Tito Vilanova no estará el lunes en la Ciudad Deportiva. Esta vez, y a
diferencia de otras ocasiones, se va pero no se espera su regreso. Debe
luchar contra la enfermedad, afrontar ese tratamiento que evitará que
pueda compaginar su profesión con su dedicación por sanar completamente.
Por culpa de un maldito cáncer, su despacho busca propietario, como
también su asiento en el banquillo del Camp Nou.
Cualquiera se ofrecería voluntario para entrenar al Barcelona. Es una
decisión que cuesta tomarla media milésima de segundo. O menos. Pero
ahora mismo, es la junta directiva azulgrana la que debe mascar esa
decisión como si fuera un bocado delicado, puesto que de esa decisión
dependerá la supervivencia de un estilo exitoso durante la etapa de Pep Guardiola que adquirió hace poco más de un año Tito Vilanova.
El nuevo heredero puede estar en el club por expreso deseo del, qué
raro suena escribirlo, ex entrenador barcelonista. Vilanova ya intentó
contratar a Joan Francesc Ferrer, Rubi, la pasada
temporada, pero decidió hacerse cargo del Girona tras ser uno de los
asistentes encargados de la captación de imágenes y análisis y también
segundo entrenador. En el equipo gerundense, con un estilo definido y
una metodología que se asemeja a la de los ajedrecistas, consiguió que
sus piezas casi ascendieran a la élite con uno de los presupuestos más
bajos de Segunda División y un numeroso grupo de jugadores que
finalizaban contrato el pasado 30 de junio. Horas después de caer a
manos del Almería, Tito le telefoneó y le convenció.
Su labor iba a ser la del análisis del rival. En el Girona tan
importante era conocer a los compañeros como a los adversarios. Este
amante del detalle, además, iba a evitar añorar a Tito cuando tuviera
que ausentarse para tratarse de su enfermedad, con viajes a Nueva York
como rutina. La pasada campaña, Jordi Roura tenía esa tarea,
comunicándose con su compañero gracias a las nuevas tecnologías. Rubi
iba a ser ese hilo conector.
En condiciones normales, podría ser una opción continuista. Su
antecesor confiaba en él, tiene un estilo que casa con las ideas
azulgrana y también un futuro prometedor con una metodología innovadora.
Ahora bien, jamás ha entrenado en Primera División y el Barça no es un
volante que se le suele entregar a alguien sin carné de conducir.
El Barcelona quiere anunciar a principios de la próxima semana el
sustituto de Vilanova. Ahora mismo, busca en un mercado que ha repartido
a sus mejores entrenadores a algunos clubes. A los que se sondeó en el
hipotético caso de que Tito no pudiera continuar hace meses, Manuel Pellegrini
fue uno de los escogidos, pero el Manchester City, con ex barcelonistas
en el organigrama como Txiki Beguiristain y Ferran Soriano, logró
convencerlo. Otros, como Ernesto Valverde y Luis Enrique,
están en el Athetic y el Celta, respectivamente. Y Luiz Felipe Scolari,
uno de los que más agradan a Rosell de siempre, es el seleccionador del
Brasil.
Pocas opciones quedan. Marcelo Bielsa no llegó a un acuerdo con el Santos pero su último curso en el Athletic llena de dudas su contratación. Jupp Heynckes
es ahora un venerable jubilado tras su exitoso triplete con el Bayern
de Múnich, en el que dio paso a Pep Guardiola. Habría que ver si le
apetece levantarse del sofá. ¿Y qué tal negociar con un club? Michael Laudrup ha cumplido satisfactoriamente en el Swansea y André Villas-Boas siempre ha mantenido su interés por entrenar al Barça. ¿Pero quién no?
Suena también un nombre argentino, el de Gerardo Martino,
el Tata, antiguo ídolo del padre de Messi en Newell's Old Boys,
actualmente sin equipo. Entre 2007 y 2011, tras dirigir a diferentes
equipos argentinos, asumió la dirección de la selección de Paraguay, a
la que clasificó para la Copa del Mundo de 2010 y la condujo a cuartos
de final, donde perdió ante la campeona, España. Un año después alcanzó
la final de la Copa América. Perdió ante Uruguay.
El problema, es que sólo puede ser uno. Y lamentablemente, no será
Tito Vilanova. Por culpa de un tremebundo cáncer que debe vencer como
hizo con la Liga. Una Liga de récord. Como su espíritu de superación.
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