Los rebeldes libios, algunos llevados por mar desde Misrata, consiguieron ayer, con la inestimable colaboración de la OTAN, entrar en Trípoli, donde mantenían duros combates con las tropas leales a Muamar al-Gadafi. A última hora, los insurgentes decían controlar el 50% de la capital mientras sus columnas llegaban a las afueras de la capital y los países occidentales volvían a instar al líder libio a dejar el poder lo antes posible.
El Consejo Nacional de Transición(CNT) de Bengasi insistió ayer en que el fin del régimen está «muy cerca» y a OTAN aseguró que el régimen «se está desmoronando» y no resistiría más que «unas horas» hasta perder por completo el control sobre Trípoli.
Las tropas rebeldes habían iniciado de madrugada «la operación para la liberación de Trípoli». Durante todo el día, según la cadena qatarí Al-Jazeera, violentos enfrentamientos se sucedieron en el centro la capital entre rebeldes y las fuerzas leales al líder libio. Según esta fuente, los barrios de las afueras habían sido «liberados» y las tropas gadafistas se retiraron hacia Bab el Aziziya, el palacio-cuartel del coronel.
Según Reuters, los rebeldes libios aceleraron su entrada en la capital para ayudar a los combatientes que durante la madrugada se levantaron para declararLe la última batalla a Al-Gadafi. En una revuelta coordinada planificada en secreto durante meses, el sábado por la noche se entablaron tiroteos en distintos puntos de la ciudad después de que los clérigos, utilizando sus altavoces en minaretes, llamaran al «iftar», momento en que se rompe el ayuno diario en Ramadán.
El rápido avance insurgente sobre la capital fue propiciado por la intensificación de los bombardeos de la OTAN sobre la ciudad.
El propio responsable de la seguridad de CNT, Fathi Baja, reconoció que los aviones de combate de la Alianza permitieron el avance de dos unidades de fuerzas especiales insurgentes hasta el corazón de la ciudad, donde se infiltraron en el marco de una operación diseñada con mucha antelación con el objetivo de lograr el control de hoteles, aeropuertos civiles y militares, las oficinas del primer ministro y los alrededores de Ban el Aziziya.
Según Baja, la primera fase de la operación había sido un éxito y los rebeldes controlaban la base aérea de Matica y los barrios periféricos de la ciudad.
«No es sencillo»
Pero aunque los combates fueron intensos, no fueron decisivos. El propio Baja admitió que «no es sencillo controlar una ciudad de más de dos millones de habitantes en horas, pero estamos en Trípoli y nuestros planes funcionan como estaba previsto».
Al-Jazeera informó de que un grupo de 200 rebeldes llegó por mar desde Misrata y de que la OTAN bombardeó ayer el cuartel general de Bab al Aziziya y el aeropuerto de Matica, donde fue detenido el coronel Al-Jituni, considerado uno de los principales cargos militares vinculados al líder libio, junto a ocho de sus colaboradores.
Ante el recrudecimiento de los combates, Muamar al-Gadafi se dirigió por segunda vez en 24 horas a su país, en un discurso sin imágenes, para instar a todos los libios a que «se unan a la batalla para impedir que el enemigo se haga con Trípoli».
El líder libio ordenó que se abran los depósitos de armas y arsenales de Trípoli a los ciudadanos para que defiendan la capital, y llamó a «hombre y mujeres, a los comités revolucionarios a salir a la batalla de Tayura», barrio oriental que ya había caído en manos rebeldes.
Al-Gadafi aseguró que no se rendirá nunca y se quedará en Trípoli «hasta el final», y acusó al presidente francés, Nicolas Sarkozy, que lidera la guerra, de haber promovido los bombardeos de la OTAN para «adueñarse del petróleo libio».
En la misma línea de resistencia, el portavoz del Gobierno libio, Mussa Ibrahim, subrayó que miles de combatientes y voluntarios está dispuestos a defender la capital, aunque al mismo tiempo volvió a pedir a la rebelión que acepte negociar.
A través de Al-Jazeera, Ibrahim acusó a la Alianza Atlántica de «causar el caos con sus bombardeos» y señaló a Barack Obama, David Cameron y Sarkozy como los «responsables morales de cualquier muerte innecesaria». Asimismo, alertó a la comunidad internacional sobre la posible «venganza» de los rebeldes, a los que acusó de no tener proyecto político y de cometer «ejecuciones, robos, quema de casas, violaciones y torturas».
Los combates en el centro de Trípoli junto a los avances rebeldes en el exterior parecían indicar que la guerra se encuentra en su fase decisiva. Pero la caída de Al-Gadafi no es segura, pues sus fuerzas de seguridad no se habían replegado y la ciudad es mayor que cualquier de los escenario de batalla en los que hasta ahora han luchado los insurgentes. En cualquier caso, habrá que ver si la oposición es capaz de restablecer la estabilidad en el país petrolero, a la vista de su división.
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