En el supermercado de Puerto Stanley, la capital de las islas
Malvinas (islas Falkland para los lugareños), el kilo de tomates se
vende a ocho euros y el precio de la fruta no baja de los 10 euros. Sin
embargo, los clientes llenan la bolsa sin el menor titubeo. Con un ingreso anual per cápita equivalente a 22.000 euros,
los kelpers, como se conoce a los 2.984 habitantes del archipiélago, no
se privan de nada. La vida en el último confín del Atlántico Sur
transcurre apaciblemente y en medio de la abundancia, con la sola
alteración de las noticias que llegan desde la vecina –aunque distante-
Argentina. Por ejemplo, las últimas declaraciones del canciller
argentino Héctor Timerman, en relación al referéndum que se llevará a cabo entre mañana, domingo y el lunes en ese remoto paraje, barrido por los vientos antárticos.
Los 1.650 kelpers registrado en el diminuto padrón electoral, deberán
decidir si acaso las islas mantienen o no, su condición de territorio
de ultramar del Reino Unido. Dando por cierto que los convocados optarán
por mantener su estatus de ciudadanos británicos, Timerman atribuyó la
consulta a "una artimaña de Londres para mantener su dominio colonialista
en un territorio que por ley pertenece a la Argentina". De su parte,
las autoridades isleñas reconocen haber consultado al gobierno de David
Cameron, pero aseguran que la iniciativa es originaria de Falkland.
También admiten que el referéndum tiene como principal objetivo demostrar a los vecinos, empezando por la presidenta Cristina Kirchner,
que sea cual sea la alternativa que escojan, jamás admitirán que los
argentinos vuelvan a colocar su bandera en el terruño donde sus
ancestros se asentaron hace un siglo y medio. La última vez que lo
hicieron fue en abril de 1982, tras invadir las islas de las que fueron
desalojados por una fuerza expedicionaria británica, al cabo de dos
meses.
"¿En que podríamos beneficiarnos si Falkland formarse parte de Argentina, como ellos pretenden?",
se pregunta de forma retórica Tim Miller, gerente de Stanley Growers,
la empresa importadora que abastece a los supermercados. "Aquí no existe
el desempleo ni la inflación que estrangulan a los pobres argentinos.
Aquí se respetan las instituciones y el gobierno no puede hacer lo que
se le antoja con el bolsillo de la gente", explicó en tono sarcástico el
empresario, al diario argentino 'Clarín'.
Traducido al español, el apelativo kelper significa buscador de
algas. Antes de la guerra con argentina, los lugareños eran tan pobres
que debían completar su dieta de carne de oveja con los vegetales que le
proporcionaba el mar. Desde que fueron reconocidos como súbditos de su
Majestad británica, en 1983, su estándar de vida ha llegado a superar al
de sus conciudadanos en la lejana Inglaterra. Aunque continúan
exportando lana de oveja de gran calidad, los mayores ingresos provienen de la industria pesquera local
y de los permisos de pesca que otorgan a los barcos provenientes de
Europa y de Japón. Según John Barton, director del Departamento de Pesca
de Falkland, las ganancias obtenidas en el 2012 superaron los 200
millones de euros, de los cuales el 10 por ciento corresponde a las
licencias que se otorgan por espacio de 25 años.
El turismo es otra actividad floreciente. Entre el
2009 y el 2011, más de 70.000 personas arribaron a Puerto Stanley, la
mayoría a bordo de los cruceros que hacen escala por dos a cinco días
para luego navegar por el círculo antártico. «Más de 50 familias
habilitaron hospedajes en sus casas. Se trata de personas que antes
vivían de la cría de pequeños hatillos de oveja o de sus huertos y que
ahora le sacan provecho a la belleza del entorno para aumentar sus
ingresos», señala Patrick McFarlane, de la Secretaría de Turismo.
Indudablemente, la disputa en torno a las islas no hubiera alcanzado su nivel actual de agresividad, de no ser por los yacimientos de petróleo off shore que se han detectado en la plataforma marítima, al norte y al oeste de Malvinas/Falkland.
La empresa británico-kelper Rockhopper , una de las cinco que han
salido a la búsqueda del oro negro, estima en unos 1.300 millones de
barriles, la reserva contenida en las napas submarinas. "Aún si el
volumen de crudo fuese la mitad de lo que predicen los sondajes, la
explotación de esos recursos tendría un enorme impacto en los mercados
energéticos de todo el mundo y un efecto incalculable a nivel
geopolítico", afirma Terry Davidson, director ejecutivo de la consultora
canadiense Petronex.
Para el gobierno de Cristina Kirchner, la exploración del subsuelo en
torno al archipiélago constituye otro acto de usurpación, tan alevoso
como el desembarco de los primeros colonos ingleses, a fines de 1833.
Más aun, tomando en cuenta que en los últimos años, Argentina atraviesa
por una crisis energética que la obliga a importar suministros a un
coste anual de 30.000 millones de dólares. Alejandro Iribarne, profesor
de la Universidad de La Plata (Argentina) se atreve a opinar que si él
fuera un kelper, votaría por mantener el dominio de Gran Bretaña sobres
el archipiélago, como se presume que harán los convocados al referéndum.
"Ellos necesitan la protección de la Armada Real para extraer los
hidrocarburos sin que nadie les estropee la fiesta. Tendrán que estar
locos para pronunciarse de otra manera", resume Iribarne.
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