Desde ayer, tres millones de
personas están muy preocupadas. Nueve millones más muestran inquietud. Son los
ciclistas; los que usan la bici a diario y los que la utilizan más de dos veces
por semana, respectivamente, según el Barómetro de la Bicicleta.
Ayer salió a la luz el proyecto de reforma del Reglamento General de Circulación (RGC) de
la DGT.
Tras un injustificado retraso -la modificación iba a ser una realidad la
legislatura anterior- conversaciones con asociaciones, grupos ciclistas,
señales positivas y diálogo, llega una norma injusta, ilógica e irracional. Concretamente
por el artículo 179:
Artículo 179. Otras normas.
1. Los ciclistas, y en su caso los ocupantes, estarán obligados a utilizar
cascos de protección homologados o certificados según la legislación vigente. Los
ciclistas en competición y los ciclistas profesionales en entrenamiento o en
competición, se regirán por sus propias normas.
1. Los ciclistas, y en su caso los ocupantes, estarán obligados a utilizar
cascos de protección homologados o certificados según la legislación vigente. Los
ciclistas en competición y los ciclistas profesionales en entrenamiento o en
competición, se regirán por sus propias normas.
La directora de la DGT, María Seguí, ha incluido esta regulación que entierra todos los avances
realizados en ciclismo urbano en España. Sin base científica real, con toda
Europa usando la bici sin obligar a ponerse un casco y con la nefasta
experiencia de Australia, único país junto con Israel, que ha obligado en el
mundo a los ciclistas urbanos a usar casco por las calles de sus ciudades. La
norma de Seguí es un capricho que puede hundir los sistemas de bici pública y
relegar los pedales al fin de semana. La buena noticia: hay un plazo de 10 días
para alegaciones, propuestas e incluso manifestaciones.
La reforma del RGC lleva
tiempo fraguándose. El verano pasado, el Ministerio de Interior, del que
depende la DGT, anunció la intención de modificar el reglamento e incluyó el
casco como obligación. Tras una serie de consultas, parecía que este acto de
provincianismo ignorante -ningún país de Europa obliga a su uso ni siquiera
Dinamarca con ratios de uso de la bici que rozan el 40%- era un globo sonda.
Ahora se evidencia que no. El pequeño revuelo alertó a los pedaleantes que
vieron ciertas maniobras lobbistas en la norma. Así, para representar las
inquietudes ciclistas, el pasado enero se formó la Mesa de la Bicicleta, con
representantes de todos los sectores del pedal y diálogo directo con la DGT.
Al principio parecía que se
iban a valorar sus opiniones; teniendo en cuenta que Seguí y Fernández Díaz,
ministro de Interior, llegan cada día en coche oficial al trabajo, era lógico. Pero
en un escalofriante giro de la trama, el argumentario de los pedaleantes ha
quedado en papel mojado. “El casco obligatorio, el arrinconamiento del ciclista
en la calzada y el mantenimiento del régimen sancionador a los ciclistas como
si provocaran el mismo peligro que los motorizados, parecen pretender desanimar
y expulsar a los ciclistas de las calles”, resume Conbici su posición respecto
a la norma.
Mapa del mundo en función de la obligatoriedad del casco. Enero de 2013. Datos de Bicycle Helmet Safety Institute and Bicycle Helmet Research Foundation
Verde: no obligatorio. Rojo: Obligatorio. Resto: obligatorio fuera de las urbes, menores.
El casco de Damocles sobrevuela
las ciudades desde el comienzo del mandato de María Seguí, en el cargo desde
hace menos de un año. La Federación Europea de Ciclismo (ECF) no lo avala: “No estamos en contra del
casco sino que luchamos contra los argumentos que aseguran que pedalear es más
peligroso de lo que realmente es y que el casco ofrece una super protección más
allá de la que realmente da”, resume la organización que tiene un grupo de
trabajo al respecto denominado Ask me why I cycle without a helmet (Pregúntame por qué pedaleo sin casco). Varios estudios
actuales muestran, con estadísticas, que se golpean mucho más la cabeza los
ocupantes de un coche o los peatones que los ciclistas.
Y en Australia, el país donde primero se obligó a usar casco en sus calles,
la norma se considera un fracaso porque el yelmo desmotivó a la gente a usar la
bici lo que aumentó la inseguridad ciclista; al haber menos bicis, los coches
van más rápido. Además, el yelmo no solo anularía los sistemas de bici pública
instaurados con éxito en Sevilla, Barcelona o Zaragoza, sino que cortaría las
alas a Madrid que pretendía lanzarlo en enero de 2014. Ahora que la capital se
había convencido con los pedales, la DGT se pone a la contra.
¿Por qué a pesar de todo esto
la señora Seguí quiere obligar al uso del casco? Nadie lo sabe. Algunos
hablan de interese económicos, lobby de aseguradoras o la industria del
automovil. La directora de
la DGT posee formación científica lo que le obliga a saber que las
decisiones
políticas se deben tomar en base a estudios, experiencias y pruebas.
Parece
ignorar todo eso. Prima la pasión y la opinión de que con el casco se va
más
seguro. Opiniones hay muchas y variadas; por suerte, pruebas científicas
y
experiencias urbanas, también. Ya que España llega tarde al desarrollo
de las
ciudades, podría fijarse en los aciertos de otros países no en los
fracasos. Debería
promover políticas que ayuden a las ciudades a ser menos contaminantes,
más
justas, dinámicas y amables.
Desde que se anunció la
reforma de la norma parece que ha habido un trabajo de presión política
para
la instauración del casco, además de una batería de medidas que ahogan a
la bicicleta. Algunos medios se hicieron eco de estudios
financiados por empresas automovilísticas, que mostraban el apoyo
popular al yelmo
sin ningún tipo de rigor, basándose en encuestas por internet; se publicaron
alarmantes cifras de siniestralidad ciclista y se ha hecho hincapie en la seguridad
para los pedaleantes. De los casi 3.500 accidentes ciclistas que ocurrieron en
2011, 67 acabaron en tragedia. El número impacta pero los detalles son más
chocantes todavía: casi todos ellos ocurrieron en carretera, donde es
obligatorio el uso del casco. Según cifras de la mismísima DGT. “Estamos
realmente preocupados de que se esté maniobrando a nuestras espaldas
para cambiar la Ley de Seguridad Vial”, cuenta Alfonso Triviño, abogado especializado en ciclismo y secretario
de la Asociación de Ciclistas Profesionales.
“Soy contrario a la obligatoriedad del casco porque implica culpabilizar
a la víctima caso de accidente y una forma de que las aseguradoras evadan sus
responsabilidades. Además desincentiva el uso de la bici en sectores de la
población que la utilizarían si no se pusiera tantas trabas. Se están cargando el ciclismo urbano y profesional. Es un ataque muy fuerte”, concluye.
Quedan diez días para que el
casco se vuelva una realidad. El sábado 9 de enero, en Madrid, se va a realizar
una entrega de firmas en contra de la obligatoriedad el casco recogidas, por
iniciativa popular, en Change.org. La entrega será a las 12.00 en el registro
del Ministerio de Interior (Calle Amador de los Rios, 7.
Metro Colon).
Además, para que los poderes
públicos razonen, se pueden enviar un mail mostrando el desacuerdo con
la reforma del Reglamento a María Seguí (secretaria.directora@dgt.es).
Y también se puede salir a la
calle para demostrar que aunque los ciclistas sean pocos, tienen voz, voto y
fuerza. El Gobierno no necesita un nuevo e innecesario frente político. María
Seguí parece que quiere crearlo.
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