hay que vienen sin desayunar. O sin asearse. Porque no tienen agua caliente»
Los hay que llegan «sin haber cenado o desayunado». Los hay que lo hacen «con problemas de higiene» porque no tienen «agua caliente». Los hay que comparecen en el aula «para calentarse, porque en casa no tienen calefacción».
Las comillas son cosa de Modesto Díez, director del colegio concertado San Pedro y San Felices (Burgos), donde hoy entramos hasta la cocina (literal) y vemos que hay garbanzos y un montón de espacio libre: el año pasado había un centenar de niños apuntados a comedor. Hoy hay 25. Buena parte de ellos, apadrinados por una entidad sin ánimo de lucro.

'Estamos volviendo a los años 60'

«En este curso estamos en pleno apogeo de notar las consecuencias de la crisis en los colegios», señala Modesto. «No me refiero a las familias que ya estaban pasándolo mal, sino a las que vienen de la clase media. Familias que antes estaban bien y que ahora están en paro y sin ingresos. Familias que no tienen ni para asearse, hijos que vienen oliendo al colegio y antes no. Chavales que ahora son estigmatizados. Porque los demás se dan cuenta y hacen comentarios despectivos... Estamos volviendo a los años sesenta».
Un centro pide a los padres que cada hijo vaya con un rollo de papel higiénico
Allí donde no están llegando las administraciones (ha habido undescenso de hasta más de un 50% de las ayudas para el comedor y los Presupuestos destinan 84 millones menos en becas para los que carecen de recursos), se está abriendo paso el tejido asociativo a uña de caballo. No sólo son las organizaciones humanitarias, sino toda una red creciente de asociaciones de madres y padres de alumnos, docentes y trabajadores sociales que sufragan las comidas escolares o reciclan libros.
En el colegio Juan Aguado declinaron hablar sobre su llamamiento a los padres y al papel higiénico. No tiene problemas en hablar de la nueva realidad Àngels Brescó, directora del Sant Pere Claver, un centro escolar enclavado en el barrio del Poble Sec de Barcelona que no ha cortado el cordón umbilical con la calle.

'La única ingesta de proteínas se hace aquí'

«Hay niños que se traen lo que sobró de la cena en un tupper, arroz y cosas así. Para buena parte de ellos, la única ingesta de proteínas se hace aquí: carne o pescado que comen en la escuela. Antes era normal que se incorporase mucho inmigrante a mitad de curso. Ahora es al revés: se vuelven a su país. Los autóctonos sufren el paro de los padres, el fin de las ayudas, padres que en ocasiones querrían separarse pero que no pueden. Yo he tenido que salir con una familia desahuciada a comprarle cosas en un súper, para que sobreviva hasta que se ocupen los servicios sociales. Las familias que antes tenían, ahora están sufriendo muchísimo con la crisis. Y los menores, claro».
Volvemos al colegio San Pedro y San Felices de Burgos, donde hay una alumna que canta muy alto en el pasillo y una madre que lo hace muy bajo en el fondo del pozo.
«A Yamina le está dando de comer la ONG porque nosotros ya no tenemos. Hace tres meses que no pagamos el alquiler. En casa llevamos puesto el abrigo».
Nos lo cuenta su madre, Celine, que tiene 41 años, tres hijos y es natural de Costa de Marfil. Que tiene un marido soldador que antes soldaba. Que tiene una lavadora que antes funcionaba.
Cuenta Celine que Yamina ayuda como puede y se lava sus propias bragas. A sus ocho años. Con agua fría. Ayer mismo. A mano.
De mayor va a ser médico.
En Burgos el termómetro marca tres grados sobre cero.

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