La llamada sensación térmica depende de factores distintos a la
temperatura objetiva y no siempre coincide con ella. De la misma forma,
la impresión que tienen los ciudadanos sobre la corrupción política
dibuja un negro panorama en el que cada vez hay más casos y, lo que es
más negativo, en el que existe impunidad casi absoluta para los
implicados. En tiempos de crisis se acentúa esa impresión por motivos
obvios, hasta el punto de que, según la encuesta de Metroscopia,
un 63% considera que ha crecido la corrupción política; un 54% asegura
que es superior a la de otros países y hasta un 95% desconfía de las
intenciones de los partidos y de la eficacia de la Justicia para
combatirla.

Además, como hay resistencia a la expulsión de la vida política de
los acusados, la sensación de impunidad de los corruptos se asienta en
la sociedad. De ahí que un 95% de los encuestados denuncie que los
partidos tienden a tapar y proteger a sus militantes corruptos
en vez de denunciarles y expulsarles. Esa protección es a veces
transversal como lo prueba que el Gobierno del PP indultara el pasado
mes de marzo a un dirigente de Unió para evitarle la cárcel. A falta de
respuesta en los partidos y la Justicia, la salida según la encuesta
debe estar para el 87% en una posición intransigente de los ciudadanos a
la hora de ir a votar. Es decir, que no se apoye a candidaturas en las
que se incluyan a acusados por corrupción. Para un 67%, no obstante, los
políticos corruptos son solo una minoría, pero suficiente para poner en
entredicho el buen nombre de los demás.
El sondeo es coherente con la impresión de desafección política que
muestran todas las encuestas. De hecho, se deduce que si en este momento
hubiera elecciones la participación estimada sería de entre el 60 y
62%, es decir, entre 10 y 12 puntos por debajo de la de las elecciones
generales de 2011.
Los encuestados son muy críticos con los partidos y el 86% les exige
un gran pacto nacional para hacer frente a la crisis económica. A esa
petición le sigue el pesimismo del 76% que considera improbable ese
acuerdo.
La conclusión es que el 88% reprocha a los actuales partidos que
miren por sus intereses y problemas y no los de la sociedad; el 81%
asegura que crean más problemas de los que resuelven y el 72% lamenta
que sientan los pactos como debilidad y no como fortaleza. También ponen
de manifiesto un declive de lo que se conoce como clase política,
porque el 66% asegura que los partidos actuales son peores que los de la
Transición y el 55% opina que con los de ahora no se hubiera logrado el
tránsito a la democracia.
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