"Esto no quedará así", le dijo Nicolas Sarkozy al juez Jean-Michel
Gentil el pasado jueves por la noche, con no poca chulería, cuando este
le anunció que su estatus de "testigo protegido" cambiaba por el de
imputado, sospechoso de "abuso de debilidad" en el caso Bettencourt.
Para un abogado de formación como Sarkozy, la acusación de haberse
aprovechado de la demencia senil de una anciana millonaria para sacarle
dinero era una afrenta inimaginable.
Tras nueve horas en las que el ex Presidente de la República fue
confrontado al antiguo mayordomo de la heredera del imperio L'Oréal,
Pascal Bonnefoy, y otros tres empleados del servicio doméstico, Sarko no
podía sentirse más humillado. Dicen quienes presenciaron la
conversación entre el encausado y el juez instructor, en su despacho del
sótano del Tribunal de Grande Instance de Burdeos, que la tensión se
podía cortar con cuchillo.
Hacía tiempo que Gentil y los otros dos magistrados a cargo del
sumario, Cécile Ramonatxo y Valérie Noël, querían acusar al anterior
jefe del estado galo por financiación ilegal de partido político, al
sospechar que, en 2007, cuando era todavía candidato al Elíseo, Liliane
Bettencourt le prodigó jugosas sumas con que sufragar los gastos de
campaña. Pero ese delito prescribe a los tres años en Francia y Sarkozy
tenía garantizada la inmunidad penal por el artículo 67 de la
Constitución durante los cinco años que duró u mandato.
Así que tuvieron que recurrir a una artillería judicial de mayor
calibre, aprovechando que el dictamen médico había fijado que Madame
comenzó a sufrir la "alteración de sus facultades mentales" en
septiembre de 2006 y, por lo tanto, cuando el aspirante a la presidencia
Nicolas Sarkozy la visitó al año siguiente, ya había perdido la
cabeza.
Nuestro hombre, que es orgulloso, susceptible, bastante rígido y
tiene prontos de irascibilidad que ya le han jugado anteriormente malas
pasadas –¿recuedan aquello de "Lárgate, rico gilipollas"
que le soltó delante de las cámaras de televisión a un ciudadano que le
increpaba durante el Salón de la Agricultura en febrero de 2008?–, no
pudo pues contenerse. Con las mandíbulas apretadas, denunció primero una
"injusticia" y luego le soltó a Gentil esa frase inoportuna, más propia
de una película de mafiosos de Scorsese que de un político veterano
como él.
Lívido ante lo que ha interpretado como una amenaza descarada del
sospechoso, el juez ordena al secretario judicial que tome nota de lo
que este ha dicho y lo incorpore a la trascripción del proceso verbal.
Pero ante las protestas airadas del abogado Thierry Herzog, para no
envenenar más el ambiente, su señoría da marcha atrás y la reunión se da
por concluida en el más áspero de los escenarios.
Por supuesto, la anécdota ha trascendido este fin de semana a la
prensa del Hexágono, que ha aprovechado la reacción iracunda del ex
presidente para hacer un repaso de sus salidas de tiesto, cuando no de
sus proverbialmente crispadas relaciones con la judicatura.
Le Monde, por ejemplo, enumera sus anteriores intentos de
intimidar a magistrados, como Renaud Van Ruymbeke o Patrick Ramaël, que
terminaron siendo apercibido disciplinariamente por su exceso de celo en
los affaires de Clearstream y Françafrique respectivamente. ¡Hasta Le Figaro
hace un recuento de escaramuzas, a pesar de tratarse de un periódico
conservador cuyo propietario Serge Dassault es senador de la UMP por
Esssone!
Entre las más sonadas de una lista que puede consultarse aquí,
figura algunos episodios de su etapa como Ministro del Interior, cuando
acusaba de laxismo a los magistrados que dejaban en libertad bajo
palabra a criminales que luego cometían delitos.
¿Qué le pasa a Sarkozy con los jueces y por qué cree que le persiguen
y que sólo quieren hundirle? Es un misterio. El caso es que, a pesar de
sus muchos desencuentros con el poder judicial y de haber sido imputado
por un delito bastante feo, una encuesta de BVA difundida anoche por el diario Le Parisien
revela que nuestro hombre sigue teniendo futuro político para dos (63%)
de cada tres franceses. Según dicho estudio, el 76% de los votantes de
derechas cree firmemente que terminará presentándose a los comicios
presidenciales de 2017 y la mayoría le prefieren como candidato a su ex
primer ministro Fillon. Como sugiere el periódico parisino, "¡parece
como si en vez de perjudicarle, la condición de imputado a Sarkozy le
hubiera beneficiado!".
Pero demos tiempo al tiempo, ya que a la vuelta de la esquina a Sarko le esperan otros sumarios judiciales igualmente lacerantes...
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