De ser cierta la
noticia difundida hace un par días por el diario italiano La Republica y
la revista semanal Panorama, el Papa Benedicto XVI estaría informado en
detalle acerca de la existencia de una red de corrupción en las altas
esferas del Vaticano.
El informe presentado por la Comisión Ad Hoc de alto nivel, creada por el mismo Benedicto XVI para investigar el robo de documentos de la oficina papal (caso Vatileaks)
ha revelado la presencia en los pasillos del Vaticano de un “influyente
lobby” de prelados y laicos implicados en asuntos tan poco divinos como
la lucha de poderes, el robo, la extorsión y el proxenetismo homosexual
masculino.
Los resultados de dicha investigación no pueden
sorprender a nadie, puesto que de una u otra forma éstos vendrían
solamente a confirmar lo que el vulgo siempre ha sospechado e intuido
acerca de lo que en la Santa Sede ocurre entre bambalinas. Sin embargo,
es muy probable que Benedicto XVI se haya quedado boquiabierto y
anonadado ante la cruda verdad del informe secreto. La existencia de una
infraestructura secreta dedicada a satisfacer las necesidades
homosexuales de jerarcas de la Iglesia, podría ser realmente una de las
causas principales que provocaron la sorpresiva dimisión del Papa.
Llama
la atención si, el deseo del Papa que el proceso de elección de su
sucesor se realice lo más pronto posible y sin contratiempos. Uno tiene
la impresión que Benedicto XVI está abrumado con los resultados de la
investigación. Probablemente nunca sabremos la verdad “verdadera”, pero
todo indica que el “pecado”, es decir, la “trasgresión a la ley de Dios”
estaría anidada precisamente en el corazón de la Iglesia Católica.
Mientras la Iglesia Católica siga sosteniendo que la homosexualidad es contra natura
y por lo tanto un pecado grave, “el diablo”, seguirá agitando el
espíritu y la carne de muchos clérigos, quienes seguirán satisfaciendo
sus instintos en la sombra y por ende, actuando con hipocresía y además,
con el agravante de sentirse y saberse “pastores pecadores”.
La
sexualidad reprimida desemboca tarde o temprano en caos sexual o en
patología, mientras que la renuncia consciente al instinto sexual es una
decisión libre e individual, además de ser una forma alternativa de
vivir la vida.
Señalar y condenar a los “pecadores” es
importante, pero la verdadera solución de los problemas sexuales en la
Iglesia Católica pasa por asumir que la sexualidad es intrínseca a la
naturaleza humana y que desempeña una función muy importante en la
regulación y equilibrio del espíritu y la carne.
No se sabe
quién será el sucesor de Benedicto XVI, pero lo que sí se sabe desde ya,
es que el nuevo Papa heredará de su predecesor una verdadera papa
caliente.
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