Trípoli, 5 sep (PL) Tribus y efectivos militares leales a Muamar El Gadafi mantuvieron hoy la disposición a defender las ciudades de Bani Walid y Sirte, tras rechazar ultimátum y amenazas de ataques de fuerzas rebeldes y la OTAN.
El jefe negociador del opositor Consejo Nacional de Transición (CNT), Abdulah Kenshil, reconoció que los líderes tribales de Bani Walid, unos 150 kilómetros al sureste de Trípoli, rehusaron pactar una rendición y se mostraron resueltos a enfrentar el anunciado asalto.
Una situación similar ocurrió desde el pasado fin de semana en Sirte, ciudad natal de El Gadafi y en torno a la cual los sublevados reforzaron su presencia apoyados por bombardeos indiscriminados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Según Kenshil, los residentes en Bani Walid sólo habrían aceptado que los insurgentes entraran a la urbe sin armas, versión que desmintieron otras fuentes independientes al subrayar la fidelidad a El Gadafi de la tribu Warfalla, una de las más influyentes de Libia.
Los Warfalla constituían una parte sustancial de las fuerzas armadas libias subordinadas a El Gadafi, y muchos de sus integrantes tenían puestos clave en el gobierno.
Otros voceros de los sublevados dijeron a periodistas a unos 20 kilómetros de la referida localidad que aguardaban órdenes de actuar para lanzar el ataque armado, lo que supondría una nueva matanza de civiles por parte de la OTAN y los rebeldes.
El CNT concedió una semana de margen, a partir del pasado sábado, a las fuerzas y tribus fieles al ahora evadido líder libio para que se sometan en las ciudades que aún controlan, a saber Sirte, en la costa mediterránea, y los oasis de Sabha, Al-Jufra y Bani Walid.
Medios televisivos árabes citaron testimonios de civiles que abandonaron esa última urbe y aseguraron que las tropas pro Gadafi salieron de allí y se parapetaron con todo su armamento en las montañas aledañas, lo que presagia una fiera y prolongada resistencia.
El propio mandatario libio lanzó la semana pasada un mensaje de audio a sus seguidores instándolos a combatir la ofensiva de los rebeldes y la agresión extranjera de la OTAN, y vaticinó que impondría una guerra de guerrillas.
El jefe negociador del opositor Consejo Nacional de Transición (CNT), Abdulah Kenshil, reconoció que los líderes tribales de Bani Walid, unos 150 kilómetros al sureste de Trípoli, rehusaron pactar una rendición y se mostraron resueltos a enfrentar el anunciado asalto.
Una situación similar ocurrió desde el pasado fin de semana en Sirte, ciudad natal de El Gadafi y en torno a la cual los sublevados reforzaron su presencia apoyados por bombardeos indiscriminados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Según Kenshil, los residentes en Bani Walid sólo habrían aceptado que los insurgentes entraran a la urbe sin armas, versión que desmintieron otras fuentes independientes al subrayar la fidelidad a El Gadafi de la tribu Warfalla, una de las más influyentes de Libia.
Los Warfalla constituían una parte sustancial de las fuerzas armadas libias subordinadas a El Gadafi, y muchos de sus integrantes tenían puestos clave en el gobierno.
Otros voceros de los sublevados dijeron a periodistas a unos 20 kilómetros de la referida localidad que aguardaban órdenes de actuar para lanzar el ataque armado, lo que supondría una nueva matanza de civiles por parte de la OTAN y los rebeldes.
El CNT concedió una semana de margen, a partir del pasado sábado, a las fuerzas y tribus fieles al ahora evadido líder libio para que se sometan en las ciudades que aún controlan, a saber Sirte, en la costa mediterránea, y los oasis de Sabha, Al-Jufra y Bani Walid.
Medios televisivos árabes citaron testimonios de civiles que abandonaron esa última urbe y aseguraron que las tropas pro Gadafi salieron de allí y se parapetaron con todo su armamento en las montañas aledañas, lo que presagia una fiera y prolongada resistencia.
El propio mandatario libio lanzó la semana pasada un mensaje de audio a sus seguidores instándolos a combatir la ofensiva de los rebeldes y la agresión extranjera de la OTAN, y vaticinó que impondría una guerra de guerrillas.
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