Los habitantes de las zonas más cercanas a la central nuclear de
Fukushima 1, que fue destruida por el terremoto y el tsunami que devastaron la costa noreste de Japón el 11 de marzo de 2011,
tienen mayor riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer, según
asegura la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe hecho
público este jueves. Fuera de estos lugares, no se prevé un alza de
casos de la enfermedad.
El estudio afirma que, en un radio de 20 kilómetros alrededor de la
planta, el riesgo de sufrir cáncer de tiroides a lo largo de la vida
entre las niñas que resultaron expuestas a la radiación se prevé que sea
del 1,25%, cuando en condiciones normales en esta parte de Japón es del
0,75%. Es decir, el riesgo ahora es un 70% mayor. El yodo radiactivo
liberado en los accidentes atómicos tiende a acumularse en las glándulas
tiroideas, especialmente en los menores. La posibilidad de que las
niñas afectadas "en los lugares más contaminados" desarrollen en el
futuro cáncer de mama y los niños, leucemia también ha aumentado, aunque
en menor medida -un 6% y un 7%, respectivamente-, según la OMS.
"La mayor preocupación identificada en este informe tiene que ver con
los riesgos específicos de cáncer relacionados con ubicaciones
particulares y factores demográficos", señala Maria Neira, directora de
salud pública y medioambiente de la organización, en un comunicado. "Un
desglose de los datos, según edad, género y proximidad a la planta
nuclear, muestra un riesgo mayor de cáncer para aquellas personas
situadas en las partes más contaminadas. Fuera de estos lugares -incluso
en zonas dentro de la prefectura de Fukushima-, no se espera que se
registre un incremento perceptible de la incidencia de cáncer".
La OMS asegura que no cree que la radiación escapada de la central
cause un aumento de abortos u otros problemas físicos y mentales en
niños nacidos después del accidente. El informe, realizado por un grupo
de expertos internacionales, señala que, para la población general
dentro y fuera de Japón, los potenciales riesgos sanitarios derivados
del desastre atómico "son bajos" y "no se prevén incrementos
perceptibles de tasas de cáncer por encima de lo normal", pero advierte
que un tercio de los trabajadores que lucharon para estabilizar la
central tras las explosiones de los reactores tendrá que hacer frente a
"un riesgo mayor" de padecer cáncer. El organismo sanitario advierte
que, en cualquier caso, será necesario realizar un seguimiento en
profundidad del impacto de la catástrofe nuclear en la salud de la
población durante muchos años.
El terremoto de magnitud 9 en la escala Richter y el consiguiente
maremoto mataron a unas 19.000 personas -ninguna de ellas, por la
radiación- y dañaron gravemente la central atómica de Fukushima, cuyos
reactores se fundieron en parte y dejaron escapar radiación, lo que
obligó a desalojar a unas 110.000 personas de los alrededores. Se trató
del peor desastre atómico que ha sufrido el mundo desde el de Chernóbil,
en la entonces Unión Soviética, en 1986.
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