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sábado, 5 de enero de 2013

La Tizona de El Cid es indivisible


Pleito difícil, ajuste complejo. El Juzgado de Primera Instancia 72 de Madrid ha fallado a favor de las demandantes del XVI marqués de Falces, José Ramón Suárez del Otero, a propósito de la titularidad indivisa de la supuesta Tizona, espada del Cid Campeador, que no obstante fue vendida en 1.500.000 euros hace cinco años. La potestad para vender el histórico estoque había sido impugnada por las demandantes y la reciente sentencia les reconoce como cotitulares de la espada.
Un tío de Suárez del Otero, Pedro Velluti, XV marqués de Falces —que había heredado el arma supuestamente cidiana de su antepasado el marqués de Peralta— desheredó a su familia de sangre y legó sus bienes a un cuidador, antiguo pescador, Salustiano Fernández. En compañía de su esposa, Jacinta Ménez, Fernández  le asistió en los últimos años de su vida. Dos de las hijas de los cuidadores, Olga y Mercedes, demandaron a Suárez del Otero por la venta de la espada, por ellas desconocida, y ahora la juez reconoce que "la mitad indivisa del acero" en lenguaje jurídico, les pertenece.
Olga Fernández, una de las hermanas demandantes, mostró ayer desde su residencia en Alcalá de Henares, "emoción por la sentencia", pero asegura desconocer aún el detalle que especifique todos sus extremos.
Luis Hijas, abogado de las demandantes, interpreta la sentencia — que afirma no conocer en todos sus extremos— como una indicación clara que le permite reclamar el valor de la mitad de la venta de la espada, estimada en 750.000 euros, "ya que no puedo pedir la Tizona, puesto que fue adquirida de buena fue por un grupo comprador”.
Javier Ruiz, abogado defensor de Suárez del Otero, niega que la sentencia implique resarcimiento pecuniario alguno por parte de su defendido. El fallo es considerado de tipo "meramente declarativo y no pecuniariamente punitivo”, por el abogado. Las partes disponen de 20 días a partir del 28 de diciembre para recurrirlo ante la Audiencia Provincial de Madrid. Su texto da la razón a los herederos notariales del XV marqués Pedro Velluti, en cuanto a la indivisibilidad de la parte que les corresponde del mandoble, si bien sobre su reclamación de la mitad del dinero embolsado por la operación de venta, calculada en 1.500.000 euros, el texto del fallo no establece nada sustantivo.
La Tizona fue depositada en julio de 1944 en el Museo del Ejército de Madrid, donde permaneció expuesta al público hasta que en 2007, ante el desplazamiento del museo a Toledo, José Ramón Suárez del Otero la vendió por 1,5 millones de euros a un colectivo compuesto mayoritariamente por empresarios burgaleses. Este grupo la donó a la Junta de Castilla y León.
Tras la venta y ulterior donación, la histórica espada fue depositada en el Museo de Burgos, en un acto presidido por el entonces alcalde, el ex ministro Juan Carlos Aparicio. Fue en medio de aquellos trámites cuando las herederas notariales de Pedro Velluti conocieron la venta de la Tizona y barruntaron la posibilidad de que fuera parte su herencia, como así ha reconocido la juez.
La venta de la histórica espada había estado signada por la polémica, ya que en 2006, el Ministerio de Cultura, a quien Suárez del Otero ofreció el mandoble medieval, rechazó adquirirla por dudar de la autenticidad del arma. Se trata de un tipo de espada alto-medieval, denominado Tizona, procedente de fraguas sevillanas, de 93 centímetros de longitud por 4,5 centímetros de anchura, con la empuñadura, de estilo renacentista, modificada en el siglo XVI.
El acero, que cuenta con una acanaladura en el interior de su filo para acelerar la muerte de los estoqueados mediante la introducción de aire desde la herida, formaba parte del ajuar de Rodrigo Díaz de Vivar (Vivar, 1043-Valencia, 1099), cuyas hijas emparentaron con los condes de Cataluña, condado que pasaría a adscribirse a la Corona de Aragón. Fernando de Aragón, esposo de Isabel I de Castilla, legó la espada al marqués de Peralta, II marqués de Falces, antecesor de Pedro Velluti. Peralta había jugado en el arranque del siglo XVI un papel decisivo en la integración del reino de Navarra a la Corona unificada por los Reyes Católicos. Por ello fue gratificado con el singular acero, investido de un alto significado simbólico en Castilla, patria de El Cid.
Algunos estudiosos subrayan que este apelativo podría derivar del término Sayyed que, en el mundo islámico, con el que Rodrigo tuvo estrecha relación, como adversario y también como aliado, alude al linaje del Profeta.

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