El Ayuntamiento de Madrid lleva tramitando desde hace más de medio año el nuevo plan de seguridad del Palacio de Vistalegre,
que en ese tiempo ha realizado varios eventos multitudinarios pese a
las deficiencias detectadas por los bomberos. El anterior plan, aún
vigente, estipula además un aforo máximo que deberá reducirse en un
tercio.
El Gobierno local de Ana Botella (PP) permitió el pasado viernes que se celebrara un concierto al que acudieron 10.500 personas.
La Policía Municipal hizo un amago de limitar el aforo a 7.725, según
las directrices del área de Emergencias, pero, tras las protestas del
público congregado a las puertas, que llevaron incluso a requerir la
presencia de unidades antidisturbios, el concejal del distrito de
Carabanchel, Manuel Troitiño —en comunicación con el área de Seguridad,
que dirige Fátima Núñez—, dio orden de que pasaran todos los
espectadores con entrada.
En el Palacio de Vistalegre hay previstos varios conciertos para los
que están vendidas ya todas las entradas, como los dos que celebrarán en
mayo el grupo juvenil One Direction.
Vistalegre es uno de los pocos pabellones para eventos
multitudinarios de la capital, con el Madrid Arena y la Caja Mágica
(municipales) y el Palacio de Deportes y la plaza de Las Ventas
(autonómicos, pero explotados por empresas privadas). Abrió en el año
2000 en los terrenos de la antigua plaza de toros de Carabanchel, y lo
explota la empresa Palumi por concesión administrativa del Ayuntamiento.
Precisamente este es el modelo que quiere implantar Botella en las
grandes instalaciones municipales. Es uno de los cambios provocados por
la muerte de cinco jóvenes en la fiesta de Halloween celebrada en el Madrid Arena.
La tragedia ha desencadenado además una oleada de actuaciones del
Ayuntamiento para revisar y reforzar la seguridad de salas de conciertos
y otros recintos públicos. Y ha influido también, como sucede con
Vistalegre, en aquellas revisiones que ya se estaban realizando con
extrema lentitud administrativa.
La normativa estatal obliga a los edificios con aforo superior a
2.000 personas en los que se celebran espectáculos públicos a contar con
un plan de seguridad. Deben actualizarse cada tres años. El anterior
plan de Vistalegre data del año 2000.
El Ayuntamiento recibió el nuevo el pasado mes de marzo, y el 18 de
mayo respondió con un informe de la Subdirección de Bomberos que
detallaba las deficiencias detectadas. La empresa replicó el 26 de
noviembre con un documento que repetía deficiencias, tal y como
señalaron el 3 de diciembre los bomberos. La más importante: el
escenario bloquea dos salidas de evacuación. En la tragedia del Madrid
Arena, el escenario tapaba tres de las ocho salidas de la pista, donde
pudieron congregarse hasta 17.000 personas pese a que sólo cabían 3.700.
El plan de seguridad elaborado por la empresa Palumi indica que
Vistalegre puede acoger como máximo 7.625 personas. Detalla dos
configuraciones: plaza de toros, con todo el público en las gradas y
hasta 8.360 personas (los bomberos no validan esta cifra porque no les
corresponde hacerlo); y sala de conciertos, con un escenario en el
ruedo, hasta 2.400 personas de pie y otras 5.225 en las gradas (más de
un tercio se inutilizan al quedar detrás del escenario).
El informe de bomberos tiene fecha del 3 de diciembre, pero el sello
de entrada en la Dirección General de Emergencias es del 21. Dónde pasó
esos 18 días pertenece al reino del misterio burocrático. Cuando llegó a
manos del director general, Alfonso del Álamo (que tuvo que comparecer
en la comisión de investigación del Madrid Arena y escuchar cómo la
oposición pedía su dimisión), este dio orden a la policía de limitar a
lo indicado por los bomberos el aforo de Vistalegre, donde horas más
tarde iba a celebrarse el concierto de Maldita Nerea, con 10.500 entradas vendidas.
Este evento había sido autorizado con ese aforo por la Junta de
Distrito el 3 de diciembre, y el área de Seguridad, del que depende
Emergencias, lo sabía desde el 12. El nuevo plan remitido por la empresa
y rechazado por los bomberos está aún sin aprobar de forma definitiva.
El líder municipal socialista, Jaime Lissavetzky, ha criticado “la
improvisación del Ayuntamiento, que actúa más por sobresaltos que por
objetivos”. En su opinión, dejar entrar a todo el público fue “una
decisión arriesgada que afortunadamente no tuvo consecuencias”.
Lissavetzky aboga por publicar el aforo de cada recinto, público o
privado, y no permitir vender entradas hasta tener listo el plan de
seguridad que indique cuánta gente podrá asistir.
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