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domingo, 4 de noviembre de 2012

| Barça 3 - Celta 1 Triunfo sin dedicatoria

No hubo dedicatoria para Thiago, el primogénito, porque papá Messi se quedó seco ante el Celta. Ya es noticia que el mejor del mundo se líe de esa manera ante el gol. O que abandone el césped más pendiente de su rodilla que del balón del enésimo 'hat-trick'. Pero estos caprichos tiene también el fútbol, que de vez en cuando frustra hasta a los genios. Así que el Barça, sin la inspiración de Leo, sufrió más de lo previsto ante un rival que no tiene el colmillo retorcido precisamente. Sobre todo en un primer tiempo donde la menor brisa deslabazaba a su defensa. Debieron enmendarlo Vilanova, dando paso a Bartra, y el gol de Alba, en flagrante fuera de juego. [Narración y estadísticas (3-1)]
Un triunfo del montón para cerrar el mejor arranque de la historia azulgrana. Nada extraordinario, salvo las esencias de Iniesta y los fallos de Messi, que lo probó de todas maneras ante Varas, su azote hace 12 meses justo ahí. Incluso dejó helado al estadio cuando giró mal la rodilla derecha, allá por el minuto 87. Nada serio, pese a las apariencias. En el primer día de Thiago, una lesión de papá hubiera sido una tragedia.
No supo marcar Leo, por mucho que lo intentara desde el arranque. Con el taquito para el zurdazo de Iniesta, parecido al que borró las telarañas en Mendizorroza. Y la devolución del favor del manchego, el control con el pecho y la vaselina sacada por Bustos. Una batalla en campo abierto, porque así lo quiso el Celta, que también gusta de estos espectáculos. No discutió la posesión, aunque cuando recuperó, se fue arriba con ambición y mucha gente.
Sus dos primeros avisos se perdieron por el mal tino de Iago Aspas. Por decantarse por un disparo cuando mejor convenía el pase y por errar el mano a mano ante Valdés. Supo leer los espacios a la espalda de los centrocampistas culés y abrirse paso por ese océano verde que conducía al gol. Tampoco puso muchas pegas un Barça con demasiadas vías de agua. Cuando salía Busquets con el balón, atrás sólo quedaban Alba, Mascherano y Adriano. Cuando había que volver, Sergio actuaba de central.

Bartra por Fábregas

Se enredó el Barça en ese ida y vuelta. Mientras Piqué y Puyol observaban desde el palco, cabalgaban Augusto y Aspas, preparaba el remate Mario Bermejo. Nada más volver del 1-0, inesperada obra de Adriano, en colaboración con Pedro, replicaron con todo los gallegos. El pase al hueco de Krohn Dehli hacia Alex López y la puntilla de Bermejo. La lógica impepinable del fútbol, donde no siempre el buen juego se traslada al marcador. Lástima que al Celta le durara tan poco.
Justo lo que tardaron en conectar Iniesta y Villa, un genio y un depredador, responsables de la jugada de la tarde. Alivio de nuevo en el Nou Camp, para casi todos menos para Vilanova, que decidió cambiar el dibujo. A la fuerza, por la lesión de Adriano y la entrada de Alves. Y por voluntad propia, prescindiendo de Fábregas para abrir sitio a Bartra. Una forma cualquiera de arroparse, que estaba el sábado revuelto y la manta no llegaba a los pies.
El cambio cargó de razones a Tito y redujo las llegadas celestes. Busquets fortaleció la medular y el partido se inclinó poco a poco hacia la portería de Varas. No pudo hacer mucho más el Celta, conforme ya con su destino. Jugó mejor que en el Bernabéu, aseado, sin faltas, pero poco a poco se derrumbó sin remedio. Fernández Borbalán y su juez de línea, le dieron el golpe de gracia.
Parece mentira que el juez no viera más de un metro adelantado a Alba, que recibió el taconazo de Villa, tumbó al portero y empujó el 3-1. Justo lo que no supo hacer Messi minutos atrás, obtuso ante el portero tras la pifia de Hugo Mallo. A Leo le buscaban los compañeros, pero él se trababa como un pipiolo. No hubo mucho más historia y todos se quedaron con las ganas. Tiempo habrá para resarcir al barcelonismo.

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