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jueves, 19 de abril de 2012

Jubilado, polimedicado y crónico, el que más visita la consulta y la farmacia

El 60% de las personas mayores de 65 años tiene más de una enfermedad crónica, es decir, está polimedicado y por tanto son los que más gasto farmacéutico generan, según reflejan varios estudios. Con el incremento del copago farmacéutico, Sanidad quiere "disuadir" y "educar" a los ciudadanos para evitar el derroche de medicamentos, según manifestó ayer su titular Ana Mato.

El plan de Sanidad se dirige hacia un perfil muy concreto que, según diferentes estadísticas y análisis, se concreta así: jubilado, polimedicado y crónico.

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Con este perfil, y según cálculos de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria, "para un paciente polimedicado (muy habitual entre los pensionistas) el tratamiento medio para dolencias habituales (seis medicamentos tipo serían un omeprazol, una estatina para el colesterol, un antihipertensivo, antiagregante, calcio y medicamentos para la próstata u osteoporosis en caso de hombre o mujer) vendría a costar unos 50 euros, con lo cual en caso de que pagaran el 10% pagarían mínimo unos 5 euros al mes".

A esa cantidad, correspondiente a un tratamiento crónico, habría que sumarle medicamentos para otros problemas que pudieran tener en dolencias agudas, como podría ser un antibiótico o un analgésico. Esta cifra es orientativa, y quizás sea algo más precisa si realiza una suma de las que aparecen destacadas en el gráfico donde se recogen los fármacos de uso más frecuente según el precio que muestra la web del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid.

Cada año, el Instituto Nacional de Estadística muestra que los españoles mueren principalmente por enfermedades cardiovasculares, seguidas por el cáncer y los problemas respiratorios. Antes de que estos trastornos conduzcan al fallecimiento, muchas personas padecen durante años sus síntomas. Son patologías crónicas, en la mayoría de los casos.

A la cronicidad hay que sumar el desarrollo de más de un trastorno de forma simultánea. Un ejemplo es la prevalencia de síndrome metabólico (caracterizado por obesidad abdominal, dislipemia, glucemia elevada y tensión arterial alta), que en España supera el 30% de la población adulta. Cuando la edad se acota entre los 65 y 72 años, esa cifra aumenta a un 42% en los hombres y a un 52% en las mujeres, según un estudio publicado el pasado año en la Revista Española de Cardiología, realizado con datos de 24.670 individuos.

"Generalizando un poco, podemos decir que las personas con una cardiopatía suelen tener el colesterol alto, para lo que suelen tomar una estatina; son hipertensas, por lo que necesitan uno o dos fármacos para controlar la tensión, y reciben además otros tantos para su corazón, es decir, de tres a cinco fármacos", afirma Julio Zarco, miembro de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).

Un perfil parecido tienen aquellos con un problema crónico respiratorio, para el que suelen necesitar un tratamiento con dos o tres inhaladores, más oxígeno en casa, recibir cada año vacunas para la gripe y neumococo y a eso habría que añadir los procesos agudos eventuales. "Suelen tener recidivas de bronquitis una o dos veces al año, para la que necesitan uno o dos antibióticos", señala Zarco.

A estas terapias habría que añadir las habituales para tratar la artrosis, problema muy frecuente a estas edades, como un analgésico y un antiinflamatorio, y en el segundo peldaño de fármacos más consumidos para este trastorno, según el Ministerio de Sanidad. Además, no hay que olvidar que en el botiquín del jubilado probablemente se encuentre algún fármaco hipnótico, ansiolítico o antidepresivo. Según un estudio reciente, publicado en el 'Canadian Journal of Psiquiatry', alrededor del 20% de los ancianos consume hipnóticos como el lexatín.

¿Influirá en el jubilado?

El Secretario General del Sindicato de Enfermería (SATSE), Alejandro Laguna, ha señalado en un comunicado que el 'repago' por medicamentos "supone que los mayores y las personas de renta media y baja no puedan acudir a la Sanidad en condiciones de igualdad, constituyendo un auténtico 'atentado' a la universalidad del sistema sanitario público".

Laguna considera que "esta medida recaudatoria puede provocar que los ciudadanos se piensen dos veces le adquirir un medicamento y que se produzca un agravamiento de su estado, con la consiguiente repercusión negativa en su salud, además de mayores gastos para el sistema sanitario por las complicaciones que pudieran originarse (tratamientos más largos, más mediamentos o más pruebas diagnósticas)".

Para Domingo Orozco, vicepresidente de la Semfyc, considera que, "en una situación de crisis como la actual, todos debemos aportar algo. Pero hay que tener en cuenta el perfil del paciente, ciertas peculiaridades de alto riesgo e identificar a los más frágiles, aquellos que toman más medicamentos debido a su salud y con rentas más bajas, estos pacientes no deberían entrar ni siquiera en la aportación mínima".

Por otro lado, este médico de familia reconoce que en nuestro país se hacen más visitas al centro de salud que en otros países de nuestro entorno y el que más veces pasa por la consulta es el paciente crónico. "Pero no es el culplable. Uno de los factores es la burocracia del sistema, que le hace depender mucho de la Atención Primaria. Ahora estamos desarrollando una estrategia para atender al paciente crónico de una forma más eficiente, buscando un paciente más informado y autónomo. El problema es que el sistema está orientado más hacia el enfermo agudo y no al crónico. No creo que éste haga un mal uso de los fármacos, pero puede que lo gratuito conlleve el inconveniente de que con la facilidad de acceso se abuse", concluye.

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