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jueves, 7 de marzo de 2013

La amenaza Seguí

Desde ayer, tres millones de personas están muy preocupadas. Nueve millones más muestran inquietud. Son los ciclistas; los que usan la bici a diario y los que la utilizan más de dos veces por semana, respectivamente, según el Barómetro de la Bicicleta. Ayer salió a la luz el proyecto de reforma del Reglamento General de Circulación (RGC) de la DGT. Tras un injustificado retraso -la modificación iba a ser una realidad la legislatura anterior- conversaciones con asociaciones, grupos ciclistas, señales positivas y diálogo, llega una norma injusta, ilógica e irracional. Concretamente por el artículo 179:
Artículo 179. Otras normas.
1. Los ciclistas, y en su caso los ocupantes, estarán obligados a utilizar
cascos de protección homologados o certificados
según la legislación vigente. Los
ciclistas en competición y los ciclistas profesionales en entrenamiento o en
competición, se regirán por sus propias normas.
La directora de la DGT, María Seguí, ha incluido esta regulación que entierra todos los avances realizados en ciclismo urbano en España. Sin base científica real, con toda Europa usando la bici sin obligar a ponerse un casco y con la nefasta experiencia de Australia, único país junto con Israel, que ha obligado en el mundo a los ciclistas urbanos a usar casco por las calles de sus ciudades. La norma de Seguí es un capricho que puede hundir los sistemas de bici pública y relegar los pedales al fin de semana. La buena noticia: hay un plazo de 10 días para alegaciones, propuestas e incluso manifestaciones.
La reforma del RGC lleva tiempo fraguándose. El verano pasado, el Ministerio de Interior, del que depende la DGT, anunció la intención de modificar el reglamento e incluyó el casco como obligación. Tras una serie de consultas, parecía que este acto de provincianismo ignorante -ningún país de Europa obliga a su uso ni siquiera Dinamarca con ratios de uso de la bici que rozan el 40%- era un globo sonda. Ahora se evidencia que no. El pequeño revuelo alertó a los pedaleantes que vieron ciertas maniobras lobbistas en la norma. Así, para representar las inquietudes ciclistas, el pasado enero se formó la Mesa de la Bicicleta, con representantes de todos los sectores del pedal y diálogo directo con la DGT.
Al principio parecía que se iban a valorar sus opiniones; teniendo en cuenta que Seguí y Fernández Díaz, ministro de Interior, llegan cada día en coche oficial al trabajo, era lógico. Pero en un escalofriante giro de la trama, el argumentario de los pedaleantes ha quedado en papel mojado. “El casco obligatorio, el arrinconamiento del ciclista en la calzada y el mantenimiento del régimen sancionador a los ciclistas como si provocaran el mismo peligro que los motorizados, parecen pretender desanimar y expulsar a los ciclistas de las calles”, resume Conbici su posición respecto a la norma.
Mapa del mundo obligatoriedad del casco
Mapa del mundo en función de la obligatoriedad del casco. Enero de 2013. Datos de Bicycle Helmet Safety Institute and Bicycle Helmet Research Foundation
Verde: no obligatorio. Rojo: Obligatorio. Resto: obligatorio fuera de las urbes, menores.

El casco de Damocles sobrevuela las ciudades desde el comienzo del mandato de María Seguí, en el cargo desde hace menos de un año. La Federación Europea de Ciclismo (ECF) no lo avala: “No  estamos en contra del casco sino que luchamos contra los argumentos que aseguran que pedalear es más peligroso de lo que realmente es y que el casco ofrece una super protección más allá de la que realmente da”, resume la organización que tiene un grupo de trabajo al respecto denominado Ask me why I cycle without a helmet (Pregúntame por qué pedaleo sin casco). Varios estudios actuales muestran, con estadísticas, que se golpean mucho más la cabeza los ocupantes de un coche o los peatones que los ciclistas. Y en Australia, el país donde primero se obligó a usar casco en sus calles, la norma se considera un fracaso porque el yelmo desmotivó a la gente a usar la bici lo que aumentó la inseguridad ciclista; al haber menos bicis, los coches van más rápido. Además, el yelmo no solo anularía los sistemas de bici pública instaurados con éxito en Sevilla, Barcelona o Zaragoza, sino que cortaría las alas a Madrid que pretendía lanzarlo en enero de 2014. Ahora que la capital se había convencido con los pedales, la DGT se pone a la contra.
¿Por qué a pesar de todo esto la señora Seguí quiere obligar al uso del casco? Nadie lo sabe. Algunos hablan de interese económicos, lobby de aseguradoras o la industria del automovil. La directora de la DGT posee formación científica lo que le obliga a saber que las decisiones políticas se deben tomar en base a estudios, experiencias y pruebas. Parece ignorar todo eso. Prima la pasión y la opinión de que con el casco se va más seguro. Opiniones hay muchas y variadas; por suerte, pruebas científicas y experiencias urbanas, también. Ya que España llega tarde al desarrollo de las ciudades, podría fijarse en los aciertos de otros países no en los fracasos. Debería promover políticas que ayuden a las ciudades a ser menos contaminantes, más justas, dinámicas y amables.
Desde que se anunció la reforma de la norma parece que ha habido un trabajo de presión política para la instauración del casco, además de una batería de medidas que ahogan a la bicicleta. Algunos medios se hicieron eco de estudios financiados por empresas automovilísticas, que mostraban el apoyo popular al yelmo sin ningún tipo de rigor, basándose en encuestas por internet; se publicaron alarmantes cifras de siniestralidad ciclista y se ha hecho hincapie en la seguridad para los pedaleantes. De los casi 3.500 accidentes ciclistas que ocurrieron en 2011, 67 acabaron en tragedia. El número impacta pero los detalles son más chocantes todavía: casi todos ellos ocurrieron en carretera, donde es obligatorio el uso del casco. Según cifras de la mismísima DGT. “Estamos realmente preocupados de que se esté maniobrando a nuestras espaldas para cambiar la Ley de Seguridad Vial”, cuenta Alfonso Triviño, abogado especializado en ciclismo y secretario de la Asociación de Ciclistas Profesionales. “Soy contrario a la obligatoriedad del casco porque implica culpabilizar a la víctima caso de accidente y una forma de que las aseguradoras evadan sus responsabilidades. Además desincentiva el uso de la bici en sectores de la población que la utilizarían si no se pusiera tantas trabas. Se están cargando el ciclismo urbano y profesional. Es un ataque muy fuerte”, concluye. 
Quedan diez días para que el casco se vuelva una realidad. El sábado 9 de enero, en Madrid, se va a realizar una entrega de firmas en contra de la obligatoriedad el casco recogidas, por iniciativa popular, en Change.org. La entrega será a las 12.00 en el registro del Ministerio de Interior (Calle Amador de los Rios, 7. Metro Colon).
Además, para que los poderes públicos razonen, se pueden enviar un mail mostrando el desacuerdo con la reforma del Reglamento a María Seguí (secretaria.directora@dgt.es).
Y también se puede salir a la calle para demostrar que aunque los ciclistas sean pocos, tienen voz, voto y fuerza. El Gobierno no necesita un nuevo e innecesario frente político. María Seguí parece que quiere crearlo. 

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