Las necesidades energéticas de la imponente economía china llevarán
al gigante asiático a ser el primer importador de petróleo en el mundo a
partir de octubre de 2013. La agencia estadounidense de información y
administración de energía (EIA, por su sigla en inglés) ha señalado en
un informe publicado el pasado viernes que Pekín adelantará a EE UU en
este ranking. La EIA explica que el nuevo liderazgo depende del
constante crecimiento de la demanda china a lo largo de los últimos
años, así como del aumento de la producción petrolera interna de Estados Unidos y por ende de la caída de su demanda en el mercado exterior.
Estas tendencias se reflejan en los números: en 2014, la producción
anual de crudo estadounidense alcanzará casi los 13 millones de barriles
diarios, es decir, un 28% más que en 2011. Este incremento se debe
principalmente al desarrollo de nuevas técnicas de extracción, como la inyección de un fluido para fracturar el suelo, conocida como fracking.
La producción china crecerá, por su parte, en un 6% anual durante el
mismo periodo, menos de un tercio que la de EE UU. La demanda de
combustibles líquidos del país asiático en 2014 será, sin embargo, un
13% más elevada que la de 2011, y llegará a 11 millones de barriles
diarios, frente a los 18,5 millones de EE UU.
En el documento de la EIA se lee que "la mayor producción de petróleo
en EE UU y el estancamiento de su consumo, junto con la proyección de
una subida de la demanda china y el lento crecimiento de su producción,
sugieren que la brecha entre los dos países seguirá aumentando". Y, a
raíz de esta evolución, la EIA sostiene en otro informe, que recoge las
previsiones sobre el mercado energético en las próximas décadas, que el
consumo chino de combustible líquido rozará en 2040 los 20 millones de
barriles diarios, casi el doble de la cantidad actual.
En 2014, la incesante sed energética de China se traducirá en un
incremento medio de su consumo de 440.000 barriles diarios. Pero
mientras las necesidades importadoras de Pekín van aumentando, los
estados miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo
(OPEC, por su sigla inglesa) sufren el mayor descenso de producción
desde 2009, sobre todo por las tensiones internas e internacionales que
azotan Irán, Irak, Egipto y Nigeria. Así que Estados Unidos, que junto
con Canadá será el país cuya producción petrolera crecerá más entre los
que no pertenecen al OPEC, podría ganar una consistente posición en el
mercado internacional del crudo.
Las consecuencias de este proceso no implicarán, sin embargo, la
creación de una inédita relación comercial entre las dos principales
economías mundiales. Según David H. Shinn, profesor de la Universidad de
George Washington, China puso en marcha hace casi dos décadas una
diversificación de sus fuentes de abastecimiento energético, a través de
un fortalecimiento de su presencia en África. La Compañía Nacional
Petrolera China (CNPC), por ejemplo, se asentó en Sudán en 1996. 10 años
después, su producción en el complicado escenario del país africano
ascendía a 500.000 barriles diarios. Shinn mantiene, en un documento en
el que expone el resultado de sus investigaciones sobre este tema, que
el país asiático "sigue empujando sus petroleras para que inviertan en
África, Oriente Medio y en otros países, y está persiguiendo una
política de seguridad energética a largo plazo muy distinta de las
estrategias cortoplacistas de los países occidentales".
Aunque, remarca el académico, "los 53 países africanos poseen solo el
9% de las reservas petrolíferas actualmente conocidas, el continente
está en su mayor parte aún sin explorar, y podría representar un
importante centro en la producción mundial de hidrocarburos". Habrá que
ver qué país, más allá de China, conseguirá explotar su potencial.
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