Es de sobra conocida la fama del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, con las mujeres. Este miércoles, 'Il Cavaliere' ha hecho gala una vez más de ella minutos antes de comenzar la Cumbre europea que se celebraba en Bruselas, donde aprovechó un breve saludo con su homóloga danesa, Helle Thorning-Schmidt, para mirarle el trasero sin ningún disimulo.
Antes de comenzar la Cumbre europea, en la sede del Consejo de la Unión Europea, Berlusconi se cruzó en la sala de reuniones con Thorning-Schmidt, a la que saludó con una pequeña reverencia con la cabeza y un apretón de manos.
Tras este breve saludo, la primera ministra danesa se alejó hacia su lugar en la mesa de reuniones, mientras que Berlusconi aprovechó que estaba de espaldas para volverse y bajar la mirada para admirarle el trasero.
El gesto del primer ministro italiano fue captado por las cámaras del Consejo de la UE y fue resaltado por varios medios de comunicación de su país, algunos de los cuales incluso colgaron el vídeo en internet.
Llamada a la televisión
No ha sido la única anécdota protagonizada en la jornada de ayer por el primer ministro italiano. Horas después, en un receso de la reunión con los líderes europeos, Silvio Berlusconi intervenía vía telefónica en un programa de la televisión italiana para pedir a Lorenzo Bini Smaghi, miembro del Consejo Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE), que dimita y evite así tensiones con Francia.
"Quisiera aprovechar (el programa) 'Porta a Porta' para hacer un llamamiento a Bini Smaghi para que abandone y evite fricciones con Francia", ha dicho Berlusconi.
El asunto se remonta al pasado mes de abril, cuando el líder italiano y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, pactaron que Smaghi debería ceder su cargo de consejero delegado en el BCE a un representante galo, a cambio del respaldo otorgado por el Elíseo a la candidatura del italiano Mario Draghi a la Gobernación del BCE.
"Bini Smaghi fue nombrado por el Gobierno y hoy el Gobierno le pide que dimita para no crear un 'casus belli'" con Francia, ha dicho Berlusconi durante su intervención en el programa 'Porta a Porta' del canal público RaiUno.
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