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domingo, 18 de noviembre de 2012

Scotland Yard planea vender su famosa sede de Londres

No son exactamente iconos arquitectónicos lo que le falta a Londres, pero la ciudad se ha echado a llorar por la posibilidad de perder uno de los más impersonales: el anodino edificio de oficinas que desde 1967 aloja la sede de la Policía Metropolitana, más conocida como Scotland Yard. El actual comisario jefe, Bernard Hogan-Howe, ha anunciado por sorpresa que están estudiando la venta del edificio como parte del draconiano plan de recorte de gastos que les impone el Gobierno británico, empeñado en reducir como sea el gasto público. “Están vendiendo la joya de la corona”, se ha lamentado un sindicato policial. Sin embargo, Scotland Yard se trasladará al barrio en el que estuvo casi siempre, Victoria Embankment, a orillas del Támesis.
Aunque la decisión de marcharse de esa enorme mole de los años sesenta no está tomada y no se sabe si los nuevos propietarios querrán reformarla o tirarla, por lo que parecen llorar los más melancólicos no es tanto por esa masa de vidrio y aluminio de Victoria Street como por el famosísimo rótulo con la sobria leyenda “New Scotland Yard” que gira sobre sí mismo 14.000 veces al día y situado junto a la entrada principal, en una calle trasera, frente al número 8 de Broadway. ¿Y acaso alguien duda de que ese mismo rótulo seguirá girando en la nueva sede?
Los mandos policiales, acostumbrados a vivir con presupuestos expansivos desde siempre, se ven ahora en la necesidad de ahorrar 500 millones de libras (620 millones de euros) antes de 2015, una cifra importante para un cuerpo que gasta casi 4.500 millones de euros al año.
En la sede actual, trabajan unas 3.000 personas y en la futura no habrá espacio para más de 800 empleados
Las finanzas, sin embargo, no parecen el punto fuerte de la policía londinense, que en 2008 pagó 155 millones de euros por el edificio —en realidad, por lo que llaman free hold, la propiedad completa del terreno— y ahora espera recaudar algo más de 185 millones. El problema, según ha explicado Hogan-Howe, es que el mantenimiento es muy elevado, unos 13,7 millones de euros al año, y ahora tenía que afrontar una renovación estimada en unos 62 millones. En total, el cambio de sede permitirá unos ahorros de ocho millones de euros, una cifra modestísima para el nivel de vida de Scotland Yard.
Quizás la clave no esté en las finanzas, sino en el hecho de que en la sede actual trabajan más de 3.000 personas y en la futura apenas habrá espacio para entre 600 y 800 empleados. Teniendo en cuenta que la poda de gastos va a ir acompañada de un significativo recorte de efectivos y que el alcalde, que tiene la última palabra, prometió que los agentes que patrullan las calles de Londres no bajarán de los actuales 32.000, parece claro que el recorte de personal vendrá, en buena parte, de la sede central.
El cuartel general no es la única propiedad en venta. La Policía Metropolitana tiene un parque inmobiliario de unos 700 edificios, incluyendo comisarías, bases de patrulla y garajes para sus vehículos. Muchos están ya en venta y hay planes para cerrar docenas de comisarías. Algunas reciben “dos visitas en los días buenos y una en los días malos”, por lo que ahora quieren abrir pequeños despachos en lugares concurridos, como son los supermercados. Una forma no solo de ahorrar dinero, sino de hacerse más accesible al ciudadano.
Muchos londinenses ignoran que en la primera planta de la sede central de Victoria Street hay uno de los museos más escabrosos y secretos de la capital: el Museo del Crimen. Secretista porque no es de acceso público: solo se puede visitar por invitación. Entre los visitantes ilustres se cuentan desde algunos miembros de la familia real a gente famosa como el escritor Arthur Conan Doyle (creador de Sherlock Holmes y quizás el mayor propagandista de la policía londinense en toda la historia), el mago Harry Houdini, los actores Stan Laurel y Oliver Hardy o Gilbert & Sullivan, la pareja artística de la época victoriana que formaban el libretista W. S. Gilbert y el compositor Arthur Sullivan.
El museo es fruto de una ley aprobada en 1869 que autorizaba a la policía a quedarse con ciertos utensilios confiscados a los prisioneros para poder instruir con ellos a los agentes. A la colección, creada a iniciativa de un inspector llamado Neame con la ayuda de un agente llamado Randall, recibió la consideración oficial de museo en 1875, pero nunca fue inaugurado formalmente.
Consta de dos salas. La primera contiene una colección de armas, todas ellas etiquetadas con el nombre del delincuente que las utilizó, sobre todo de casos famosos anteriores a 1900, como el de Jack el Destripador o el de Charlie Peace (1832-1879), un ladrón y asesino con apariencia de elegante violinista que inspiró varias novelas románticas. En la sala se exhiben también las máscaras mortuorias de condenados a morir ahorcados en la prisión de Newgate.
La segunda sala contiene vitrinas divididas por categorías como asesinos famosos, envenenadores, asesinos de policías, realezas, robos de bancos, espionaje, asedios y rehenes y secuestros.
La Policía Metropolitana fue creada en 1829 por el entonces ministro del Interior, sir Robert Bob Peel, origen del mote de “bobbies” con el que desde entonces se conoce a sus agentes. Su función era controlar los suburbios de Londres, pero la City mantuvo, y sigue manteniendo, su propia fuerza policial.
El origen del sobrenombre de Scotland Yard es algo más controvertido que el de los bobbies. Tiene relación con el despacho en el que estaban instaladas las dos personas que en 1839 recibieron el proyecto de fusionar la Policía Metropolitana con otros cuerpos de la capital que en principio se habían quedado fuera de su ámbito. El despacho estaba en la parte trasera de la sede central, situada en Whitehall Place. La casa en que estaban ellos daba a un jardín trasero y hay dos versiones sobre cómo ese jardín llegó a bautizar como Scotland Yard al conjunto de la policía.
Una versión sostiene que aquella casa había sido una residencia propiedad del rey de Escocia antes de que se formara el Reino Unido y que ese lugar era conocido como Escocia y de ahí pasó a llamarse Scotland Yard, Jardín de Escocia. Y que a partir de entonces se empezó a llamar así a la policía. Otra versión algo distinta sostiene que el edificio de Whitehall Place daba a un jardín trasero que estaba en una de las tres calles de la zona que incorporaban a su nombre las palabras Scotland Yard, concretamente la que se llamaba Great Scotland Yard.
En 1890, la sede fue trasladada al cercano Victoria Embankment, a un edificio diseñado por el arquitecto escocés Richard Norman Shaw y que ahora forma parte de las oficinas del cercano Parlamento. Desde entonces, la sede de la Policía Metropolitana pasó a llamarse New Scotland Yard. Construido con ladrillo rojo, la fachada de la planta baja del edificio fue levantada con bloques de granito transportados por reclusos.
El cuartel general de Scotland Yard estuvo en ese edifico hasta que en 1967 se trasladó al actual moderno edificio de oficinas en Victoria Street. Si se cumplen los planes anunciados, la Policía Metropolitana de Londres irá de nuevo a Victoria Embankment, a un edifico construido en 1937 por el arquitecto Curtis Green que hasta hace poco era la sede de la Policía Territorial. Antes, en ese solar, ya había una comisaría de policía. En el fondo, Scotland Yard vuelve a casa. Tampoco parece que haya tantas razones para llorar. Lo más importante es que no se olviden de trasladar el famoso rótulo giratorio.

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