Iba a unos 70 kilómetros por hora en el momento del choque y, visto
que el vehículo no había hecho el menor intento de evitar la mole de
piedra coronada por la famosa cuádriga, los alemanes sospecharon que se
trataba de un ataque simbólico, una manifestación de las críticas a la
que los países más perjudicados por la crisis del euro, pero la policía,
que no ha dado a conocer la identidad del conductor, descarta ese
móvil.
La radio alemana informó edurante la noche que el joven de 22 años
que conducía el automóvil presentaba niveles relativamente altos de
alcohol en sangre, aunque no establecía si fue la euforia etílica la que
le lanzó contra el símbolo prusiano o, simplemente, no pudo verlo y fue
un choque involuntario.
Una portavoz de la policía ha desmentido después que el alcohol esté
implicado en el accidente y apunta, por el contrario, que "el conductor
fue víctima del cansancio, se le cerraron los ojos y se produjo el
accidente". Según la misma portavoz, la recta de casi tres kilómetros
que conduce a la Puerta de Brandenburgo a través de la avenida 18 de
Junio pudo tener un efecto adormilante en el conductor.
El automóvil ha sido declarado en siniestro total y el chico
permanece ingresado en un hospital del centro de Berlín con la clavícula
rota y varias fracturas, pero la columna apenas ha sufrido daños. Un
equipo de expertos, de todas formas, se afana en examinar minuciosamente
el monumento buscando daños imperceptibles que pudieron haber se
producido en su estructura.
Inmediatamente después del choque, se produjo un momento de confusión
y nervios por temor a un atentado terrorista. Junto a la Puerta de
Brandenburgo se encuentra situada la Embajada de los Estados Unidos,
rodeada de muy serias medidas de seguridad, y fueron precisamente sus
funcionarios los primeros en llegar al lugar de los hechos y quienes
avisaron, después de un primer reconocimiento, a la policía alemana.
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