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lunes, 30 de abril de 2012

Rayo 0 - Barcelona 7


Presionar cada balón para llegar siempre tarde. Una décima, un palmo, un pestañeo, siempre tarde. Demasiada fatalidad para el Rayo, barrido por una de las últimas exhibiciones del Barça de Guardiola. Un ejercicio preciosista bajo la lluvia, con Messi de nuevo deslumbrante, un triunfo para aplazar el ineludible regreso de la Liga al Bernabéu. Sin embargo, habrá que esperar al miércoles en San Mamés, donde al Madrid le vale el mismo resultado que los azulgrana en casa ante el Málaga. [Narración y estadísticas (0-7)]

En Vallecas, ya sin opciones, derrochó solvencia el aún campeón, autor de su más holgado triunfo a domicilio. Más hubiera valido mostrar esa categoría ante Getafe, Osasuna o Villarreal, por mencionar sólo tres plazas donde se escaparon las opciones de título. Nunca es tarde para rectificar, aunque sea pensando en la final de Copa, fecha del programado adiós de Guardiola.

Con la mente puesta en el epílogo ante el Athletic, Pinto se colocó bajo palos buscando esas sensaciones perdidas, esos preliminares necesarios. Montoya, al lateral derecho, para cerrar la defensa de cuatro. Y Thiago, en la cabina de mando, en sustitución del lesionado Xavi, con Keita a un lado y Busquets al otro. Un once apenas reconocible, pero que ofreció un óptimo rendimiento.

Presión ante Pinto

De hecho, las dificultades del Barça se redujeron al minuto 3, cuando dos decisiones de Pinto erizaron el vello a todo el equipo. Obvió el patadón el portero para salir por abajo y a la segunda cesión debió intervenir de urgencia Busquets ante Diego Costa. Se venía arriba el Rayo, porque no tenía nada que perder y porque nunca supo hacer otra cosa. Con seis puntos de margen sobre el descenso, quiso complicar igual que complicó al Madrid. Aunque no le salió, poco puede reprochársele.

Tampoco a Sandoval, que cargó su fusil con Lass, Michu y Tamudo por detrás de Diego Costa. Su intención era negar los espacios y salir por piernas cuando hubiera ocasión. Pero como no se dio la primera premisa, el resto del plan se vino abajo. Se hartó de perseguir sombras el Rayo, castigado sin piedad por Messi, Alexis y Pedro, un martillo en el área rival, el tridente ideal para el fútbol de salón azulgrana.

Entre los tres fabricaron el 0-1, en una de esas oleadas de lado a lado que provocaron tanto pánico en fechas recientes. Y con un robo de Leo, la asistencia de Keita y la involuntaria ayuda de Rober se dobló la ventaja poco después. La sentencia para el Rayo, que apenas había replicado con un libre directo de Trashorras y un cabezazo de Diego Costa, también aprovechando el balón parado. Si algún osado guardaba alguna esperanza, allí se perfiló Messi para regalar el 0-3 a Keita tras una diagonal sublime.

Thiago y Alves

Exhibición estéril por tardía, aunque exhibición al fin y al cabo. Prolongada además a la vuelta del descanso, cuando Messi remató al travesaño para que Pedro aprovechara las migajas. El 0-4 ya suponía la mayor goleada a domicilio del curso y un buena tunda para el rival, ya sin Movilla sobre la hierba. Sin embargo, ni por esas frenó el Barça, empeñado en hacer sangre, quizá como revancha de sus escarnios recientes.

Restaba media hora cuando apareció Alves y algo menos cuando regresó Afellay, de vuelta a los terrenos tras siete meses de baja y frustraciones. Los vecinos, arracimados en terrazas y balcones, se batían entonces en retirada. Alguno ni vio la polémica celebración entre Thiago y Alves, abortada por Puyol, siempre en capitán. Tampoco debió de gustar el 'rush' final, con otra asistencia más de Messi a Pedro y el definitivo 0-7, también en las botas de Leo, para igualar a Cristiano en la cima del Pichichi. Siete goles, aunque fuera de plazo, eran la mejor manera de aplzar un alirón.


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