Los tres dominadores del mercado de los navegadores -sí, voy a excluir al resto por esta vez- han puesto sus cartas sobre la mesa. Internet Explorer 9, Firefox 4 y Chrome 10 -casi 11 en estos momentos- ya están en la Red. Todos con HTML5 y CSS3 en distintas cantidades, todos con novedades, todos sólidos y todos interesantes. Pero casi todos sin una buena versión para dispositivos móviles, donde Safari sigue sin rival.
El que más expectación levanta, por tradición, por ser código abierto y por no estar gestionado por una gran empresa, es Firefox. Cada lanzamiento de una nueva versión se convierte en un gran acontecimiento. Y de su última actualización hay que decir que es rápida, fiable, estable y que cuenta con el mejor control de pestañas que existe. Como se puede ver en esta captura de Google Trends, el panda rojo es, sin duda, el más esperado:
Algo que también demuestran los últimos datos de NetApplications. A 26 de marzo, según publica BetaNews, el porcentaje de usuarios de IE 9 era del 1,78% y el de Firefox 4 del 3,64%. El primero tenía entonces alrededor de 11 días de vida y el segundo cinco. Son dos casos de adopción rápida, pero tienen el terreno perdido frente a Chrome, que hace tiempo que se actualiza solo sin que el usuario lo note. Una novedad de Google que hace que, en menos de una semana, la versión a actualizar del navegador desaparezca de las estadísticas.
Así, en lo que llevamos de año, según NetMarketShare, Microsoft se lleva en torno al 56% del mercado, Mozilla en torno al 22% y Google alrededor de un 11%:
Datos aún más interesantes si se analizan junto a la tendencia entre febrero de 2010 y de 2011 de StatCounter. Explorer pasó de un 54% a un 45%; Firefox se mantuvo estable en torno a un 30%-31%; Chrome creció de un 6% a un 16%. En resumen: lo que pierde el navegador de Microsoft lo gana el de Google:
Un baile de estadísticas -ninguna de ellas del todo fiable pero todas representativas- que en absoluto quiere decir que Chrome sea mejor que Explorer o que Firefox no haya evolucionado. Más bien al contrario. El último análisis de Seth Rosenblatt en Cnet, realmente completo, pone al de Mozilla por delante de sus competidores en capacidad para procesar HTML5, tiempo de carga y uso de memoria. Aunque en casi ninguna prueba hay un navegador que destaque de forma espectacular.
Desde el punto de vista del usuario, Chrome tiene la ventaja de la comodidad. Es fácil de usar, de sincronizar, de actualizar y el que mejor trabaja con grandes cantidades de HTML5, CSS3 y Javascript. A cambio, se ha convertido hoy en un navegador muy pesado y de carga más lenta que sus rivales, muy cambiados y prácticamente rehechos. El punto fuerte de Firefox es el uso de las pestañas y que es un navegador que cae bien. Y el de Explorer es la fiabilidad de la empresa que lo respalda, aunque a cambio tenga muy mala prensa.
En esta última batalla de una guerra que dura ya años, nadie tiene las de ganar. El mercado de los navegadores está cada vez más fragmentado, lo que es muy positivo, pues fomenta la creatividad de los fabricantes. A cambio, se trata de un sector que se enfrenta al problema de la falta de estándares en el desarrollo de Internet. Distracciones que, eso sí, poco a poco, corrige el mercado.
¿El favorito? Hemos llegado a un punto en que es cuestión de gustos. Estamos ante una guerra fría en la que, de estabilizarse, influirá mucho más el márketing que la tecnología.
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