Clima de guerra civil y cisma entre los socialistas en el Congreso por el soberanismo en Cataluña y satisfacción en el PP que, pese a lo que tienen encima, ven a Alfredo Pérez Rubalcaba cada vez más debilitado. El PSC
rompió este martes por primera vez en la historia democrática la
disciplina de voto del Grupo Parlamentario del Congreso y desató una
oleada de críticas en el PSOE
contra los socialistas catalanes, un profundo malestar entre los
diputados y hasta voces que plantearon abiertamente la ruptura entre
ambas formaciones. Trece diputados del PSC apoyaron en el Pleno, junto a
CiU, ERC e ICV,
la propuesta de resolución que asegura que “el Congreso insta al
Gobierno a iniciar un diálogo con el Govern de la Generalitat, en aras a
posibilitar la celebración de una consulta a los ciudadanos y
ciudadanas de Catalunya para decidir su futuro”. Enfrente estaba el PSOE
con el PP y con UPyD
para oponerse al derecho a decidir y marcar la línea para frenar el
proceso soberanista impulsado por el presidente de la Generalitat, Artur Mas.
La socialista Carme Chacón
no votó ni con unos ni con otros: estuvo presente pero no apretó ningún
botón. No siguió la disciplina de voto del PSOE, pero rompió la
instrucción de sus compañeros del PSC por su posición crítica contra el
llamado derecho a decidir. La posición de la diputada por Barcelona era
especialmente delicada porque debía optar entre indisponerse con su
partido en Cataluña o enfrentarse a la formación que sigue aspirando a
liderar en unas hipotéticas primarias en 2014, tras perder frente a
Rubalcaba en un congreso hace más de un año. Se quedó en medio y el
hecho de que no votara ni con uno ni con otro provocó malestar en
algunos que antes habían elogiado su desmarque del PSC.
La situación es que la apuesta de Mas no ha roto aún España, pero sí
ha abierto brechas notables en el segundo partido del país: el PSC se
aleja del PSOE: cinco diputados rompieron hace un mes la disciplina del
PSC para apoyar la moción soberanista en el Parlament; Rubalcaba ha
abierto un proceso para una propuesta federal que no la aceptan todos y
que, además, ni siquiera satisface a los socialistas catalanes, y Chacón
se queda en tierra de nadie y con vida propia.
“Se están traspasando todos los límites y para nada”, aseguró el ex número dos del PSOE José Blanco
a puerta cerrada, ante diputados y senadores socialistas, para resumir
el profundo malestar con el PSC y el hecho de que, según aseguró un buen
número de intervinientes, hayan caído en la trampa del resto de
partidos catalanes en la votación de una moción sin efectos prácticos.
Una veintena de diputados secundó esa oleada de críticas al PSC.
Hablaron, entre otros, Txiki Benegas, Juan Luis Gordo, Carmela Silva y
José María Barreda. El discurso de todos fue en la línea de lamentar que
el PSC traspasara la raya sin necesidad y a pesar de que el PSOE está
asumiendo el riesgo de adaptar su discurso para hacer una propuesta
federal.
Otro pequeño grupo de diputados fue aún más lejos y planteó abrir el
debate sobre la posibilidad de romper con el PSC, después de 35 años de
acuerdo, para comparecer en Cataluña con las siglas del PSOE. Lo
significativo es que ese grupo lo encabezó otro ex número dos del
partido, Alfonso Guerra,
para quien si los socialistas catalanes siguen “retando” al PSOE
defendiendo las reivindicaciones de los nacionalistas, lo suyo sería que
el PSC se presentara solo en Cataluña. Le secundaron José Martínez
Olmos, Consuelo Rumí y Valeriano Gómez. Este último nombre es
significativo porque forma parte de la actual Ejecutiva del PSOE, es de
la confianza de Rubalcaba y como tal es el responsable de economía.
Por parte del PSC contestaron a la avalancha de críticas Francesc
Vallés, Isabel López Chamosa y Román Ruiz. El primero habló de respeto
mutuo y de desacuerdo puntual y el tercero mencionó el maltrato fiscal
de Cataluña, lo que levantó un significativo murmullo próximo al abucheo
entre sus compañeros de grupo.
Por la dirección intervino Elena Valenciano
con el mensaje oficial de que el acuerdo entre el PSOE y el PSC es el
único “puente político” que queda intacto entre Cataluña y España y, por
eso, es necesario preservarlo. Les dijo también que los diputados serán
sancionados, pese a que minutos antes la portavoz Soraya Rodríguez
había explicado que no se les aplicaría ninguna multa por ser una
discrepancia política.
Esa bronca al PSC es la tercera en dos días, porque el lunes en la
Ejecutiva, la única asistente por parte de los catalanes, Esperanza
Esteve, escuchó reproches de varios asistentes, empezando por Rubalcaba.
Y eso que entonces no se conocía la decisión de romper la disciplina de
voto, pero sí la petición de abdicación del Rey que hizo el líder del
PSC, Pere Navarro,
minutos antes de que Rubalcaba subiera a la tribuna a confrontar con
Mariano Rajoy en el debate sobre el estado de la nación. También el
mismo lunes, Rubalcaba lanzó a Navarro los reproches en una reunión en
Ferraz en la que se constató la imposibilidad de llegar a un acuerdo.
Unas semanas antes hubo ya un amago de ruptura de la disciplina de voto
cuando el PSC se negó a apoyar la Iniciativa legislativa Popular sobre
los toros. El PSOE cedió entonces y salvó la situación optando por la
abstención.
La preocupación en el grupo es que el proceso soberanista no ha hecho
más que arrancar y los partido independentistas y nacionalistas han
encontrado un arma para debilitar a los socialistas forzando votaciones.
De hecho, desde la tribuna, el diputado de ERC Joan Tardà, feliz,
proclamó la “histórica unidad del catalanismo político” y presentó el
voto conjunto de PSC, CiU, ERC e ICV como un paso hacia la
independencia.
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