Le Monde Francia
El mundo árabe y el Medio Oriente entran en una nueva época. Ningún país está a salvo del cambio. La República Islámica de Irán sufre el desafecto de la mayor parte de su población. Por todos lados se delinean nuevas perspectivas. Los períodos de incertidumbre son propicios para los cuestionamientos. Ha llegado el momento de hacerlo sobre la cuestión nuclear iraní.
En derecho internacional, la posición de Europa y EEUU es menos sólida de lo que parece. Se sustenta, en lo esencial, en una serie de resoluciones votadas en el Consejo de Seguridad que aluden al capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, por el que se autoriza la puesta en práctica de medidas coercitivas en casos de "amenazas a la paz".
Pero, ¿dónde está la amenaza? ¿Será acaso el enriquecimiento de uranio de las centrifugadoras iraníes? Se trata, por cierto, de una actividad sensible, llevada a cabo por un país sensible, en una región en sí misma sensible. La preocupación expresada por la comunidad internacional es legítima, e Irán tiene el deber moral y político de responder a ella. Pero nada en el derecho internacional prohíbe tal actividad. Otros países hacen otro tanto sin ser acusados de amenazar la paz.
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