No hubo dedicatoria para Thiago, el primogénito, porque papá Messi se
quedó seco ante el Celta. Ya es noticia que el mejor del mundo se líe
de esa manera ante el gol. O que abandone el césped más pendiente de su
rodilla que del balón del enésimo 'hat-trick'. Pero estos caprichos
tiene también el fútbol, que de vez en cuando frustra hasta a los
genios. Así que el Barça, sin la inspiración de Leo, sufrió más de lo
previsto ante un rival que no tiene el colmillo retorcido precisamente.
Sobre todo en un primer tiempo donde la menor brisa deslabazaba a su
defensa. Debieron enmendarlo Vilanova, dando paso a Bartra, y el gol de
Alba, en flagrante fuera de juego. [Narración y estadísticas (3-1)]
Un triunfo del montón para cerrar el mejor arranque de la historia
azulgrana. Nada extraordinario, salvo las esencias de Iniesta y los
fallos de Messi, que lo probó de todas maneras ante Varas, su azote hace
12 meses justo ahí. Incluso dejó helado al estadio cuando giró mal la
rodilla derecha, allá por el minuto 87. Nada serio, pese a las
apariencias. En el primer día de Thiago, una lesión de papá hubiera sido
una tragedia.
No supo marcar Leo, por mucho que lo intentara desde el arranque. Con
el taquito para el zurdazo de Iniesta, parecido al que borró las
telarañas en Mendizorroza. Y la devolución del favor del manchego, el
control con el pecho y la vaselina sacada por Bustos. Una batalla en
campo abierto, porque así lo quiso el Celta, que también gusta de estos
espectáculos. No discutió la posesión, aunque cuando recuperó, se fue
arriba con ambición y mucha gente.
Sus dos primeros avisos se perdieron por el mal tino de Iago Aspas.
Por decantarse por un disparo cuando mejor convenía el pase y por errar
el mano a mano ante Valdés. Supo leer los espacios a la espalda de los
centrocampistas culés y abrirse paso por ese océano verde que conducía
al gol. Tampoco puso muchas pegas un Barça con demasiadas vías de agua.
Cuando salía Busquets con el balón, atrás sólo quedaban Alba, Mascherano
y Adriano. Cuando había que volver, Sergio actuaba de central.
Bartra por Fábregas
Se enredó el Barça en ese ida y vuelta. Mientras Piqué y Puyol
observaban desde el palco, cabalgaban Augusto y Aspas, preparaba el
remate Mario Bermejo. Nada más volver del 1-0, inesperada obra de
Adriano, en colaboración con Pedro, replicaron con todo los gallegos. El
pase al hueco de Krohn Dehli hacia Alex López y la puntilla de Bermejo.
La lógica impepinable del fútbol, donde no siempre el buen juego se
traslada al marcador. Lástima que al Celta le durara tan poco.
Justo lo que tardaron en conectar Iniesta y Villa, un genio y un
depredador, responsables de la jugada de la tarde. Alivio de nuevo en el
Nou Camp, para casi todos menos para Vilanova, que decidió cambiar el
dibujo. A la fuerza, por la lesión de Adriano y la entrada de Alves. Y
por voluntad propia, prescindiendo de Fábregas para abrir sitio a
Bartra. Una forma cualquiera de arroparse, que estaba el sábado revuelto
y la manta no llegaba a los pies.
El cambio cargó de razones a Tito y redujo las llegadas celestes.
Busquets fortaleció la medular y el partido se inclinó poco a poco hacia
la portería de Varas. No pudo hacer mucho más el Celta, conforme ya con
su destino. Jugó mejor que en el Bernabéu, aseado, sin faltas, pero
poco a poco se derrumbó sin remedio. Fernández Borbalán y su juez de
línea, le dieron el golpe de gracia.
Parece mentira que el juez no viera más de un metro adelantado a
Alba, que recibió el taconazo de Villa, tumbó al portero y empujó el
3-1. Justo lo que no supo hacer Messi minutos atrás, obtuso ante el
portero tras la pifia de Hugo Mallo. A Leo le buscaban los compañeros,
pero él se trababa como un pipiolo. No hubo mucho más historia y todos
se quedaron con las ganas. Tiempo habrá para resarcir al barcelonismo.
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