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jueves, 11 de abril de 2013

El Barça suda su pase hasta el final

Todo fue sufrimiento en el Barça, de la tiritera de Bartra al deambular del lesionado Messi. Todo angustia en el Nou Camp, con el corazón apretado hasta el descuento, cuando aún la buscaba el PSG en el área de Valdés. Por la vía agónica, justo donde peor se maneja, llegó el Barça a las semifinales de Champions por sexta vez consecutiva. La única arrancada de Messi, reclutado de urgencia a la hora de juego, sirvió para el gol de Pedro. Todo lo demás fueron nervios y mal fútbol. [Narración y estadísticas (1-1)]
No ganó para sustos el barcelonismo y aún puede dar gracias, porque durante más de una hora su equipo navegó a la deriva. Hasta el merecido 0-1 de Pastore, la asistencia de Ibrahimovic y el festejo de Ancelotti. Si quería el técnico dejar su sello, pongamos ante Florentino, cumplió con creces. De hecho, únicamente capituló ante Messi, que no necesita correr para decidir partidos.
Con todo perdido llamó Vilanova a su estrella, que anda tieso, pero asusta igual. Para recibirle se puso patas abajo el Nou Camp, aferrado a un ídolo, porque ya no podía aferrarse a una idea. Al paso, sin confianza en su muslo dañado, Messi sólo creó una jugada, prolongada por Villa, finiquitada por la zurda de Pedro. El gol de la salvación.

Vertical y decidido

Era suficiente, para desdicha del PSG, venido a mucho menos desde entonces. Pesó tanto la fatiga como el golpe moral. Y la incorporación de Beckham, el otro icono de la noche, no tuvo el mismo impacto. Otro año será para Ancelotti, en caso de continuar al frente de este elenco de estrellas. Si no entró entre los cuatro mejores de Europa, al menos dejó un buen poso en Barcelona.
Desde el arranque se adueñó del tablero el PSG, con descaro, atado a Motta, que aunque no corre tanto como Matuidi, conoce el oficio. Fue enlazando jugadas, una a una. Primero, con moderación. Luego, con insolencia. Vestía de blanco el campeón francés y no acababan ahí sus parecidos con el Madrid. El gusto por el fútbol vertical, más un liante de primera llamado Lucas Moura. ¿Qué mejor escenario para demostrar lo que valen 45 millones?
Primero Asustó Lavezzi tras una pérdida de Busquets y hasta se permitió la licencia de repetir después con un zapatazo desde la frontal. Casi desde la misma cruz la reventó también Moura, arriba, por si alguien no había entendido el aviso. Del Barça, también con espacios, se sabía más bien poco. más.

Vertical y decidido

Se hacía inmensa la sombra de Messi, tan pendiente de su muslo como del reloj. Porque ya por entonces se presentía que tarde o temprano habría que recurrir a sus encantos. Alguna cosita de Iniesta, el trabajo de Villa y un libre directo de Xavi cantado como gol. Muy poco para lo esperado. Lo suficiente, desde luego, como para instalar los nervios en la grada.
No salía de su asombro el barcelonismo, ante ese PSG que sabía cómo y dónde hacer daño. A la espalda de Busquets o haciendo recular a Alba. Sobre todo, gracias al criterio de Verratti, un chaval de 19 años, incomprensiblemente apartado hace una semana. En 78 minutos jugó más que Beckham en dos años. El partido, como el primer tiemop en París, lo gobernaban los franceses. Y más bien a lo grande.
Ahí se impuso Valdés, oportunísimo ante el cabezazzo de Moura y una más de Lavezzi. Demasiadas absoluciones, sin duda, porque incluso el peor Barça puede salir a flote con cualquier detalle. Hasta después del 0-1, para explotar el peor rato del rival. Ese tipo de titubeos que no admite Messi, ni cojo, ni en camilla. Su efecto disuasorio fue esta vez suficiente, pero la vida por Can Barça no es tan bonita como antes. La lesión de Adriano, las distracciones de Busquets, las torpezas de Bartra, pueden atestiguarlo. En semifinales, el examen será más exigente.

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